Contar historias: ¿dónde pongo la novedad?

Sigo trabajando en mi libro sobre contenidos digitales (más detalles al final) y, en ese marco, me he propuesto hacer una recopilación de métodos para contar historias.

Parto de la idea de que los periodistas escriben usando una imagen: la pirámide invertida. Si no la conoces, describe un sistema que enfatiza que la parte superior es la más ancha porque es donde se ubica lo más relevante; luego los detalles van aminorando porque se va entregando contexto. En simple: lo más importante va primero.

Otros profesionales, como los que se dedican al marketing, han preferido lo que se conoce como el storytelling, ya que de esa manera tienen la habilidad de enfocar historias que se puedan usar para dar sentido a las intenciones de los negocios. 

Pero no son los únicos, hay varios otros (el reloj de arena, el árbol de Navidad, el nut graph o párrafo maestro) que están a disposición de los narradores.

Vueltas a la pirámide

Sin embargo, la pirámide siempre ha tenido un atractivo para representar cómo narrar episodios, entregar información y presentar novedades. De allí que un par de autores la hayan usado para demostrar modelos, aunque con variaciones. 

Está por ejemplo la pirámide tumbada presentada por el profesor portugués João Canavilhas en su tesis del 2008 para describir las fases en que se muestra de manera creciente la información que está disponible.

Por otro lado, en 2010 el profesor inglés Paul Bradshaw ideó el diamante de las noticias para mostrar cómo se avanza en profundidad a medida que se pasa desde la información hacia la opinión, con la contribución de las personas que leen lo que se va publicando.

A la izquierda, el diamante de Bradshaw y, a la derecha, la pirámide tumbada de Canavilhas.
A la izquierda, el diamante de Bradshaw y, a la derecha, la pirámide tumbada de Canavilhas.

Mapa del tesoro

Sin embargo, viendo cómo se está publicado en la actualidad y en particular, la forma en que se esconde la información para aumentar el tiempo de permanencia en las páginas que la contienen, es claro que hay otros métodos en uso.

Quería seguir una idea que creo haberle leído al profesor Patricio Contreras, acerca de que una buena historia en estos días se parece mucho a ofrecer el plano de un tesoro. Algo que te cuente pero que a la vez oculte y que te dé solo pistas acerca de cómo encontrarlo, con elementos que van siendo entregados de a poco. 

En este formato, la novedad está oculta esperando que la encuentren. Con eso se consiguen varias cosas: se mantiene el interés, se cuida el negocio (más tiempo de lectura equivale a mayor tiempo para ver publicidad) y se usan más palabras con lo que hay más posibilidades de que el buscador te incluya en sus listados, al incorporar más términos de interés para la audiencia. 

¿A quién le afecta eso? Pues a quienes buscan ese contenido, ya que hay muchas posibilidades de que se aburran en el proceso y decidan que Google es un mejor camino para enterarse de lo que andan tratando de conseguir en la página que les esconde datos.

Ese equilibrio me parece que es el más complicado de cuidar por estos días. Y abre la posibilidad de seguir inventando nuevos métodos para llevarle a las personas lo que quieren mirar en una pantalla.