No me digas lo que valoras más

Sé que hay gente que va por la vida con todo claro y tienen la respuesta a la mano, clara y rápida, cuando se requiere. 

No soy de esos. De hecho me identifiqué mucho con el concepto del «espíritu de la escalera» que viene del francés y que representa la situación de que no se te ocurrió la respuesta a tiempo y sólo cuando vienes de regreso, bajando del escenario, te llega la inspiración y sabes lo que deberías haber dicho. 

Por todo eso, tengo que trabajar extra para entender un problema, llegar a una representación mental de todas las posibilidades y luego, decidirme por una frase que exprese esa comprensión. Si hay suerte, llego incluso a un texto simple y directo para representar lo que pienso. En especial, me gustan las expresiones que recogen la idea general y la vinculan con la solución. Eso es lo ideal, ya que facilita que todos entiendan tanto el problema como la solución. 

Mi frase favorita

No tengo una que use siempre. Sí he trabajado con personas que pasaban de una a otra, hilvanando situaciones con una facilidad única. Algo así como «coser y cantar» que usaba una amiga boricua cuando todo iba saliendo como esperábamos. Ella misma decía que «no hay que confundir gimnasia con magnesia» cuando alguien comenzaba a sacar conclusiones equivocadas de los datos que analizábamos. Su sola presencia, más sus dichos, ayudaban en momentos críticos. 

En mi caso, usé algunas veces «sin prisa, pero sin pausa» e incluso escribí un post acerca del apuro y lo que implica en el marco de un proyecto digital 

Hace poco leí la que parece ser la frase favorita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que corresponde a algo que decía su padre. Como el fin de semana me lo pasé haciendo clases y hablando acerca de las empresas que de verdad creen en lo digital, es bueno traerla a este texto. Biden padre decía: No me digas lo que valoras, muéstrame tu presupuesto y te diré lo que valoras.

Gran parte de la discusión con las alumnas y alumnos era en torno a la razón por la que las empresas les cuesta innovar. Hubo varias razones: falta de visión, no tener diversidad entre quienes deciden, estar anclado en lo que funciona. Y, agreguemos lo del presupuesto, que me parece importante de considerar: quedarse en el discurso de “somos modernos” pero no trasladar esa mirada a dónde importa, que es cuánto vas a gastar para mostrarlo.

Cerremos con una frase hecha: del dicho al hecho, a veces hay mucho trecho.