Esta columna es la continuación de la anterior —aunque funciona como si fuera un capítulo unitario— por lo que si antes de seguir quieres leer la previa, acá está el enlace.
Ahora a lo que vinimos. La pregunta a responder es que en esa columna yo enfatizaba en cómo escribir para la web y mostraba las características que debía tener la redacción cuando quien te lee no tiene paciencia, está distraído por múltiples razones y usa múltiples pantallas.
Sin embargo, un buen amigo me preguntó ese mismo día: ¿cómo escribimos para quienes ya no leen la Web, y para quienes la tocan transaccionalmente y no por gusto? ¿Quieren los centennials y la generación Z leer en pantallas, o simplemente “ver” lo que se escribe?
A eso habría que agregar una pregunta adicional: ¿sigue siendo importante la web?
Creo que la web siempre va a estar en alguna parte de la ecuación, porque como sea que fuere, será parte de lo que haya que declarar en forma permanente. Con eso quiero decir que la web es lo que genera confianza y estabilidad, porque se da en un entorno en el que confías: tiene nombre, dirección, soporte, datos de apoyo, etc. La web de siempre sigue generando ese respaldo que ayuda a entender que detrás de la información hay alguien de confianza entregando el dato que buscas. Se puede enlazar, se puede mostrar, es algo que tiene el potencial de ser duradero.
Nada de eso se puede decir para todo lo demás que se publica en cualquier otro entorno, que para estos efectos lo vamos a considerar contenido efímero. Al declararlo de esa manera se puede establecer la real diferencia entre ambos y el rol que juega cada uno. Lo que se publica en cualquier otro espacio sirve para movilizar a las personas, para llegar y conectar con ellas de manera directa y frecuente.
Se puede decir sin problemas, que la diferencia entre ambas entonces, es la función que cumplen.
Entonces, a la pregunta de cómo lee la gente que pertenece a las nuevas generaciones, mi respuesta es que prefiere el contenido preparado para consumo rápido. Sin embargo, a la hora de la verdad, va a necesitar sentir que tras lo que le comentan en una red dinámica y de fácil acceso está la confianza que ofrece algo más armado y estructurado como la web. Allí está el respaldo para lo que le comentas en WhatsApp o le muestras en un corto de video.
Así que a la pregunta del título de este boletín, la respuesta es sí. Creo que la web es como el respaldo documental, el «papel» antiguo en el que se confiaba, porque si estaba escrito, era cierto. Aunque también es real que de esa frase surgieron varios dichos, como que el papel lo aguanta todo y otros similares, pero sólo revela la importancia del soporte permanente.
Sólo me queda dar las gracias a José Ignacio por la pregunta, que me ayudó a seguir avanzando en los temas que discutimos cada semana en este espacio.