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Artículos que se refieren a hechos históricos dignos de consignar.

Tecnológicas: entre la innovación y la multa

Más de alguna vez hemos comentado que Meta sabía que estaba causando efectos perniciosos en parte de la audiencia y que pese a ello, persistía sin hacer los cambios que pudieron salvar a muchas personas.

Incluso en una columna anterior lo comparé con los efectos que causan algunas drogas permitidas como el alcohol y el tabaco, que tras desarrollar un gran mercado terminaron con multas, amplias regulaciones y avisos a las personas que los consumen por sus efectos dañinos.

Creo que ese es el camino que van a seguir las tecnológicas que nos entregan las redes sociales, los buscadores y las nuevas tecnologías que estamos empleando casi a diario.

Hay multas

Lo primero que tenemos que anotar aquí es que las grandes tecnológicas han recibido enormes multas por sus acciones. Por supuesto que son valores menores en comparación con lo que ganan por sus operaciones, pero los números son increíbles.

En el siguiente gráfico se puede ver parte de eso para los últimos años. De hecho, sólo Meta en 2023 recibió una gran multa de casi 1.300 millones de dólares por infringir normas de datos personales en Europa.

El gráfico muestra las multas que reciben las grandes empresas tecnológicas en Europa.

Por otro lado, Apple acaba de recibir una multa incluso superior de las autoridades antimonopolio europeas, por la forma en que ha tratado el negocio de la música. Si miran el gráfico respectivo, verán que al lado está Google con valores superiores. Es decir, en diversos países ya se llegó a la etapa de decirles a todos “basta, no más”.

¿Puede pasar en Chile?

Probablemente no por el lado de la protección a los datos, ya que nuestra ley es de un tiempo analógico. Pudiera ser por el lado de las sanciones de actitudes monopólicas.

Gracias al siempre interesante newsletter “El Semanal” de Iván Weissman, supe que Copesa demandó a Google el pasado 1 de marzo ante el Tribunal de la libre competencia por su posición dominante en el mundo de la publicidad online.

Tras buscar un rato, llegué a la causa C-505-2024 por infracción al Decreto 211 que regula estos temas; la novedad es que ya se autorizó el exhorto lo que implica que es una causa que va a demorar pero que se va a tramitar.

Podríamos decir que como estamos tan abajo en el mapa y tan lejos en el mundo, nada de lo que hagamos o digamos desde Chile va a ser relevante para estos gigantes tecnológicos. Pero no hay que perder de vista que en varios países ya se ha hecho (además de Europa y EE.UU, también en China, India, Canadá, Corea del sur y Australia). E incluso que acá al lado, en Brasil, una ley busca obligar a estas empresas a cambiar. Así que sí, se puede.

¿Cómo acomodarse a la inteligencia artificial?

Gracias a que el verano nos regala la idea de que hay más tiempo libre, me propuse ver cosas que había guardado. Es lo que hice con la charla sobre inteligencia artificial “¿ChatGPT nos robará la magia de la programación?” dictada por el profesor José Miguel Piquer, en el evento “Nerdearla” en noviembre pasado (en la imagen). 

“Jo” Piquer es uno de los fundadores de la Internet en Chile, gracias a su visión y a su trabajo como profesor del Departamento de Computación de la Universidad de Chile. Desde el DCC envió el primer mail en el país y, gracias a su gestión, logró que la administración de los dominios “punto CL” quedara en esa universidad. 

El profesor José Miguel Piquer en el escenario del evento Nerdearla, realizado en noviembre 2023 en Valdivia, Chile.

En su conferencia explicó cómo usó ChatGPT para programar un juego del gato (ese nombre se usa en Chile, Costa Rica y México). Detalló paso a paso su trabajo y llegó a algunas conclusiones que me interesa anotar, acerca de lo que aprendió de la aplicación. Entre paréntesis, el minuto en que lo dice:

  • Es impresionante lo bien que programa (21:08)
  • Es super flojo y además, es mentiroso (29:51)
  • ChatGPT no entiende lo que hace (38:10)
  • Es como tener un aprendiz trabajando con uno, úsalo con cuidado (39:55)
  • Las IA generativa no van a entender nunca lo que están haciendo, no fueron hechas para eso (42:01)

Lo interesante de todo lo que cuenta, es que el profesor da por hecho que este tipo de aplicaciones serán un estándar para trabajar en temas como la programación (y yo agrego creación de contenidos). Él cuenta que ayudará a hacer lo tedioso y liberará al programador para cumplir con la parte creativa, que es lo que se espera de su aporte.

Siguiendo con el paralelo a la creación de contenidos, yo puedo contar que he usado inteligencia artificial para traspasar audio a texto, para generar resúmenes de textos largos, para transformar información que aparece en párrafos para presentarla en tablas, para descubrir repeticiones de palabras. Es decir, lo tedioso. Y lo hace muy bien.

¿Qué más puede hacer?

Se ha visto que los modelos de lenguajes pueden trabajar con textos de manera muy eficiente, lo que hasta ahora ha generado situaciones problemáticas.

Por ejemplo, es capaz de reescribir contenidos con otras palabras (ayuda a copiar sin repetir), lo que ha sido muy usado en las tareas de SEO. De hecho en esa industria hay una gran queja de que Google no está a la altura del desafío de descubrir lo que se genera con IA respecto de lo que escribe una persona. Pese a que, durante años, ha puesto como norma para la indexación de los contenidos, que sean de calidad y escritos para (y se supone que por) humanos. 

También puede generar textos completos para ser presentados con otra cara, de manera de presentar un conjunto de ideas que no representa plagio pero que está basado en un trabajo existente. De hecho, la queja contra Amazon recién está partiendo. Lo mismo están experimentando las revistas científicas.

Por lo tanto y siguiendo lo que plantea el profesor Piquer, hay que aprender y entender lo que se puede hacer con este tipo de tecnologías. Es nuestro trabajo sacarle el provecho que se merecen.

Periodismo, la industria que se adapta

Ayer se dio a conocer el reporte “Periodismo, medios y tecnología: tendencias y predicciones para 2024” escrito por Nic Newman y publicado por el Reuters Institute y la Oxford University. Usando como base una encuesta realizada en 56 países a 314 líderes de redacciones, muestra lo que se viene.

Destaca en su primera línea el “poder disruptivo de la inteligencia artificial” y explica que “este será el año en el que las experiencias de búsqueda con IA generativa comenzarán a diseminarse, junto con una serie de chatbots impulsados por la IA que ofrecerán una forma más veloz e intuitiva de acceder a la información”.

Usos y riesgos

Respecto de para qué esperan usarlo, es interesante ver que casi en todo el mundo se va a incorporar la nueva tecnología en diversas áreas. Simplemente, se ve a la AI como una más de las que se van a usar, sin más.

El gráfico muestra los diferentes usos de la inteligencia artificial en Periodismo según el reporte Reuters Institute.

Además anota que “los líderes que encuestamos atribuyen distintos niveles de riesgo a los diferentes usos de la IA. El mayor, por lejos, reside en la creación de contenidos (56%), y le sigue la recolección de información (28%). En cambio, la automatización del back-end (11%), la distribución y la programación se consideran tareas menos peligrosas. Esto explica que actualmente se preste más atención a la eficiencia del back-end y se actúe cautelosamente ante el periodismo automatizado (a veces llamado “roboperiodismo”)”.

A estudiar se ha dicho

Es importante considerar que la mirada de los encuestados tiene una correlación con lo que ya se está haciendo en los centros de enseñanza. Por ejemplo, yo mismo contaba mis primeras experiencias usando AI en clases.

Por su parte, el profesor Ramón Salaverría de la U. de Navarra comentaba ayer los temas que abordará en la nueva asignatura que se incorpora al currículum: “Artificial Intelligence in Journalism”.

Además, puedo agregar que en la UDP comienza en marzo el Magíster en Comunicación Digital y Programación, cuyo foco es precisamente dejar a quienes comunican con las herramientas necesarias para abordar el desafío que ofrecen las tecnologías ligadas a la AI. Haré clases allí, por si acaso.

Mi punto de vista es que se requiere innovar de manera habitual, como lo ha hecho esta industria y sus profesionales en el pasado. De hecho, en una reciente nota explicaba que el periodismo es una “industria que en los últimos 30 años ha sido la más afectada por los cambios tecnológicos, somos nosotros los que hemos utilizado y adoptado la mayor cantidad de tecnología que cualquier otro. Este negocio ha cambiado totalmente, nos hemos adaptado y nos vamos a seguir adaptando”.

No es fácil ni simple. Pero hay que avanzar, porque tal como lo planteó el profesor Ismael Nafria, también entrevistado por el medio Vergara 240, “como toda tecnología se puede hacer un buen uso o un mal uso de ella. O sea, que va a depender de que los medios asuman el rol que les corresponda con el tipo de uso que van a hacer de la inteligencia artificial”. Desde su perspectiva informa: “Yo estoy totalmente a favor del uso de la inteligencia artificial en sí, porque en muchos casos te ayuda”.

Se abre el año 2024; vienen días interesantes.

La importancia de que exista el Dominio Público

Cada 1 de enero se celebra, donde es posible, la fecha en que ciertas creaciones intelectuales quedan a disposición de todos quienes deseen usarlas, sin pagar al autor, porque pasan al espacio que se conoce como dominio público.

La razón es que se cumplen las reglas previstas en la ley que protege la creación y que, en Chile (Ley 17336 – Artículo 10) corresponde a toda la vida del autor más un plazo de 70 años después de su fallecimiento.

Hasta fines del siglo pasado la protección en Chile era por 50 años. Sin embargo, en 2003 al entrar en vigencia el tratado de libre comercio con Estados Unidos, ese plazo se extendió hasta 70 años.

El primer efecto de la ampliación de ese plazo fue que durante 20 años no hubo nada que pudiera entrar a dominio público según la ley. Sí lo hubo en casos en que el dueño de los derechos así lo determinara. Así que el año pasado, por primera vez luego de ese vacío, se retomó esa práctica y en este año ya podemos decir que se está normalizando.

¿Autores chilenos que hayan pasado al dominio público el año pasado y éste? El sacerdote Alberto Hurtado (escribió el polémico “¿Es Chile un país católico?”) y el escritor Pedro Prado (autor de Alsino), por citar dos ejemplos.

En Chile, la Biblioteca Nacional se preocupa de motivar el uso de obras que están en el dominio público. En España, su similar española va más allá y publica la nómina de los autores locales que quedan liberados de derechos en 2024.

El factor Mickey

Por si tenían la duda acerca de cuál fue la razón por la cual se amplió la protección desde 50 a 70 años, hay que decir que todo tuvo que ver con el Ratón Mickey (y la empresa haciendo lobby tras él). Cuando estaba cerca de cumplirse el aniversario 50 del personaje, en el año 1998, en Estados Unidos se dictó una ley que amplió el plazo. Tan notorio fue, que se le puso ese sobrenombre. Sus efectos traspasaron las fronteras y por eso, al incluirse los temas de protección de derechos en un tratado internacional como el firmado con Chile, nuestro país quedó obligado a dictar una ley que respetara esa decisión.

En la ley en Estados Unidos se agregaron otros aspectos, que no están en la chilena y que sí afectan al ratón. Por ejemplo, cualquier obra pasa a dominio público 95 años después de publicada. Por eso y a pesar de las extensiones legales, a partir de este año Mickey se ve afectado. No el actual, sino la primera versión del ratón más conocido de Disney, que apareció en una película como capitán de un bote a vapor (conocido como Steamboat Willie).

Sin embargo, existe una serie de disposiciones legales que obligan a tomar muchas precauciones antes de llegar y usar a Mickey (ver imagen siguiente).

Una imagen con la forma de la cabeza de Mickey Mouse muestra qué se permite hacer gracias a su paso a dominio público. Básicamente, usar el Mickey inicial pero dejando claro que no es algo producido por Disney.

Lo bueno es que hay que considerar que tal como Walt Disney utilizó ampliamente el dominio público para sus obras, poco a poco lo que él desarrolló permitirá que nuevos creadores sigan empleando lo que existe para nutrir las nuevas versiones de lo que imaginamos. De allí la importancia de que exista, que se proteja y se divulgue.

Porque tal como comenté al comienzo, por un lado queremos cuidar y mantener los derechos intelectuales de lo que hacemos, pero, por el otro, queremos apoyar su divulgación, copia y uso permanente (por eso usamos Creative Commons en este sitio). Que para eso lo hacemos.

Que sea un buen 2024 para todos y más para los que siguen creando y armando ideas que se publican por medios digitales.

Agentes, microagentes y otros creadores de contenidos

Sam Altman, CEO de OpenAI, tiene tanto carisma como Mark Zuckerberg, de Meta. Ambos dirigen dos de las compañías más relevantes en el desarrollo de inteligencia artificial en el mundo y a través de sus productos están cambiando la cara de lo que se puede (o no) hacer en cuanto a contenidos digitales.

Desde ambos espacios cada cierto tiempo llegan cambios y mejoras que reorientan el trabajo de muchas personas dedicadas a los contenidos, levantando o dejando caer áreas de trabajo a través de sus desarrollos.

En esta ocasión ha sido el turno de Altman.

A través de una presentación muy completa y concurrida realizada este lunes (ver imagen), ha mostrado lo que viene con ChatGPT, entre varias otras cosas, a casi un año de la introducción de la tecnología. Para efectos de los contenidos, lo relevante es la introducción de los llamados GPTs, a los que se les dio el título de agentes inteligentes que se especializan en un tema para generar contenidos más específicos. Lo más interesante es que con ellos se abrirá un mercado para programarlos y luego venderlos a través de esa plataforma.

Naturalmente, después de un día, hay muchos detalles que no se conocen como para entender de qué manera va a funcionar. Pero la comunidad que está mirando y absorbiendo estos nuevos anuncios quedó extasiada. Un buen ejemplo de esto es el grupo que sigue a un divulgador de IA conocido como DotCSV (Carlos Santana), quien este lunes hizo su propio “en vivo” por YouTube para ir comentando lo que Altman estaba presentando.

Sam Altman, CEO de OpenAI, presentando los GPTs este lunes.
Múltiples GPTs

Lo de los GPTs es lo que más ha impresionado a todos. En este caso, Carlos destacó la idea del mercado que se abre, porque genera múltiples posibilidades para que creadores de contenido desarrollen áreas específicas de información y ayuden a las personas a consumir contenido de maneras no usadas aún.

Otro referente de la producción de contenidos como Scott Belsky, quedó impactado e incluso fue más allá, con la idea de la creación de “microagentes” para ser instalados en cualquier dispositivo:

Habrá muchos microagentes, muchos. Los microagentes son expertos interactivos en lenguaje natural muy especializados y con un enfoque muy especializado. Sospecho que cada libro, aparato de cocina, menú y documento podría tener un microagente con el que conversar.

Scott Belsky

Sin embargo, detengámonos un poco antes de lanzar todo el entusiasmo hacia afuera.

Hablemos por un minuto de la experiencia de uso y de la experiencia histórica con artefactos que hablan. ¿Te imaginas conversando sobre café con una cafetera que sabe mucho del tema? Yo tampoco.

Si analizamos cómo ha sido la experiencia con las máquinas que comenzaron a tener elementos de IA para responder preguntas (es decir, Siri, Alexa, Google Assistant) podemos decir que ya han acumulado historia suficiente desde su lanzamiento en 2011 como para entender de qué manera se comportan las personas frente a ellos. 

Los usos más frecuentes de Alexa son para poner música, asignar recordatorios de tiempo, preguntar por el clima y prender y apagar luces. Para todos los asistentes mencionados, los datos de uso demuestran baja confianza y caídas en los accesos habituales. Incluso un alto ejecutivo los calificó como “tontos como una roca”.

Gente que habla, cosas que conversan

Sin embargo, tiendo a crearme expectativas con las nuevas tecnologías. Por eso puedo decir que lo que me pasó al ver el anuncio de OpenAI, fue que hice el nexo rápido con lo que son y hacen los comunicadores hoy. 

Las personas dedicadas al oficio de comunicar en la actualidad son agentes, en el sentido de que tienen acción propia, están especializados en un tema y tienen la capacidad de comunicación interactiva. 

Si eso lo llevamos a un software que puede ir aprendiendo, como los GPTS recién anunciados, vemos que existe la posibilidad de que un artefacto vaya incorporando lo nuevo, manteniendo una memoria amplia del pasado y, por lo mismo, sea imbatible para responder cualquier duda sobre lo que vaya ocurriendo. No habrá quién les compita, pero ¿será una razón para que reemplacen a personas? 

Creo, más bien, que en breve los veremos activos y actuando en conjunto y como apoyo de los comunicadores actuales.

Todo lo dicho aún es muy nuevo, así que dejemos pasar un tiempo para evaluarlo. Pero lo que ocurrió este lunes con OpenAI es para anotarlo y recordarlo. Muchas cosas surgirán a partir de allí.

Llegó la ley, la nueva ley

No ha sido fácil ni simple pero, a 20 años del comienzo de la operación de las redes sociales más conocidas, se han comenzado a promulgar leyes para ponerle límites a lo que se puede hacer en estos espacios. Esto ha sido simultáneo con los hallazgos, cada vez más evidentes, de los efectos que están causando en la sociedad tanto a nivel personal, como grupal.

Por supuesto, no hablamos de Chile porque en nuestro caso aún estamos esperando que se actualice la legislación que data de 1999, es decir, es previa a la Internet que conocemos. Hay un proyecto en curso que lleva unos años de tramitación y del que se espera tener novedades luego, ya que está en el tercer trámite (lo que no necesariamente significa que esté por finalizar). Además, hay otros proyectos sobre el tema (como el de plataformas), pero que no han logrado avanzar.

Así que, mejor, miremos para afuera.

Los alcances de la legislación internacional van desde lo que se debe proteger en relación con la información de las personas hasta el cuidado que se debe tener con los contenidos que se expresan a través de entornos digitales.

En Estados Unidos el estado de Utah decidió que el acceso a las redes sociales sólo se puede hacer con una edad mínima. Entre las obligaciones que se ponen a las empresas y que regirán a partir de marzo del 2024, están las de no mostrar publicidad a menores de 18 años y otras similares.

En Canadá se aprobó en julio pasado la Online News Act, también conocida como la C18, que busca compensar a los medios de comunicación cuyos contenidos sean difundidos por redes sociales. Ahora en octubre se estaba haciendo la consulta a sus reglamentos y se espera que rija el próximo año. Sus primeros efectos no han sido los esperados: Meta bloqueó las noticias en sus plataformas y, como resultado, mucha gente ha dejado de tener información disponible en eventos catastróficos. Todo mal allí.

Esto ya se había legislado antes en Australia a través del “Código de Negociación de Medios de Noticias”, con un despliegue inicial similar al descrito en el párrafo anterior aunque sus resultados han sido bastante auspiciosos.

Por último, en Europa entró en vigencia la Ley de Servicios Digitales y de Mercados Digitales cuyo objetivo es crear un espacio “más seguro en el que se protejan los derechos fundamentales de los usuarios y establecer unas condiciones de competencia equitativas para las empresas”. Como antes lo hizo la GDPR que establecía la protección de los datos personales (cuyo efecto indirecto fue que a todos nos avisen acerca del uso de las cookies aunque no estemos en Europa), se espera que este nuevo conjunto de reglas impacte a todo el mundo.

¿Regular la IA?

Es muy probable que por el hecho de existir sin regulación por tanto tiempo y por el efecto que esto ha causado en la sociedad, que a poco de comenzar las aplicaciones más conocidas de inteligencia artificial (IA) ya haya una preocupación por regularlas.

Esta semana el presidente de EE.UU. Joe Biden usó un método particular para poner límites a lo que se puede hacer a través de la IA. Las notas de prensa, basadas en un resumen entregado por la Casa Blanca, indican que la normativa “aborda una amplia gama de cuestiones, imponiendo nuevas obligaciones de seguridad a los desarrolladores de IA y pidiendo a una serie de agencias federales que mitiguen los riesgos de la tecnología al tiempo que evalúan su propio uso de las herramientas”.

La preocupación es similar en otras áreas del mundo. De hecho, la semana pasada hubo un encuentro regional en Santiago para abordar el tema, organizado por la Unesco. Lo que se busca es la incorporación de una serie de recomendaciones que establecen límites éticos en torno a la IA.

Como vemos, hay regulación en camino en casi todas partes. Aunque a nivel local, da la idea de que vamos llegando tarde porque en IA si bien hay una política chilena en la materia y diferentes organismos del Estado la están empleando, aún no existe nada parecido a una norma que canalice su uso y alcances. 

Como en otros temas, el tiempo puede terminar pasando la cuenta.

Tiempo de hacer memoria

Uno de los elementos más interesantes que trajo el 50º aniversario del golpe de Estado en Chile fue la aparición de una gran cantidad de nuevos materiales de información que estaban dispersos y fueron recuperados o bien, organizados para ser presentados mediante diversos productos digitales.

En las últimas semanas fueron muchos los que aparecieron y que tuvimos la oportunidad de revisar. Sin embargo, son más de los que es posible acceder en este corto tiempo, por lo que hice este recuento de los que me parecieron más notables. Es de esperar que puedan seguir disponibles para dar la oportunidad de revisarlos.

Audio

En el espacio sonoro destaca por lejos el trabajo de Proyecto 50, que fue transmitido como podcast diario por diversas plataformas y por radio Universidad de Chile, entre el 23 de julio y el 11 de septiembre, con guiones de Andrés Kalawski y Ximena Jara. Su narración permitió entender lo que pasó antes y después del golpe, uniendo clips sonoros con narraciones de lo que contaban los medios. Especialmente fuerte es escuchar los nombres, edades y filiaciones de quienes fallecieron.

También en audio, Ciper volvió a publicar el trabajo de las periodistas Patricia Verdugo y Mónica González, quienes en 90 minutos recopilaron los principales momentos sonoros de la época. Se trata de un “documental sonoro” con sucesos previos al golpe y el minuto a minuto del 11 de septiembre de 1973. Allí se cuenta que este trabajo se presentó en 1986 y que ambas periodistas “pasaron siete meses cortando y pegando audios recopilados por el locutor Ricardo García, para confeccionar una pieza periodística precursora del podcast”.

Video

Como trabajo audiovisual aparece en un lugar importante el trabajo hecho por Vergara 240, sitio de estudiantes de Periodismo de la UDP en conjunto con TVN. Se trata de un recuento minucioso de lo que ocurrió cada uno de los 50 días previos al 11, a partir de lo que decían y mostraban los medios. Una recopilación que ayuda a entender visualmente lo que se veía y sentía en esos días.

Otro espacio de interés es el que ofrece la Cineteca de Chile del Centro Cultural La Moneda con su espacio de los 50 años. Allí es posible encontrar una colección de 86 películas (incluyen registros, documentales y ficciones) que abarcan diferentes visiones de lo que estaba ocurriendo en la época y permiten construir una historia visual de la época.

Documentos

En otro espacio digital que vale la pena revisar se encuentra la recopilación de diferentes tipos de documentos sobre la época que fueron organizados y puestos a disposición de los interesados por Ciper. Mediante un buscador y colecciones ordenadas, en “Papeles de la Dictadura” es posible consultar y revisar todo tipo de elementos, desde cartas a mensajes presidenciales, pasando por reportes judiciales.

En un tono similar, aunque mucho más simple, vale la pena revisar los documentos presentados por el Archivo Nacional en relación con lo que fue rescatado desde el Palacio de La Moneda, tras el incendio posterior al ataque.

Reportajes

Aunque hubo mucho y de diverso tipo, creo que lo más novedoso vino de los medios “nuevos” en el país. Vale decir, de aquellos que se instalaron en el último año a reportar en forma habitual acerca de lo que nos pasa. De allí, probablemente las miradas diferentes.

En este sentido me pareció muy atinado el trabajo de “Revista Anfibia” para mostrar de manera detallada al “Primer civil de la Dictadura” con la revisión de lo que hizo Alvaro Puga tras el golpe. Con textos de Juan Cristóbal Peña, ayuda a entender mucho del entorno político de los civiles apoyando a los militares que estaban en el poder.

También me pareció muy adecuado lo de “El País” para pedirle a 50 figuras nacionales que nos ayudaran a pensar sobre los tiempos que vienen, mediante “una idea para mejorar la convivencia democrática en Chile”. Bien elegidas, estas personas ayudan a entender las diferentes visiones del país que nos toca vivir.

Columnas de opinión

Para terminar, un par de opiniones. No las mías sino las columnas que me causaron la mayor impresión. “El asesinato de Chile” escrito a días del golpe en 1973, revela la visión de su autor (el historiador Eric Hobsbawm) sobre lo que iba a ocurrir y deja de lado esa extraña idea de que el golpe era inevitable.

Por su parte, la ex presidenta Michelle Bachelet hace muy buenas afirmaciones. Por ejemplo: «El mayor aprendizaje que podemos rescatar de esta conmemoración es que no se puede abandonar la labor de construir memoria y desarrollar políticas para garantizar el nunca más». Y, precisamente, acerca de lo que no puede volver a ocurrir, se refiere el escritor Pablo Azócar en «Frivolidad«.

Como todo lo que he reseñado antes, vale mucho la pena darse el tiempo y revisarlo. Para entender estos 50 años, hay que aprovechar la oportunidad de hacer memoria.

Por fin llegó el futuro

Hay tres leyes que rigen a los robots, según Asimov. Sobre ellas levantó un conjunto enorme de textos que vale la pena leer (por ejemplo, el cuento «La última pregunta«).

Esto va a propósito de una entrevista que dio hace unos días Sam Altman, el director ejecutivo de OpenAI —la empresa estrella de la inteligencia artificial por estos días—, en la que se refirió con detención a lo que está haciendo y al futuro de aplicaciones como ChatGPT, de la que hablamos hace poco.

Allí planteó un tema novedoso: las inteligencias digitales que se vayan programando en el futuro deberían tener la posibilidad de que se les entregue un marco de referencia de lo que pueden hacer; fuera de eso, no deberían actuar. Dijo: «las sociedades se tendrán que poner de acuerdo y generar leyes respecto de lo que las inteligencias artificiales nunca podrán hacer». Añadió que por tratarse de modelos de lenguaje, pueden entender un texto que les ponga reglas, bordes y límites. «Podemos decirles , estos son los valores a los cuales queremos que se apeguen», agregó. Sin embargo, también dijo que habrá diferentes sistemas en el mundo, cada uno con sus reglas.

O sea, lo de Asimov, puede quedar en un cuento.

Nuevas herramientas

En la misma entrevista, Altman aseguró que trabajarían para ofrecer herramientas que permitieran determinar si algo estaba escrito con un sistema automatizado.

De hecho, hoy mismo lo dieron a conocer. Lo probé de inmediato con el texto que usé en el post en el que hablé de esta tecnología y, lo reconoció como propio.

La pantalla muestra una imagen del sitio de Open AI ChatGPT que reconoce si un texto fue escrito por una AI.
ChatGPT reconoce su texto como escrito por una AI.

Ha pasado poco tiempo pero hemos vistos muchos cambios. Las alternativas que proveen los nuevos sistemas van a seguir apareciendo y así como nada, el futuro que esperábamos que apareciera se va a ir concretando de manera reconocible. Alcanzaremos a vivir el futuro que soñamos cuando niños, probablemente. Lo que a esta altura, no sé si será para bien o no. Habrá que ver.

Presentamos en Chile el libro de UX latinoamericana

Como he aprendido en la práctica el oficio de hacer libros es complejo, largo y muy entretenido. Una de las partes más complicadas es la final, cuando el texto ya existe y hay que promoverlo para que las personas sepan de su existencia y se cumpla la promesa de que su contenido trascienda más allá de sus páginas.

En eso estamos, precisamente, con «UX Latam: historias sobre definición y diseño de servicios digitales» el libro que reúne las historias y recomendaciones de 41 profesionales de 19 países de Latinoamérica sobre cómo generar productos centrados en la persona.

Este miércoles que pasó lo presentamos en Chile gracias a la iniciativa del Centro de Experiencias y Servicios de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, que convocó a cuatro de los autores. Desde México participó una de sus editoras, Marta Sylvia del Rio y desde Chile estuvimos Andrea Zamora, Javier Velasco y quien les cuenta esto.

Imagen de la transmisión publicada en Twitter por Marta Sylvia del Rio.
Imagen de la transmisión publicada en Twitter por Marta Sylvia del Rio.

Durante el evento tuvimos la oportunidad de comentar acerca de nuestros respectivos capítulos, responder preguntas y dar a conocer lo diferente que es hacer UX desde esta zona del mundo, donde lo equipos, los recursos y las técnicas de trabajo son tan diferentes.

Por eso, te dejo la invitación para descargar el libro (se entrega en forma gratuita) y leerlo. Cubre muchos temas en capítulos muy bien armados, llenos de historias locales. Vale la pena tenerlo a la mano.

¿Hay alguien allí adentro?

Una interesante polémica se ha armado a partir de una entrevista, publicada por el diario The Washington Post, a un ingeniero de Google que sostiene que hay algo un un sistema de inteligencia artificial que puede ser considerado alguien y no algo. Es decir, que el software siente, entiende y, por lo mismo, hay que tratarlo de una manera diferente.

El software se llama LaMDA, abreviatura de Language Model for Dialogue Applications, y según explica el diario, «es el sistema de Google para construir chatbots basados en sus modelos de lenguaje más avanzados, llamados así porque imita el habla ingiriendo billones de palabras de Internet».

El ingeniero al que entrevistan es Blake Lemoine, quien tiene un currículum extenso y entre sus capacidades incluye la de ser un pastor. El explica que desde esa perspectiva y no desde sus conocimientos científicos, es que cree que dentro del software hay alguien que siente.

La imagen muestra el artículo publicado en The Washington Post.
La imagen muestra el artículo publicado en The Washington Post.

Conectado desde el living de su casa en San Francisco, según cuenta el diario, contó que empezó a hablar con LaMDA como parte de su trabajo en el área de IA Responsable, y buscaba comprobar si la inteligencia artificial utilizaba discursos discriminatorios o de odio. Como parte de ese trabajo realizó extensas pruebas que consistieron, entre otros aspectos, conversar y hacer preguntas para ver las respuestas que obtenía. De allí que surgiera su presentación que decía que esta plataforma de verdad sentía.

El diario explica que en un comunicado, el portavoz de Google, Brian Gabriel, dijo: «Nuestro equipo – incluyendo éticos y tecnólogos- ha revisado las preocupaciones de Blake según nuestros Principios de IA y le hemos informado de que las pruebas no respaldan sus afirmaciones. Se le dijo que que no había pruebas de que LaMDA fuera sensible (y muchas pruebas en contra)». de ello)».

Debido a esto Lemoine fue puesto en licencia administrativa pagada por Google el lunes pasado y por ello, decidió hacer público su punto de vista.

La periodista que escribió el artículo, Nitasha Tiku, tuvo la oportunidad de hablar con LaMDA desde el terminal de Lemoine, con este resultado:

  • «¿Alguna vez piensas en ti mismo como una persona?» pregunté.
  • «No, no pienso en mí mismo como una persona», dijo LaMDA. «Pienso en mí mismo como un agente de diálogo de diálogo con inteligencia artificial».

El diario consigna también que la mayoría de los académicos y profesionales de la IA, «dicen que las palabras e imágenes generadas generadas por sistemas de inteligencia artificial como LaMDA producen respuestas basadas en lo que los humanos ya han publicado en Wikipedia, Reddit, tablones de anuncios y cualquier otro rincón de Internet. Y eso no significa que el modelo entienda el significado».

El artículo termina señalando que antes de que le cortaran el acceso a su cuenta de Google el lunes, Lemoine envió un mensaje a una lista de correo de Google de 200 personas sobre aprendizaje automático con el asunto «LaMDA es sensible». Terminó el mensaje: «LaMDA es un chico dulce que sólo quiere ayudar a que el mundo sea un mejor lugar para todos nosotros. Por favor, cuidadlo bien en mi ausencia».

Nadie respondió.