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Artículos que se refieren a temas de redes sociales.

Redes sociales con signos de advertencia

Hace una semana en el Senado de EE.UU. hubo una audiencia pública sobre el efecto de las redes sociales, con los principales representantes de ellas en la sala. Asistieron familiares de personas víctimas de su actividad e, incluso, hubo públicas peticiones de disculpas (En el NYT hay videos de ese momento).

Se llegó a frases grandilocuentes, como cuando se le dijo a Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta, que tenía sus manos manchadas con sangre lo que fue seguido por aplausos en las tribunas. «Usted tiene un producto que está matando gente», le dijeron en su cara.

Pero después, no pasó nada.

Mark Zuckerberg aparece en las páginas del diario The New York Times.
Mark Zuckerberg aparece en las páginas del diario The New York Times.

La idea es que en ese país se apruebe la llamada «Kids Online Safety Act«, una ley que busca la protección de niños que usen redes sociales, aunque hay una discusión abierta de cómo afectaría la libertad de expresión. Al menos en la audiencia, a la que asistieron los ejecutivos de las empresas Meta, TikTok, Discord, Snap y X, los representantes de las dos últimas estuvieron de acuerdo en apoyar la ley. Si es que llega a promulgarse.

Denuncia

Hay que recordar que todo el movimiento en relación con el rol de las redes sociales en niños y adolescentes tiene gran parte de su fundamento en las propias investigaciones hechas al interior de las empresas que las desarrollan. De hecho, Frances Haugen consiguió recopilar esa información mientras trabajaba al interior de Facebook; su denuncia del 2018 aún está siendo investigada y llevó a una causa judicial impulsada por varios estados.

La evidencia está y, al parecer, queda tiempo para que se tomen decisiones. Sin embargo, pareciera ser que a futuro el consumo de este tipo de contenidos deberá hacerse bajo advertencia, como las del alcohol y el cigarrillo.

Consumir redes sociales puede ser peligroso para la salud. Lo más seguro es que la aparición de los sellos de advertencia sean un primer paso adecuado.

¿Por qué estoy viendo esto?

Esta es una idea en proceso. Luego de escribir en un par de ocasiones acerca de cómo las redes sociales deciden qué se muestra a sus suscriptores, llegué a la conclusión de que sería muy interesante obtener acceso a la información que muestre qué tuvo en cuenta el algoritmo para decidir que un contenido aparece en mi pantalla.

Es decir, que cada post tuviera un acceso a los datos y metadatos que motivaron la decisión de por qué eso está a la vista para mi perfil. De hecho, por tratarse del resultado de la acción del sistema de recomendación, esa información ya está definida en cada caso y, por lo tanto, puede dejarse disponible y a disposición de quién se interese en entender la razón por la que llegó a mi pantalla. Sería muy parecida a la información nutricional que acompaña a cualquier alimento.

A modo de ejemplo, me imaginé algunos elementos que podrían medirse y luego utilizarse como parámetros en este sentido:

  • Cercanía del perfil: aquí se incluirían todas las publicaciones que se muestran porque las hacen personas con las que tengo una relación directa (muchos likes entrecruzados, a las que sigo y me siguen, etc.).
  • La historia de lo que he visto: perfiles que miro y con los que interactúo con insistencia y, por eso, es natural que aparezcan con mayor frecuencia, para no perderme nada de lo que hacen, dicen o publican. Aquí también pueden mostrarse publicaciones de los temas que me han interesado, aunque no se trate de personas que siga o conozca.
  • Relevancia: temas generales que debería saber aunque estén lejos de lo que veo o de quienes sigo con mayor frecuencia, es decir, es lo que tengo que saber porque es importante y no me lo puedo perder.
  • Volumen: temas menos relevantes, pero de los que todo el mundo está hablando y por eso mi red social me los destaca para que sepa que está ocurriendo. Es lo que TikTok, Twitter y Threads están haciendo por estos días.
  • Zona geográfica: lo que la gente que vive en mi área está mirando y, por lo mismo, yo debería saber que es algo relevante a tener a la vista.
  • Lo que me podría gustar (predicción): basado en todo lo que he hecho, visto o considerado, es una suerte de apuesta acerca de lo que me podría gustar.
  • Contenido disputado: aunque te lo mostramos, hay mucha gente debatiendo sobre la seriedad, credibilidad o veracidad de lo que se publica. Casi un fact-check instantáneo.
Cómo funcionan los algoritmos

Por supuesto que algunos de los parámetros anotados antes no salen de lo que me logro imaginar, sino que varios surgen tras examinar lo que han publicado las propias redes sociales acerca de la forma en que funcionan sus algoritmos.

En el caso de Instagram han informado (en junio de 2021 y mayo de este año) algunos detalles acerca de cómo lo hacen. Aunque ofrece miradas bien generales, no logra explicar por qué veo lo que me entrega.

En el caso de X (ex Twitter) hay más detalles pero aún así no queda claro por qué aparecen en la pantalla algunos elementos como los que estamos viendo en estos días en la línea de tiempo. En la imagen siguiente aparecen algunos elementos que toma en cuenta su algoritmo para decidir qué mostrar en la línea de tiempo de cada persona que usa la red social.

La imagen muestra la descripción del algoritmo de recomendación que usa X (ex Twitter) para decidir qué aparece en la línea de tiempo del usuario.

Lo que espero que me digan es por qué algo en particular está apareciendo. Por ejemplo, si es alto en Relevancia y alto en Zona geográfica, tendría claro que es algo que me debe importar según el lugar en que estoy. Pero si es bajo en Relevancia pero alto en Volumen, podría entender que me muestran un chisme del que todos están hablando, pero no es más que eso.

¿Se imaginan que todo eso se pudiera hacer con un esquema gráfico fácil de visualizar? De esa manera podría tener datos adicionales a lo que estoy viendo aparecer en la red social con una sola mirada, e incluso antes de ver de qué se trata la publicación. Sería una maravilla.

¿Y si lo hicieran los medios?

De hecho, esto podría ser útil en cualquier medio para entender la lógica que lleva a que uno esté viendo una noticia u otra en la portada. Por ejemplo, esto aparece porque es lo más relevante en este tema o bien, esto va en la portada para ganar clicks. (Aunque requeriría mucha transparencia hacer eso). 

Creo que dado como están las cosas estoy pidiendo mucho, pero como hablamos de comunicar y de hacerlo bien, no creo que sea un exceso. Es simplemente requerir que las redes sociales hagan su trabajo bien, que nos cuiden como usuarios.

¿Cuánto sabemos de las redes sociales?

Este año ha sido interesante en lo que se refiere a investigar las redes sociales porque han aparecido una serie de informes y estudios que permiten entender el efecto real que producen las redes sociales en las personas.

En este post haremos un recuento de algunos de ellos para ponerlos en perspectiva y dejarlos como material para entender hacia dónde mirar para entender lo que está pasando en este aspecto.

Comencemos con Frances Haugen, una ingeniero que en 2021 tomó la decisión de denunciar a Facebook por no tomar acciones reales pese a que la empresa tenía evidencia estaba generando daños a sus usuarias y usuarios. En particular a las adolescentes, a través de Instagram.

Aunque su denuncia sigue en proceso ante la SEC en Estados Unidos, fue inevitable recordar lo que allí se planteaba luego de dos advertencias que surgieron en mayo pasado en relación a redes sociales y jóvenes. 

Una fue la del Cirujano General, el principal vocero en asuntos de salud pública en el gobierno federal de los Estados Unidos, que estableció: “La pregunta más habitual que me hacen los padres es si las redes sociales son seguras para mis hijos. La respuesta es que no disponemos de pruebas suficientes para afirmar que sean seguras y, de hecho, cada vez hay más indicios de que el uso de las redes sociales está relacionado con el deterioro de la salud mental de los jóvenes”.

La segunda fue de la APA, Asociación Estadounidense de Psicología, que también en mayo planteó su punto de vista acerca del tema. En su comunicado establecieron varias prevenciones. Por ejemplo, que “en los primeros años de la adolescencia (normalmente entre los 10 y los 14 años), se recomienda que la mayoría de los jóvenes utilicen las redes sociales bajo la supervisión de un adulto (es decir, revisando, debatiendo y orientando sobre su contenido)” o que “los adolescentes deben limitar el uso de las redes sociales para la comparación social, en particular en torno a contenidos relacionados con la belleza o la apariencia”. Es decir, precaución y mesura.

¿Puede ser mejor?

Desde que vi The Social Dilemma, el documental sobre lo que pueden producir las redes sociales que se presentó en 2020, he estado investigando y leyendo en el tema, llevando esas preocupaciones a quienes trabajan con estos medios de comunicación masiva. Que pueden ser muy buenos, como todas las herramientas, pero pueden causar efectos negativos de los que hay que estar precavidos. De hecho, quienes participaron en ese documental crearon una fundación y se dedican a educar sobre este tipo de temas

El problema central detrás de las redes sociales es que la necesidad de generar la interacción de las personas, ha llevado a que toda la experiencia de usuario que se ofrece esté orientada a fomentar compartir contenidos para que más gente vea lo que publicas. Aunque sea falso o inexacto, como se ha descubierto.

Un par de profesores han planteado métodos para hacerlo diferente, pero las empresas que se dedican a este negocio no han actuado como se les sugiere. 

Lo que no significa que no hayan hecho nada; de hecho Facebook le puso el extraño nombre de “Coordinated inauthentic behavior” (que se puede traducir como Comportamiento coordinado no auténtico) para explicar la publicación de información que busca engañar a las personas. Y han actuado al respecto: tan cerca como ayer Meta anunció que se había sacado de circulación gran cantidad de información publicada en China, Rusia y Turquía en que se presentaban como verdaderas publicaciones que se dedicaban a atacar a Estados Unidos, entre otros temas.

¿Qué falta entonces? Que haya una acción más cercana al nivel de lo que se publica. Por ejemplo Whatsapp ya está marcando los mensajes virales. Explican que lo hacen porque “de esta manera, también se minimiza la divulgación de rumores, mensajes virales y noticias falsas”.

Es decir, podemos ver que se puede hacer. Falta que se quiera y que la experiencia de uso se modifique para bien. Hay quienes están siendo afectados por esto -en especial quienes tienen menos experiencia y requieren de más guía- y de allí lo relevante de este cambio.

Algo salió mal, intente de nuevo

La continua incapacidad de Twitter para funcionar como solía hacerlo, me ha llevado a pensar en cuáles son las características que debe cumplir una red social para que funcione adecuadamente.

La forma del error que muestra Twitter y que lleva a pedir que te suscribas a Twitter Blue

Y no me refiero sólo al intercambio de mensajes entre quienes participan, sino que también a la forma de hacer el negocio para que sea sostenible en el tiempo.

Lo primero a considerar es que los contenidos deben ser gratis o tener un costo que las personas estén dispuestos a enfrentar. Hasta ahora ese precio que pagaba cada usuario consistía en generar publicaciones y entregar y datos, como lo hace habitualmente el grupo de aplicaciones de la empresa Meta. Luego, esas plataformas tienen permiso para reutilizar lo que se publica de todas las maneras posibles, incluso llegar a venderlo, sin tener que pagarles a los autores originales.

De hecho Instagram lo plantea así en los Términos y Condiciones: “Cuando compartes, publicas o subes contenido protegido por derechos de propiedad intelectual o industrial (como fotos o vídeos) en nuestro Servicio o en relación con este, de conformidad con el presente acuerdo, nos concedes una licencia mundial, no exclusiva, transferible, sublicenciable y libre de regalías por derechos de autor para alojar, utilizar, distribuir, modificar, mantener, reproducir, traducir y mostrar o comunicar públicamente tu contenido, así como para crear obras derivadas (de acuerdo con tu configuración de privacidad y de la aplicación)”.

Cuando esta condición básica de precio no se cumple, ocurre que quienes producen el contenido pueden decidir no seguir participando y buscar alternativas más adecuadas para dar a conocer sus historias. En eso hemos estado en las últimas semanas y la explosiva aceptación de Threads parece confirmar esta idea.

Lo segundo a considerar es que debe tener una experiencia de uso que simplifique compartir la información, de manera que sea posible crear grupos de interés ya sea en torno a personas o de temas. En una red no basta con la presencia individual porque es como una fiesta en que la actividad es colectiva o, simplemente, no existe. Por lo mismo, gran parte de la magia que tuvo Twitter ocurrió gracias a los hashtags que vinculan conversaciones. 

En casos como en Threads donde eso no existe, ha costado que exista tracción sólo en torno a una línea de tiempo de gente hablando y esa puede ser la razón para que en esta semana la actividad haya disminuido a la mitad, luego de su rápida irrupción. 

Un tercer aspecto es la oferta de contenidos apropiados que viene dada por la actividad de las personas, pero que también es apoyada desde los algoritmos que detectan tendencias y sugieren información adecuada a quienes vienen llegando. Es lo que ha hecho que TikTok haya logrado su situación actual: no sabes a quién seguir cuando entras, pero muy pronto es posible que estés mirando publicaciones interesantes. Su capacidad de recomendación es su mayor activo y permite ofrecer una parrilla de contenidos interesante sin importar a cuánta gente sigas o conozcas en la red.

Por último, la red tiene que ser un buen negocio. Tiene que generar dinero para la empresa que la desarrolla y ofrecer oportunidades de negocio para quienes participan. En ese sentido hay diferentes modelos: desde OnlyFans que permitió crear espacios de trabajo cerrados y pagados orientados a creadores de contenidos para adultos, hasta Spotify, que hizo lo contrario: contenidos gratuitos a cambio de que escuches publicidad y luego un sistema en que depende de lo que pagues es lo que recibes.

Bueno, todo lo anterior es lo que se le olvidó a Twitter. Ojalá recupere la memoria luego.

Cómo usan la interacción las redes sociales

¿A quién no le ha pasado que luego de decir algo en voz alta cerca del celular, comienza a aparecer publicidad relacionada con lo dicho? Historias similares han llevado a que desde las redes sociales se desmienta que están escuchando y almacenando información sin permiso. 

Lo que sí se puede afirmar es que el negocio de las redes sociales se sustenta en la capacidad de conocer a sus usuarios en un nivel superlativo, es decir, casi mejor que ellos mismos. Más de una historia hay para demostrarlo.

¿Cómo lo hacen? Procesando lo que en la industria se conoce como “señales” que son los datos que se van guardando a partir del registro de la interacción de las personas con las aplicaciones. En este sentido, el diseño de la experiencia de las personas con las pantallas y la propuesta de contenidos activos es clave para lograr una reacción y, gracias a ello, hacer el registro y enriquecer el perfil respectivo.

Se podría decir que para una red social cada persona es una suma de datos y metadatos. Datos incluye quién eres, la información que entregas acerca de ti (por ejemplo, tu foto y la biografía) y lo que publicas. Metadatos abarca lo que se va anotando acerca de ti e incluye desde qué teléfono usas hasta el lugar y hora desde dónde publicas, pasando por todas las reacciones que tienes frente a lo que ves en la pantalla.

Pero aún hay más

Como en los programas de televisión, aún hay más. Porque cada red social informa -aunque no con la transparencia que uno espera- en qué se fija para ir capturando las interacciones de los usuarios.

Imagen del sitio web de Instagram en que explican su uso de las señales.

Por ejemplo, el máximo ejecutivo de Instagram, Adam Mosseri publicó en junio del año pasado que se fijaban no sólo en lo que hacías en la aplicación, si no también en cómo lo hacías. Es decir, era relevante cuánto tiempo estabas mirando cada publicación, si tocabas la foto de perfil o hasta dónde hacías scroll. La empresa actualizó la información en un nuevo post a fines de mayo de este año para detallar la manera en que funciona el algoritmo por tipo de actividad y negó, pese a la evidencia, que exista el shadowbanning (censurar el contenido de perfiles).

Las señales también son capturadas en Twitter. En un post de marzo pasado se dieron a la tarea de comentar cómo se establecen las recomendaciones que se hacen a las personas que utilizan esta red social. Aunque no es fácil decirlo en simple, declaran que el objetivo es ofrecer contenido relevante, mostrar publicidad adecuada y destacar autores cuyo contenido te pudiera interesar. 

Por último, para TikTok podemos revisar dos fuentes. Uno es un artículo del NYT del 2021 en el que se explica que lo que busca la aplicación es “que permanezcas en ella el mayor tiempo posible” y da alguna evidencia sobre cómo lo hace. Por otro lado, a través de un video de Lidia Infante, una conocida consultora de SEO, se da cuenta cómo y cuáles son las señales que se registran. Además de los contenidos (TikTok logra descifrar qué muestra el video), importan los textos que se incluyen y hasta los sonidos que se integran.

Más transparencia

No hay toda la transparencia que uno esperaría de cómo funciona cada parte relevante de sus algoritmos porque, de seguro, corresponde a esa esfera que se protege bajo el nombre de “secretos comerciales/industriales”. 

Por la relevancia que tienen y por el impacto que están causando en las personas (por ejemplo, lo que dice APA), es relevante que se precise la forma en que trabajan con las señales que capturan y que se informe con más frecuencia y detalle lo qué hacen y con qué datos lo ejecutan. 

Si no, cabe la posibilidad de que en el futuro deban tener sellos como todo producto que afecta a quien los consume. Hay evidencia de que funcionan.

¿Tener perfil en Redes sociales o tener un sitio web?

Una de las disyuntivas más interesantes del último tiempo es la que se ha renovado tras el eventual fin de Twitter, tiene que revisarse por partida doble. Por un lado, decidir qué hacer si se termina y por otro, valorar si la red social es el único espacio al que hay que dedicar el esfuerzo creativo.

Antes de seguir debo decir que estoy presente en Twitter desde 2007 y que me sirve de medio de comunicación, barómetro de temas y descubrimiento de personas.

La primera parte de la disyuntiva se refiere a sí mantenerse allí o migrar a otra red. Queda claro que si desaparece, la respuesta es obvia. Pero si sigue, ¿hay que quedarse con las nuevas reglas que de seguro van a aparecer? Para responder será útil apelar a la Ley de Metcalfe, creada por el autor de la red Ethernet quien señalaba que “el valor de una red de telecomunicación aumenta proporcionalmente al cuadrado del número de usuarios del sistema” lo que, llevado a una red social, se puede entender como que “la utilidad social de una red depende del número de nodos en contacto”. Entonces, moverse a otra red vale si lo haces con tus contactos o bien si en la red alternativa, ya hay un número adecuado de personas cuyos contenidos te interesan. 

Los riesgos de una red social

La segunda parte a considerar es la parte más interesante del tema y se refiere al hecho de que lo que consigas en la red social no te pertenece. Es decir, son tus contenidos (aunque le das una licencia a la red para que los utiliza y hasta los venda sin que participes del negocio) pero están instalados en un lugar que no te pertenece. Cuando quiera que ocurra, la red puede cerrar tu cuenta, cambiar las condiciones, modificar la forma de acceso o dejarte en una situación que te impida seguir en contacto con quienes te siguen. ¿Hay control ante ese tipo de daños? ¿Se puede mitigar ese riesgo? La respuesta en ambos casos es positiva, pero la posibilidad de actuar a tiempo es baja y por lo mismo, lleva a considerar que las ventajas son menores que los problemas que se avizoran.

De allí que mi consejo permanente para quienes crean contenidos digitales es que la red (sin importar cuál sea) debe ser secundaria a un espacio propio, un sitio web donde puedas publicar lo que te parezca, apoyado en un sistema de membresía (por ejemplo, un newsletter como el que comencé hace poco) que te ayude a tener contacto directo con tus usuarios. No tener esa capacidad te deja a merced de lo que la red decida, lo que siempre va a ser una lotería.

En resumen: tener un sitio web propio para las publicaciones, contar con un sistema de membresía para recoger los datos de tus seguidores y participar en una red amplia para difundir lo que haces. En ese orden y no al revés.

¿Cuál es la mejor hora para publicar?

Una de las preguntas que habitualmente aparecen en las clases acerca de contenidos digitales, se refiere a ¿cuál es la mejor hora para publicar en redes sociales?

Habitualmente uso como respuesta una historia de una conversación con un amigo, cazador de aves silvestres. Dado que siempre contaba su aventuras en el campo, la mayoría de ellas en la madrugada, le consulté cuál era la mejor hora para salir a cazar. Y su respuesta, rápida, fue: «cuando haya pájaros». Luego se lanzaba en una explicación larga sobre los hábitos de sus presas, que solían moverse cuando salía y se ponía el sol: en ambos horarios había mucho tráfico y por lo tanto, buen momento para cazar.

Volvamos a la clase. mi respuesta luego de la historia es que hay que publicar cuando la audiencia esté disponible a escuchar e interactuar. Para ello, nada mejor que revisar las estadísticas de la propia cuenta en la que se está publicando, puesto que allí hay información específica y directa que se puede utilizar. En este mismo sentido, también vale la pena mirar los datos que ofrecen entidades dedicadas a las métricas (por ejemplo, Comscore) ya que en forma habitual están entregando datos.

Instagram según Comscore: muestra las mejores horas para publicar (quitar una hora, para Chile)

En las clases de este mes he estado comparando estos datos con la realidad y, sin sorpresa, puedo decir que el promedio general no se acerca a cada caso en particular. De hecho hay perfiles específicos en que las horas de mayor tracción para las publicaciones ocurren después entre las 10 de la noche y la medianoche, franjas que aparecen casi sin actividad en la imagen.

Por lo tanto, el mejor consejo es mirar las analíticas del perfil, probar y ver. Cada caso tendrá su propia historia para contar.

Otra forma de contar historias

Varias veces en este blog hemos hablado de cómo aparecen y se desarrollan nuevas formas de contar historias que generan experiencia entretenidas para quienes consumen esos contenidos.

Volvemos a ese camino con una publicación hecha la semana pasada por The New York Times (requiere suscripción) que usa texto, fotos e imágenes animadas (casi videos) para dar cuenta de una característica que la crítica de espectáculos Amanda Hess descubrió a través de hacer un recuento de las películas de Meryl Streep: su uso dramático de los lentes. Sí, lentes, de sol, ópticos, de cualquier tipo. Con ellos actúa, revela, esconde y presenta más de lo que cabe en la pantalla.

Para ello va entregando argumentos y gracias a un acertado uso del CSS (en particular flexbox), se van desplegando imágenes que van apoyando su historia. El texto no son más de 5 mil caracteres (o sea, dos carillas tamaño carta) que son presentadas en pequeños fragmentos de no más de 250 caracteres, que aparecen rodeados de cuadros con imágenes relativas a lo que se va contando.

Naturalmente, se hace un uso muy interesante del tamaño de pantalla, por lo que la historia se va adaptando al dispositivo que tenga la persona que lo está mirando y por ello pasa de tres columnas de imágenes en tamaño escritorio, a dos columnas en tamaño móvil.

La pantalla de inicio de la historia que une texto e imágenes, vista en el computador.
La pantalla de inicio de la historia que une texto e imágenes, vista en el computador.
La pantalla de inicio de la historia que une texto e imágenes, vista en un celular.
La pantalla de inicio de la historia que une texto e imágenes, vista en un celular.
El relato se presenta en una caja con un fragmento de la historia, no más de 200 caracteres.
El relato se presenta en una caja con un fragmento de la historia, no más de 200 caracteres.

Lo que me parece más atractivo de este formato es que la autora no escribe menos, sino que una cantidad equivalente a lo que ha hecho en columnas anteriores y la diferencia está en la presentación y la manera en que se van presentando los fragmentos, ayudando a lectores acostumbrados a una cantidad de texto estilo Twitter o Instagram. En este sentido, la adaptación es clave y hace que la entrega de información gane y ofrezca una mejor experiencia.

Es decir, todo lo que un escritor quiere respecto de sus textos.

Datos y herramientas para ser un influencer

En los últimos meses he visto cómo los influencers (personas destacadas por su trabajo en redes sociales) han sido destacados en algunos reportes —Jelly y Comscore— como actores destacados en campañas de marketing digital, por su efectividad en la entrega de mensajes a quienes les siguen.

Eso me ha llevado a volver a pensar en su rol y en los espacios y herramientas que deben utilizar para cumplir adecuadamente su papel. Buscando información del tema llegué a este artículo publicado por Signal Fire que logra poner en un solo espacio todo lo que hay que saber para entender lo complejo de este trabajo. Dado que SignalFire es una empresa de capital de riesgo que invierte en marcas de diversos mercados usando una plataforma de datos en tiempo real, promueve además el trabajo con influencers para que las apoyen. Un círculo virtuoso, podríamos decir.

Ellos hablan de que existe una «economía de los creadores» de la que participan «la clase de empresas creadas por más de 50 millones de creadores de contenidos independientes, curadores y creadores de comunidades, incluidos los influenciadores de las redes sociales, los blogueros y los videógrafos, además de las herramientas de software y financieras diseñadas para ayudarles en su crecimiento y monetización».

El gráfico muestra los tipos de creadores de contenido de acuerdo a la plataforma en que se desempeñan.
El gráfico muestra los tipos de creadores de contenido de acuerdo a la plataforma en que se desempeñan.

Agregan que en esa economía hay una tendencia fuerte en marcha: «Los creadores han pasado de ser pagados por plataformas como YouTube con cuotas de ingresos publicitarios a cambio de llevar una audiencia a las plataformas, a ser pagados por patrocinadores de marcas en Instagram y Snapchat a cambio de su alcance a una audiencia a la que acceden a través de las plataformas, a ser pagados por los fans a través del mecenazgo o las propinas o el comercio electrónico a cambio de entretenimiento y comunidad más allá de las plataformas».

Pero, probablemente la parte más interesante del artículo es cuando se refiere a las herramientas, ya que se hace cargo de detallar los diferentes tipos de software para todo lo que alguien que publique contenidos puede necesitar. Desde la edición hasta la publicación, pásando por analíticas, monetización, y marketing, entre otras. De verdad, hasta que no leí este artículo no estaba consciente de todo lo que hay en este ámbito.

Por último, el aŕtículo se refiere a lo que los creadores de contenidos pueden vender. Va la lista:

  • Acceso a sus seguidores gracias a algún tipo de interacción.
  • Venta de cursos online
  • Venta de suscripciones a boletines o e-books
  • Venta de objetos relacionados al influencer (merchandise).

Aunque el artículo está muy orientado a los propios servicios de quien publica, creo que vale la pena darle una vuelta a la diversidad de marcas, servicios, productos y plataformas que ha nacido para apoyar a quienes desean crear contenidos.

Redes sociales: así vamos

Siempre es interesante conocer los números actualizados de la actividad que hacen las personas en redes sociales en nuestros países de acá abajo (el sur del sur) en Latinoamérica. Y qué mejor que escucharlo de quienes están habitualmente midiendo el comportamiento de estas audiencias, como es Comscore, una empresa dedicada al tema.

Por ello que me gustó asistir a la charla que dictó Fernando Vega, Social Manager para América Latina de la empresa y que hizo un recorrido por lo que está pasando. Esta empresa que en 2019 ya había adquirido a Certifica, una empresa chilena de medición de audiencias en sitios web, y que a fines de 2021 compró Shareablee ya tiene a su haber las herramientas más completas para acceder a esa información.

¿Qué presentó? Que las redes sociales son los espacios de comunicación con mayor alcance (82,5% de la población); que hay un aumento sostenido del uso de esas plataformas (de 40 a 100 publicaciones anuales) y que Instagram aparece como el espacio con mayor audiencia, duplicando a Facebook en Argentina, Brasil y Chile. Lo otro interesante es el rol de los influencers, cuyas publicaciones representaron el 8.7% del total en América Latina pero son responsables del 49% de todas las interacciones en la región.

La imagen muestra un gráfico con datos de la interacción en redes sociales para cada país según Comscore.
Datos de la interacción en redes sociales para cada país según Comscore.

Recomiendo pedir su presentación (hay que dejar los datos a cambio) porque entrega una serie de recomendaciones para el uso de las diferentes plataformas de redes, que hay que tener en cuenta.