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The facebook papers: sabían pero no hicieron nada

Un nuevo escándalo remece a Facebook. Esta vez y usando sus propios documentos, la empresa ha sido acusada de que pese a que sabía acerca de los múltiples problemas que estaba ocasionando su plataforma en diversos países debido a sus propias investigaciones internas, no hizo nada para remediarlos.

La imagen muestra la noticia en The Guardian, con la foto de Frances Haugen hablando en 60 minutes.

La acusación fue hecha formalmente por Frances Haugen, una científica de datos que trabaja en Facebook hasta mayo pasado y que, al ver esta situación, decidió hacer copias de todos los reportes y hacer una presentación formal ante un organismo fiscalizador en Estados Unidos: la Securities Exchange Comission (SEC), que es el regulador de todas las compañías abiertas. Su acusación presentada inicialmente por un estudio de abogados y sin dar su nombre, sostenía que «nuestro cliente anónimo está revelando pruebas originales que demuestran que Facebook … ha violado, durante años pasados y en curso, las leyes de valores de Estados Unidos al hacer tergiversaciones y omisiones materiales en las declaraciones a los inversores y posibles inversores» y las realizadas ante la SEC, testimonios ante el Congreso, declaraciones en línea e historias de los medios de comunicación.

La historia completa fue entregada a través del diario The Wall Street Journal que desarrolló un reportaje en varias entregas y luego, la propia Frances dio a conocer su identidad en una entrevista en el programa 60 Minutos que se transmite a nivel nacional. Entre los temas que la empresa sabía pero ante los que no hizo algo significativo se refiere al uso de la plataforma para fomentar discursos de odio (controla solo el 3-5% del total); no se preocupa de los efectos de la salud mental (en especial en adolescentes que usan Instagram); no tiene control sobre publicaciones que ayudan al tráfico de personas o la promoción de la violencia étnica y, pór último, que se les da un tratamiento especial para celebridades, a las que no se les controla nada de lo que dicen o muestran.

En su presentación explica que «durante años, Facebook ha falseado las métricas principales a los inversores y anunciantes, incluyendo la cantidad de contenido producido en sus plataformas y el crecimiento de los usuarios individuales».

La publicación ha tenido el trato habitual de parte de la empresa, que ha informado que estará lista para responder ante el regulador.

Un par de ideas acerca del futuro de los medios

A raíz de una entrevista que me hizo Francisco Sabat, profesor de Periodismo de la Universidad Finis Terrae, durante el verano, para un bello proyecto que se trae entre manos y al que le auguramos mucho éxito, tuve que responder muchas preguntas acerca de lo que pensaba en relación con los medios y su futuro.

Aunque no quiero divulgar por acá lo que respondí para molestar su trabajo, quiero aprovechar ese impulso para darle una vuelta al tema y dejar mi visión al día de hoy sobre el futuro de los medios.

Principal desafío

El central es sobrevivir. Hoy los medios enfrentan a un escenario donde todo está en contra: un mercado que no invierte, una audiencia que los abandona y una crisis de su modelo de negocio normal, basado en la publicidad. Si eso no fuera poco, se agrega la competencia de Facebook y Google, que se quedan con una tajada cada vez mayor de la inversión publicitaria, y la presencia permanente de las redes sociales, que son elegidas por las personas para informarse, quitándole tiempo de consumo y relevancia a los medios. Creo que nunca tantas cosas de manera simultánea habían estado en contra de que los medios tengan posibilidades de futuro.

Modelo de negocio

En el pasado la publicidad era la forma de ganar dinero en el ecosistema de los medios de comunicación. Era simple: el medio desarrollaba audiencias gracias a sus contenidos y se le cobraba a empresas que querían entregarle mensajes a esas personas que visitaban lo que publicaba. Google y Facebook innovaron y crearon un sistema que personaliza la publicidad, haciendo efectiva la inversión. Los medios reaccionaron con la publicidad programática, pero fue tarde y no tan eficiente, ya que se mantuvo el costo por visitas y no por clicks. Por lo tanto, el futuro deberá financiarse con diferentes tipos de negocios que incluyan, entre otros, membresía, publicidad, segmentación, personalización, newsletters, multi plataformas y mucho software.

Nuevas habilidades

Lo que sigue va a ser digital, con mucho software, vale decir, se debe invertir en programación y tecnología. Para decirlo en simple: se necesitan periodistas que programen sus contenidos; diseñadores que generen contendios y resuelvan problemas en pantallas aprovechando las capacidades del software e ingenieros que reporteen y entiendan de contenidos, para que esto sea cierto. Hay que decirlo claramente: los medios sin esa alma digital no sobrevivirán.

Qué plataforma seguirá

Es casi una apuesta, por lo que hay que pensar en que los medios deben entregar sus contenidos en la plataforma en que estén las audiencias a las que quiere llegar. Se requiere que haya personas que entiendan este tema y que les den la capacidad y la posibilidad de innovar. Va a haber mucha prueba y error, pero hay que estar allí y no ser espectador de cómo los demás lo hacen, esperando que se asiente la tecnología para luego invertir. La mala noticia es que, si miramos los últimos 20 años, no hay una tecnología que haya durado tanto. Nada se asienta, sino que son fases de aparición, desarrollo, madurez y muerte en ciclos cada vez más cortos. Hay que persuadir a las marcas que invierten en publicidad a compartir la vorágine.

Redes Sociales

Habrá muchas, muy diferentes y muy efímeras. Hay que elegir aquella en que la audiencia del medio haga sentido estar. Lo que no puede ocurrir es que el medio no se vea porque está oculto tras un medio de pago, porque si no se ve, pierde su alcance y con ello su capacidad de influir.

Cobrar por todo

Ya se hizo el esfuerzo de entregarlo todo gratis y no resultó como negocio. Por tanto, hay que inventar formas de cobrar razonablemente por todo, aunque sea por mirar una página. Hay muchas empresas innovadoras (por ejemplo las fintech chilenas y de otros países) que les gustaría participar de un modelo de ese tipo. Más ahora que está cambiando el escenario de los medios de pago. Estamos hablando de dinero aquí: si hay éxito, se paga solo.

Para terminar, podemos decir que el modelo anterior terminó porque ya cumplió con todo lo que podía dar (de hecho, lo estamos estrujando para sacar lo último). Sólo queda innovar para seguir.

Los medios enfrentan un fin largamente anunciado

Buscando vía Google, se define un evento catastrófico como un “riesgo que tiene su origen en sucesos extraordinarios e improbables pero que, por su magnitud, implican una elevada cuantía de los daños que ocasionan”. Más allá se explica que es una situación de “baja probabilidad y de muy alto impacto”, aunque se incluyen entre ellos los terremotos, maremotos, tsunamis, ciclones, huracanes, erupciones volcánica y ahora, un virus de alcance mundial.

Si uno mira la situación de los medios de comunicación, un ámbito en el que me desempeño como profesor de una escuela de Periodismo, es claro que estamos ante un escenario en que se están conjugando una serie de circunstancias para configurar un evento de este tipo.

Audiencia y confianza

El primero es la pérdida de audiencia y junto con eso, de validación pública. Para eso, hay que mirar la encuesta de Cadem (Estudio Medios de Comunicación Post Crisis) de enero pasado. En una línea resumen lo mal posicionados que quedaron tras los eventos el 18/O en Chile:

Sobre el rol de los distintos medios de comunicación, un 80% cree que la televisión es quien más se ha centrado en la violencia y los destrozos de las movilizaciones y un 61% considera que representa más los intereses de la elite. Asimismo, 90% cree que a los medios de comunicación les importa más mostrar las noticias que convienen para tener más audiencia y mejores resultados económicos.

Negocios a la baja

Durante el verano fuimos testigos cómo, nuevamente, varios medios se vieron afectados por las mermas que están experimentando en sus negocios. Cierres y despidos fueron parte de las malas noticias. Por ejemplo, el 3 de febrero de 2020 el grupo Copesa anunció el cierre definitivo de las versiones impresa y digital del diario La Hora.

Durante noviembre y luego en febrero e incluso esta misma semana, una serie de medios despidieron parte de su personal. La razón para ello: los números de los negocios no dan.

El gerente general de Copesa, Andrés Benítez, lo explicó así: “Lo sucedido se enmarca en el complejo escenario que enfrentan los medios de comunicación en el mundo, del cual todos estamos conscientes. Esto no sólo está produciendo una transformación importante en la industria, sino también ha estado acompañado, lamentablemente, del cierre de muchos medios tradicionales”. Por su parte, Patricio Hernández, director ejecutivo Megamedia, informó que la medida se debía “exclusivamente por razones económicas y por el grave deterioro de los ingresos de la industria de la televisión”.

Redes Sociales como reemplazo

Una dato que recoge la encuesta de Cadem y que tiene su símil en los estudios hechos en EE.UU. es que las personas están prefiriendo las redes sociales para informarse. No es que les crean más que a los medios, pero como pasan allá más tiempo, poco les queda para confrontar lo que ven en las redes respecto de lo que informan los medios. Eso lleva a que les crean poco, pero que igual reemplacen el rol que cumplen los medios como canales de información y comunicación con la sociedad.

Esto se ve reforzado con la aparición de personajes relevantes de los medios, como Ascanio Cavallo, quien usó una entrevista en el Diario Financiero el viernes 7 de febrero, para detallar su crítica contra el rol de las redes sociales. Junto con decir que las redes sociales “están cumpliendo un papel fascista” (porque sus críticas generan funas que llevan a los periodistas a callar), indica que si bien tienen “inmensas virtudes para la comunicación interpersonal”, tienen un “efecto negativo que hay que controlar, atencuar y demarcar”.

“Si no controamos las redes, los medios de comunicación van a desaparecer. Y la lógica indica que la gente necesita información en la que pueda creer. De cara a los procesos que vienen en Chile -todos tan delicados, que dependen tanto de la opinión plural, en medio de un proceso de polarización galopante-, los únicos que pueden ofrecer información segura para tomar una posoción razonada son los medios profesionales. No es Facebook ni Whatsapp, porque en estos espacios sólo te escuchas a ti mismo”.

Escenario futuro en jaque

Volviendo al comienzo, cuando comienzo un año de clases lo hago con una advertencia para los alumnos: se tienen que preparar para un escenario en el que las personas seguirán necesitando información (más análisis y contexto), pero en el que probablemente no habrá medios para atenderlos. Habrá que buscar soluciones que sean digitales (por el costo), personalizadas (por el alcance) y segmentadas (por el interés) que sean entregadas en el tiempo y la forma en que los usuarios lo requieran. Agreguemos también, por un precio adecuado. ¿Cómo se hace? ¿Alguien lo ha logrado?

Sí, varios. Probablemente el más relevante es The New York Times.

En una charla de enero pasado ante la INMA (International News Media Association), Mark Thompson, CEO del The New York Times tuvo que responder a esta pregunta: ¿Qué factores señalaría en el crecimiento y el éxito del New York Times durante su mandato?

Hace cuatro o cinco años descubrimos que primero deberíamos ser un servicio de suscripción. Lo más importante que teníamos que vender era nuestro contenido y la calidad de lo que el periodismo de The Times puede hacer. Deberíamos empezar a pensar en nosotros mismos más como un servicio de suscripción de calidad, como un HBO o un Netflix.

Como él ha sido el CEO desde 2012, por lo que le podemos acreditar a su desempeño la exitosa estrategia digital que ha llevado adelante la empresa, es interesante ver que entienda que el medio tiene esa característica.

Otra de sus frases, esta vez acerca del diario:

“Tenemos muchas plataformas, la impresa es una de nuestras plataformas. Nos encanta nuestro producto impreso, vamos a estar imprimiendo por otros 15 años o más, pero no hay ningún crecimiento que se pueda tener allí. Con el tiempo, el número de suscriptores se reducirá, los anunciantes disminuirán, y en última instancia, la economía de esa plataforma fracasará. Esa es nuestra opinión. El viejo barco se va a hundir al final”.

Por eso plantea que se debe poner en primer lugar lo digital (de hecho, enfatiza que hay que ser capaces de vender suscripciones en el celular):

No dejes el teléfono inteligente al final. Tiene que ser al revés. Los editores deben comenzar con lo digital, de allí obtienen su sitio web, y luego eligen de allí lo que se publica en el periódico impreso físico. Lo básico para las empresas con estructuras antiguas, y psicológicamente es muy duro, es que tenemos que poner lo nuevo primero y lo viejo segundo, aunque lo viejo siga siendo la mayor parte de tus ingresos. Esto representa una enorme dificultad interna para la mayoría de las empresas.

Aunque todos tenemos claro que sólo hay un diario como The New York Times y su modelo, haciendo compleja la imitación, las tareas que ellos han enfrentado son similares para todos los medios, sin importar su tamaño o situación. La forma de resolverlas, es donde está la dificultad.

Lograr que los lectores paguen

A través del Reuters Institute una serie de expertos han desplegado ideas acerca de cómo hacerle frente al futuro de los medios. En enero (en inglés) y a fines de febrero (en español) entregaron su visión y recomendaciones a través del documento “Periodismo, medios y tecnología: tendencias y predicciones para 2020” que publican como parte del Digital News Project.

En su resumen ejecutivo plantean que la última década estuvo marcada por os teléfonos móviles y las redes sociales que “fragmentaron la atención, socavaron los modelos de negocio basados en la publicidad y debilitaron el rol guardián del periodismo”, afectando “la confianza en el periodismo y en varios países provocaron ataques contra medios independientes”.

Ellos ven que la próxima década “será definida por la creciente regulación de internet, más los intentos de recuperar la confianza en el periodismo y una conexión más cercana con las audiencias. También sufrirá el impacto de la siguiente ola de disrupción tecnológica, desde la automatización mediante inteligencia artificial, big data (reunir y analizar grandes volúmenes de datos) y nuevas interfaces visuales y basadas en la voz”.

Asimismo queda claro que lo que sigue hacia adelante es buscar que los lectores paguen por lo que consumen:

Los editores siguen apostando fuerte por los ingresos que vienen de los lectores: la mitad dice que esa será su principal fuente. Alrededor de un tercio (35%) piensa que la publicidad y los ingresos vía lectores van a ser igualmente importantes y apenas uno de cada siete (14%) centra sus esperanzas exclusivamente en la publicidad.

En este sentido, creo que es muy pertinente leer la columna que escribe Eduardo Suárez como parte de este reporte: “Lograr que los lectores paguen”.

El giro hacia un modelo de pago será duro para cualquier medio y no dará resultados a corto plazo. De acuerdo con el Digital News Report, la mayoría de la gente no está dispuesta a pagar por la información y mucho periodismo de calidad sigue siendo gratuito. Sin embargo, los editores deben ser pacientes. Esta carrera no es un sprint sino una maratón.

En resumen de lo ocurrido y de lo leído en estos meses, el desafío para los medios es mayor y es definitorio acerca de su permanencia en el tiempo. Es posible y muy real, que muchos no logren seguir, por lo que hay que actuar con urgencia y con sentido crítico. Ya no hay que hacer productos que sólo informen, sino que lo hagan y sean sostenibles.

No hay recetas, sólo hay certezas. La principal, es que seguir como estamos, sin cambios y sólo recortando costos, será equivalente a esperar que la suerte nos salve del evento catastrófico.

100 Elementos: mi nuevo libro

Para los que no lo sabían, el pasado jueves 4 de octubre y con el apoyo del grupo IxDA Santiago, realizamos el lanzamiento de mi nuevo libro, del que algo había adelantado.

Su nombre es “100 elementos que debe tener un sitio web” y se trata de un trabajo que hice en los últimos tres años para crear una guía de aquellos objetos, aplicaciones y contenidos que considero que son los mínimos que deben ser incluidos en un espacio digital que funcione, es decir, que cumpla los objetivos para los que fue creado.

Imagen de la tapa del libro 100 elementos que debe tener un sitio web.
La tapa del libro 100 elementos que debe tener un sitio web.

La presentación fue realizada en un ambiente muy entretenido, junto a amigos antiguos y nuevos, y permitió mostrar el sitio web y la presencia en redes sociales (Twitter y Facebook), que ayudan a difundir el trabajo que estamos haciendo. Asimismo, comenté que a diferencia de mi libro anterior, 100 Elementos se puede comprar en papel a través de Amazon en versión Kindle y papel, con impresión a pedido. Para qué les cuento todo lo que he aprendido acerca de cómo publicar libros 🙂

¿Qué sigue? Como conté en el lanzamiento del libro, mi interés es seguir escribiendo. Tengo previta la versión actualizada de “Tienes 5 Segundos” para el próximo año (cumple 10) y cerrar y publicar la investigación que hice sobre cómo llegó Internet a Chile. Así que, trabajo hay.

Si leen el libro, por favor, cuéntenme. Quiero ver qué les pareció.

Periodismo: hablemos de modelos de negocio

En las clases que he estado dictando en este comienzo de semestre, he vuelto desde diferentes ángulos a un tema central para la actividad del periodismo y los medios: cómo financiarlo.

Entre los ejemplos que he entregado, hay uno que ya es un hecho: la publicidad digital en los mercados más avanzados está siendo “acaparada” por Google y Facebook. Tanto que ya les llaman el “duopolio“, que aunque ha declinado, sigue siendo dominante.

Según emarketer, el 63% de la inversión publicitaria hecha en medios digitales en Estados Unidos durante el año pasado, fue desplegada en sitios que pertenecen a alguna de esas compañías y que el 27% restante se fue a otros medios digitales. En ese mismo país, la inversión publicitaria en medios digitales ya sobrepasó a la TV (41% contra 35%) en 2017.

En Chile aún falta para que los medios digitales sean líderes en cuando a inversión, pero de seguro que ya viene. La ACHAP informó que a 2017, la TV se sigue imponiendo y su porcentaje de participación en el total de la inversión es de un 35% versus un 20,2% de la prensa escrita y un 19,7% de la industria online (ver informe en PDF). Para tener algo de perspectiva, los números de hace cinco años (2013) eran 42,7%, 24,2% y 9,3%, respectivamente.

No hay datos de cuánto de esa inversión va para Google-Facebook y cuánto para los medios. Quienes saben del negocio hablan de un porcentaje similar al de Estados Unidos o incluso más allá. Pero, queda claro que de la torta publicitaria, queda cada vez menos para repartir entre los sitios web dedicados a las noticias (los traidicionales y los nuevos). De allí que muchas de las soluciones que están ofreciendo hasta ahora todos los medios digitales noticiosos para mostrar publicidad sea la de poblar de avisos cada página disponible: la necesidad obliga.

¿Hay otra forma?

Para conseguir financiamiento para sus operaciones, la solución en todo el mundo ha sido la publicidad y/o la suscripción. Vale decir, mostrar avisos y cerrar el acceso a los contenidos a quienes no pagan. En Chile esto ya se está viendo en varios medios de nicho, aunque los masivos siguen con las puertas abiertas.

Miguel Paz, amigo, colega y, por este tiempo, profesor en la Escuela de Periodismo CUNY, escribió recientemente un documento hablando de de ćomo hacer un nuevo medio. Allí plantea más opciones:

Para ser independientes no se puede hacer medios que sólo dependan de la publicidad sino que deben contar con un modelo de financiamiento o negocios mixto. En el cual sus lectores sean actores clave. Que sean socios y cómplices.

Algo por el estilo es lo que ha hecho eldiario.es en España, pidiendo a sus lectores que sean socios de la empresa y participen de la tarea de hacer mejor periodismo.

Por otra parte, un colega de Miguel y además profesor de la misma CUNY, Jeff Jarvis, aparece hablando de este tema en la última edición de la revista Dossier de la UDP, donde plantea que los medios deben plantearse de nuevo su rol, para llegar a las personas con lo que necesitan:

Mi precepto fundamental es que lo que Internet mata es el modelo de negocios de los medios de masas. Y con ellos la idea de una masa, que es invento de los medios; es decir, la idea de que hay un público indiferenciado que tratamos por igual. Alcanzar a la máxima cantidad de gente con el mismo producto, eso hacíamos porque es lo único que podíamos hacer. Pero así es como perdimos la confianza. Porque yo no soy lo mismo que el resto. No hay un público sino muchos públicos y comunidades. Ahora, gracias a Internet, esas comunidades pueden hablar y encontrarse, y darse cuenta de que nunca nadie les prestó atención. Tenemos que servir a la gente como individuos y como miembros de una comunidad, con relevancia, valor y empatía. Y para hacer eso, primero tenemos que escuchar.

Invertir en tecnología

Desde mi punto de vista, lo que está faltando en nuestra mirada de cómo financiar lo digital, es la tecnología.

Google y Facebook tienen una oferta de interés para quienes publican avisos, porque desde ambas plataformas se ofrece la capacidad de segmentar a la audiencia y mostrar avisos a quienes realmente están interesados en verlos. Eso permite que ellos puedan hablar de “conversión”, vale decir, de cuánta gente ha hecho click en los avisos y ha llegado hasta los avisadores para consultar, informarse o comprar.

En cambio, hasta ahora, los medios sólo han sido capaces de tener plataformas para mostrar el mismo aviso a todos quienes visitan el sitio web. De allí que lo que más hacemos quienes no usamos el ad-blocker de turno, sea buscar la forma de “saltar” o “cerrar” el aviso.

A eso se suma la necesidad de las agencias de vender “páginas vistas“: quién ofrezca más visitantes, más avisos se lleva. Eso, sin discriminar si lo que muestra son noticias reales o bien, historias con fotos de gatos (hay varias buenas) o recuentos de lo mejor o lo que no sabías de algo que no te interesa.

Es claro que se requiere hacer algo diferente, que mantenga la importancia del medio y permita hacer ofertas de valor a la audiencia que lo visita. Así como vamos, los medios están perdiendo relevancia y los usuarios la paciencia. Es necesario invertir en tecnología que ayude en la tarea. Es importante creer en la capacidad propia del medio. Y es muy relevante hacerlo luego.

El examen de grado de Zuckerberg

Ante un grupo de congresistas que lo doblaban en edad, Mark Zuckerberg, parecía más un estudiante dando un examen de grado que lo que es: un ejecutivo de una de las empresas más poderosas del mundo.

La otra diferencia, es que en un examen, quien pregunta, siempre sabe. En este caso, muchos de los políticos se estaban informando acerca de lo que la red podía hacer, sin llegar a entender plenamente las respuestas que recibía. De allí que muchas veces no pudieran hacer nada con los “ladrillos” que les devolvía Mark (ver coberturas de WSJ, NYT y C-SPAN).

Incluso hubo quienes actuaron de fans, como el senador que le envió saludos a su hijo y mencionó su cuenta de Instagram.

Mark Zuckerberg enfrenta a los fotógrafos, poco antes de comenzar su presentación en el Congreso (Imagen de C-Span)
Mark Zuckerberg enfrenta a los fotógrafos, poco antes de comenzar su presentación en el Congreso (Imagen de C-Span).

Lo que está en juego

Pero, ¿qué está en juego en las sesiones de los comités del Congreso de Estados Unidos ayer, además de la segunda sesión que sigue hoy miércoles?

Probablemente, Mark trata a toda costa de evitar que se legisle en torno a lo que puede o no, hacer su compañía. Algo similar a lo que han tratado de hacer otras empresas, de muchos otros diversos rubros que han tenido que ir a Washington a dar explicaciones.

Facebook es una gran empresa de exhibición de publicidad, un espacio de contenidos donde quienes participan pueden ver información que les interesa, junto a avisos contextuales, que unidos en una experiencia simple y entretenida, logran adicción y tracción. Mientras más datos le da cada usuario a la empresa, mejor respuesta recibe de la red social y por eso se hace tan atractivo participar en ella.

¿Qué se puede legislar? Pues, los límites de lo que la empresa puede hacer con los datos de los usuarios. También, que tenga auditorías externas para demostrar lo que declara (por ejemplo, que borra los datos de quienes borran su cuenta). Por último, que se le impida recolectar datos fuera de su espacio, como lo hace hoy.

¿Qué no se puede legislar? Su alcance: ayer Zuckerberg al hablar acerca de la forma en que se ha usado Facebook por terceros para intervenir en política, mencionó cinco países en cuyas elecciones se está haciendo algo parecido a lo que pasó en la de Estados Unidos. Facebook ya es muy grande como para enfrentarla.

¿Significa entonces que ya es muy tarde y que hay que rendirse por su tamaño? Mi respuesta es lo que dije antes: debemos valorar el concepto de la privacidad y compartir con cuidado en esos espacios. No hay que darle herramientas a un sistema que ya ha demostrado lo que puede hacer con los datos ajenos.

¿Salir de Facebook es la opción correcta?

Llegué como usuario a Facebook el domingo 29 de abril de 2007 a las 23:32 horas. Por lo que, al momento, llevo casi 11 años ingresando datos en esa red social.

Anoche pedí una copia de todo lo que he escrito, subido, comentado y guardado allí. En total, un poco menos de 45 Mb. Incluye lo obvio y un par de sorpresas: la guía de teléfonos de mi celular, completa (probablemente, del tiempo en que tuve instalada la app en el teléfono) y un listado de 200 empresas a las que la red ya le entregó mis datos.

Es decir, aunque los niveles de privacidad lo tengo en los máximos posibles, mi información o lo que publiqué allí, ya fue compartida.

Todo lo anterior viene a propósito de la idea que se ha esparcido en los últimos días acerca de abandonar esta red social. Las razones que se dan para este movimiento es su incapacidad para dar seguridad a los datos que allí se ingresan y la posibilidad cierta de que se use esa información para entregarme datos que se aprovecharán de mis debilidades (o necesidades) para ofrecerme contenidos que eventualmente me pudieran llevar a creer en algo que a alguien le interese tenerme como adepto.

Al menos eso es lo que hay tras el caso (aún en proceso de revelarse) de Cambridge Analytica, la empresa británica que está al centro del mayor esfuerzo conocido, por usar los datos de las personas para generar sistemas de publicidad individual para influir en el comportamiento de quienes reciben tales mensajes. Gracias a una tecnología que aprovechó los datos obtenidos de manera fraudulenta, logró perfilar a 50 millones de personas para entregarles mensajes que finalmente apoyaron las estrategias que hubo tras el triunfo del Brexit en Inglaterra y de Donald Trump en Estados Unidos.

Conociendo todo lo dicho, ¿hay que dejar Facebook? La respuesta no puede ser absoluta, especialmente en un país como Chile, donde la privacidad es un concepto que recibe poco cuidado: entregamos nuestros datos personales en cualquier parte, desde la portería de una oficina hasta la caja del supermercado.

Creo que lo que hay que hacer es tener cuidado de tres cosas: primero, entender dónde estamos y aumentar los niveles de proivacidad hasta donde sea posible. Luego, cuidar lo que publicamos (qué decimos y dónde), asumiendo que todo será conocido más allá del ámbito de dónde lo estamos afirmando; y por último, no creer todo lo que aparece en los espacios digitales que frecuentamos. Hay que tener un sano y permanente escepticismo.

Dicho en simple, no creer todo lo que te dicen, por muy serio que parezca. Vale decir, tal como lo hacemos en el resto de la vida fuera de una pantalla.

Desafío del Periodismo: mostrar lo que no quiero ver

He estado trabajando arduamente en un proyecto que está por salir y al que le puse mucho empeño. Con el apoyo de un grupo de entusiastas ingenieros y un gran diseñador/programador, logramos implementar un par de ideas que permitirán avanzar en el tema de hacer ofertas de contenido que le hagan sentido a quienes las revisan. En una frase: ofrecer lo que quieres ver al lado de lo que estás viendo.

El problema es sencillo si se cuenta con la organización de contenidos adecuada. Es decir, si un contenido pertenece a una sección, puedo ofrecerte más de esa sección, Si dentro de la sección uso etiquetas, puedo ofrecerte algo más de esa misma sección/etiqueta. Si lograra darle algún tipo de jerarquía a los contenidos de la sección/etiqueta y hacer que ese conjunto de contenidos se ordenara por algún factor de relevancia (número de visitas, efecto en redes sociales, etc), pues, mejor sería la selección que tendríamos para ofrecer.

Bueno, todo lo anterior ya lo hace Facebook. Vale decir, muestra los contenidos de una sección (nuestros amigos), para una etiqueta determinada (por ejemplo, los amigos a los que más leemos) y finalmente, de ellos nos muestra lo que están haciendo con mayor frecuencia en nuestro muro.

Eso ha llevado a que nos encerremos en una especie de caja (en inglés, echo chamber), en la que vemos lo que nos gusta y rara vez lo que nos disgusta. Y, ya tenemos claro que eso es un problema que los medios no han podido resolver: la gente no está usando los medios para informarse ya que dedica su tiempo a las redes sociales y allí sólo ve lo que quiere ver.

¿Qué deben hacer los medios entonces? Lo de siempre, ser una guía hacia el mundo, mostrar lo que está a la vista pero no se ve. La forma de hacerlo es la de siempre: buen contenido.

Sin embargo, hay algo que quienes hacemos periodismo digital podemos aportar. Sobre la capa de buen contenido (que es imprescindible) se debe ofrecer una capa de interacción que ayude a que las personas interactúen con lo que leen o miran, de tal manera que puedan explorar por sí mismas y darse cuenta de lo que les falta saber.

Hasta ahora, el contenido ha sido pasivo, pero lo que las redes sociales nos han mostrado, es que cuando el contenido se activa, se producen situaciones nuevas que llevan a las personas a preguntarse cosas que hasta ese momento ni siquiera sabían que ignoraban (casi lo mismo que hacía Sócrates cuando caminaba con sus alumnos).

Por lo mismo, cuando mostremos un contenido deberíamos ofrecer otro inesperado. No más de lo mismo, sino que algo distinto y complementario de lo que estoy mirando. Si leo una declaración, la oferta debería ser algo así como “y qué dijo el otro” con el respectivo enlace. Si en un texto hay datos aportados por alguien, entregar al lado un espacio interactivo para jugar con las cifras y descubrir conjuntos de datos que nos abran los ojos a la realidad. Un ejemplo actual, usando los datos que entrega Wikipedia: en Chile hoy existen un poco más de 100 mil haitianos y casi se habla de una invasión y descontrol; pero hay 400 mil personas de origen palestino de un total de 800 mil árabes. Todos ellos han mejorado al país, sin duda y mi tema es que con ese nuevo dato, cambia la perspectiva de cómo vemos la realidad.

El contenido de calidad debe estar acompañado de interacción de calidad. Sólo de esa manera el periodismo recuperará el espacio que está perdiendo frente a las redes sociales. Por lo mismo, los periodistas deben aprender nuevas formas de contar historias y sacar lecciones de lo que hacen las redes sociales. Ambas son tareas pendientes y queda poco tiempo para resolverlas.

Si nos demoramos un poco más, pudiera ser que los usuarios ya ni se acuerden de que antes éramos los que ofrecíamos la información del mundo.

¿Cómo será el diario en 10 años más?

Marzo pasó volando y terminó antes de que me diera cuenta. Por eso publico desde la primera semana de abril este post que vine pensando el mes pasado.

Ocurre que llevo un par de semanas en clases de periodismo digital. Este semestre volvemos con los alumnos a reportear y escribir en un sitio web “real”; como son alumnos de tercer año no siempre tienen la oportunidad de ver lo que hacen en una pantalla en un sitio real. Eso es lo que hacemos en “Santiago por conocer“, que es un espacio para probar tecnologías, ensayar historia y probar formas de mostrar contenidos. Lo que allí se ve hoy es el trabajo del año pasado, cuando otros alumnos dedicaron su tiempo a buscar historias y las publicaron; la calidad es dispareja pero lo que busco es que aprendan haciendo.

Pues bien, este semestre vamos de nuevo por más historias y por estos días ya están comenzando a crear las primeras. Como preparación estamos viendo un poco de futuro y por eso uno de los trabajos que les propuse fue imaginar cómo será un diario (el nombre es para que se entienda que se trata de un medio con noticias de publicación periódica) que se publique en 2017, es decir, en 10 años más. Para considerar los cambios que puede haber en ese período, les pedí recordar qué tecnología tenían a su disposición en 2007.

Poca, en realidad. Casi no había redes sociales (Facebook comenzaba y sólo algunos recordaron Fotolog), el wifi no era masivo, los celulares eran un objeto para hacer llamadas telefónicas, no había pantallas touch, Messenger en lugar de Whatsapp.

Por lo mismo, en 10 años más es muy probable que estemos hablando de cosas increíbles. Aún me toca corregir los trabajos, pero ya he visto algo de lo que están pensando: hologramas en que uno elige quién da las noticias; implantes que permiten sentir algo antes de conocer las noticias; dispositivos móviles tipo hoja de plástico que se renueva con las informaciones que cambian; medios personalizados para cada usuario y video por todas partes: nadie escribe porque nadie lee.

Partes de ese futuro se están inventando hoy; es cosas de ver algunos ejemplos.

Lo que tu red social no te muestra, importa mucho

Todo partió de una reflexión que me acompañó todo junio y parte de julio, que traté en clases y discutí con colegas y amigos: el efecto de los algoritmos en lo que ves o dejas de ver en las redes sociales en las que participas.

La cuestión es como sigue: en el 2015, Marck Zuckerberg, CEO de Facebook, dio a conocer que cada persona tiene cada día alrededor de 1.500 historias para ver en su muro, pero por tiempo, no llega a ver más de 100. Esto implica que hay un software detrás que elige cuáles son esas 100 historias o elementos relevantes, basado en diversos criterios, incluyendo las personas a las que uno sigue, las personas a las que elige ver con mas frecuencia y los temas frente a los que uno reacciona. De hecho, desde el año pasado han aparecido controles tales como “ver primero”, “esconder” o “dejar deseguir (sin dejar de ser amigos)” como elementos de reacción frente a las publicaciones que aparecen en el muro de las novedades.

Por supuesto que esta red social toma nota de todo eso y la siguiente vez que debe mostrar algo en el muro, discrimina usando ese tipo de orientaciones. Lo que necesariamente lleva a algo muy importante: es muy probable que tu sesión sólo muestre una parte de la realidad que normalmente será entretenida y amable, nada que te perturbe o moleste; verás personas con las que tienes buena relación y finalmente, hechos que son de tu pleno interés. De hecho, en su presentación de junio pasado, la empresa indicó que el objetivo del muro es informar y entretener.

Sin embargo, aunque los medios de comunicación tradicionales tienen probablemente el mismo objetivo, la diferencia de los medios respecto de la red social, es doble: en los primeros el mismo contenido es similar para todos los que acceden y no hay forma de esquivar los temas que no nos gustan. Si uno usa un medio tradicional, necesariamente tiene que enterarse dónde hay problemas, debe conocer historias inesperadas o incluso, termina aprendiendo de situaciones que están en pleno desarrollo. En la red, los filtros existentes y que uno mismo puso en marcha, evitan esas situaciones.

Necesariamente el mundo que conocemos va a cambiar con esto, en la medida que tengamos cada vez menos temas en común debido a que pocas veces el filtro mostrará lo mismo a gente que no esté tan cercana aunque viva en la misma comunidad. Por lo tanto, desde la perspectiva de la comunicación pública, creo que será uno de los grandes temas a tener en cuenta.

Para cerrar, un tweet que escribí hace unos días y que se refiere al tema:

Un dato: Si en tu TL aparece una opinión que no te gusta, significa que le vas ganando al algoritmo de la red social. Así que disfrútalo.

— Juan C. Camus (@jccamus) July 28, 2016