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Temas relacionados con la redacción para plataformas digitales.

Borrar contenidos antiguos: ¿cuándo es adecuado?

El contenido de este post es el fruto de una conversación de varias etapas que tuvimos en un curso sobre contenidos digitales hace unos días. El tema consistía en determinar cuánto escribir, cómo hacerlo y junto con eso, cómo guiar a las personas que leían acerca de lo que estaban viendo en pantalla.

Un tema que surgió de manera interesante fue qué hacer con contenidos antiguos que ya no estaban vigentes y que entraban en conflicto con información más reciente. ¿Basta con dejarlo como archivo y que las personas saquen sus conclusiones, o habría que hacer algo más?

Esto me llevó a mirar algunos ejemplos de medios, en especial en inglés, como los que se ven en las imágenes que siguen:

En ambos ejemplos aparece un signo evidente para destacar que se está mostrando contenido antiguo. Se indica que la información tiene varios años desde que fue publicada, en un gesto claro hacia las personas que leen, para resguardarse de entender algo antiguo como si fuera actual. Lo interesante es que el contenido no se modifica, sólo aparece el aviso sobre el contenido para que quede clara esa situación.

¿Borrar contenidos antiguos?

Aunque mi planteamiento habitual es que el contenido no debe borrarse nunca y que lo publicado debe mantenerse de manera permanente, creo hay que matizar ese punto de vista.

Por ejemplo, si hablamos de sitios de noticias, es relevante que lo antiguo se mantenga porque constituye el archivo y su acumulación y organización adecuada constituye un valor permanente para el medio que lo tiene y mantiene.

Si se trata de un sitio que anuncia trámites y cómo llevarlos a cabo, lo ideal sería marcar de manera clara que esa forma de hacer las cosas ya no existe más o bien, que cambió la forma de llevarlo a cabo. En ambos casos, ese dato es muy relevante para la persona que necesita cumplir con la tarea, ya que si sólo se borra la información y no se presenta más, se podría interpretar como que la información no está presente y no como el hecho de que el trámite ya no se puede hacer de esa manera.

Sin embargo, si hablamos de un sitio de comercio electrónico, ya no es necesario mantener lo antiguo ya que las ofertas pasan, los productos se renuevan y la información relacionada se va modificando a medida que pasa el tiempo. Cualquier dato antiguo y fuera de contexto podría dar una señal equivocada a las personas que revisan la información y podría generar un problema mayor. En este sentido, es interesante ver lo que hace Amazon al respecto, al mostrar el producto «antiguo» y avisar en forma lateral que hay uno nuevo, según lo que muestra este ejemplo:

La imagen de Amazon muestra la zona inferior del producto, donde se anuncia que hay una nueva versión.
Amazon: En la zona inferior del producto se anuncia que hay una nueva versión.
Más que una respuesta correcta

Como vemos, no hay una única respuesta a la pregunta de si se deben borrar los contenidos antiguos. Por lo mismo, creo que es un buen momento para integrar este concepto dentro de la estrategia de contenidos y el flujo de trabajo que se haya definido para el espacio digital en el que se esté operando.

Finalmente, antes de cerrar este post es importante decir que cuando hay contenidos antiguos en un sitio web hay que dedicar tiempo para trabajar con ellos y mantenerlos integrados, con el objetivo de que constituyan un activo relevante al contenido que se ofrece. Si no hay esa preocupación, es muy posible que el valor que puede alcanzar, no llegue a producirse. Con esa mirada, es mejor tener menos contenidos que tener mal contenido. Dicho así, menos es más.

Una receta: ajustar la producción a las necesidades del usuario

A través de varias fuentes llegué a un artículo publicado por FT Strategies que reseñaba el trabajo de Dmitry Shishkin, un ex periodista por 20 años de la BBC transformado ahora en consultor independiente.

Su tema central es lo que llama «Necesidades del usuario» que parte de la idea de que las personas consumen noticias por más razones que las de estar informadas. Desde su perspectiva hay seis categorías para explicar la visita de una persona a un medio noticioso: saber lo último que ha pasado; entender el contexto de un hecho; seguir una tendencia; que se les inspire; que se les divierta y, por último, que se les dé perspectiva. Todo en torno a lo que está ocurriendo.

El gráfico de Shishkin sobre las necesidades del usuario.
El gráfico de Shishkin sobre las necesidades del usuario.

Sin embargo, lo que Shishkin detectó en BBC es que la mayor parte del esfuerzo editorial estaba en la actualidad y por eso lo normal es que se publicaran muchas noticias para actualizar y contar lo último que estaba ocurriendo sobre algún hecho. Pese a ello, ese esfuerzo no era recompensado con visitas de parte de los usuarios, quienes seguían mirando material más antiguo por el que seguía habiendo interés.

Debido a eso comenzaron un trabajo largo para equilibrar la tendencia y producir de manera más equilibrada, lo que vieron comparando datos a cinco años de distancia y revisando lo que habían conseguido a través de esta estrategia de contenidos.

Los resultados se ven en la siguiente tabla: si bien produjeron un 60% menos de piezas de contenido consiguieron que la audiencia aumentara en todas las categorías.

Los datos del medio: número de noticias y page views comparados en cinco años.
Los datos del medio: número de noticias y page views comparados en cinco años.

En palabras de Shishkin:

«Esto sugiere una mejor planificación y proceso de encargo de las historias que se destacan, que importan y que marcan la diferencia, con mucho menos desgaste. Esto también sugiere que hay coherencia en la estrategia detrás de las tácticas y de la ejecución creativa, pero, sobre todo, en la comprensión del nicho y del papel que juega en el mercado».

También detalla que las noticias deben evolucionar e ir avanzando por las categorías a medida que se genera más información y se avanza en la cobertura. Así lo explica: «los temas que nacen a partir de un hecho noticioso siempre comienzan como historias cortas del tipo «Actualízame». Después, cuando se añaden más detalles y contexto, se convierten en historias del tipo que ayuda a entender el contexto o a ofrecer perspectiva. Si una historia tiene un elemento emocional (especialmente un vídeo), puede convertirse en una historia del tipo «Inspirarme» o «Diviérteme». La planificación a largo plazo implica historias programadas para un acontecimiento concreto o una fecha histórica, especialmente las explicativas, y suelen funcionar como historias «Edúcame». Ahora escucho con más frecuencia a los editores planear sus tareas con palabras como «bueno, lo veo como una historia [necesidad del usuario], y los periodistas parecen entender exactamente lo que se les pide».

De sus palabras y de lo que plantea en el artículo se desprende que no se trata de una tarea de corto plazo, sino que es un trabajo largo que involucra que quienes escriben y trabajan en medios con este tipo de estrategia de contenidos, deben «convertirse» hacia una nueva forma de trabajo. En esa capacidad deben entender que, más allá del contenido, lo realmente importante es entender a sus usuarios y lo que buscan en nuestras páginas.

Otros ejemplos

Por último, Shishkin explica que esta forma de trabajo ha trascendido su propia influencia en la BBC y ha llegado a otros medios, por lo que muestra los ejemplos en dos de ellos:

Lo que "The Atlantic" considera las necesidades de sus usuarios.
Lo que «The Atlantic» considera las necesidades de sus usuarios.
Esto es lo que "The Conversation" plantea como necesidades de sus usuarios.
Esto es lo que «The Conversation» plantea como necesidades de sus usuarios.

Otra forma de contar historias

Varias veces en este blog hemos hablado de cómo aparecen y se desarrollan nuevas formas de contar historias que generan experiencia entretenidas para quienes consumen esos contenidos.

Volvemos a ese camino con una publicación hecha la semana pasada por The New York Times (requiere suscripción) que usa texto, fotos e imágenes animadas (casi videos) para dar cuenta de una característica que la crítica de espectáculos Amanda Hess descubrió a través de hacer un recuento de las películas de Meryl Streep: su uso dramático de los lentes. Sí, lentes, de sol, ópticos, de cualquier tipo. Con ellos actúa, revela, esconde y presenta más de lo que cabe en la pantalla.

Para ello va entregando argumentos y gracias a un acertado uso del CSS (en particular flexbox), se van desplegando imágenes que van apoyando su historia. El texto no son más de 5 mil caracteres (o sea, dos carillas tamaño carta) que son presentadas en pequeños fragmentos de no más de 250 caracteres, que aparecen rodeados de cuadros con imágenes relativas a lo que se va contando.

Naturalmente, se hace un uso muy interesante del tamaño de pantalla, por lo que la historia se va adaptando al dispositivo que tenga la persona que lo está mirando y por ello pasa de tres columnas de imágenes en tamaño escritorio, a dos columnas en tamaño móvil.

La pantalla de inicio de la historia que une texto e imágenes, vista en el computador.
La pantalla de inicio de la historia que une texto e imágenes, vista en el computador.
La pantalla de inicio de la historia que une texto e imágenes, vista en un celular.
La pantalla de inicio de la historia que une texto e imágenes, vista en un celular.
El relato se presenta en una caja con un fragmento de la historia, no más de 200 caracteres.
El relato se presenta en una caja con un fragmento de la historia, no más de 200 caracteres.

Lo que me parece más atractivo de este formato es que la autora no escribe menos, sino que una cantidad equivalente a lo que ha hecho en columnas anteriores y la diferencia está en la presentación y la manera en que se van presentando los fragmentos, ayudando a lectores acostumbrados a una cantidad de texto estilo Twitter o Instagram. En este sentido, la adaptación es clave y hace que la entrega de información gane y ofrezca una mejor experiencia.

Es decir, todo lo que un escritor quiere respecto de sus textos.

Las nuevas herramientas del periodismo digital

Hace algunos días hicieron el lanzamiento en YouTube y recién pusieron a disposición para descarga el PDF, el libro «Nuevas Narrativas en Periodismo» producido por el equipo de investigación en periodismo digital de la Universidad Nacional del Comahue, en la Patagonia Argentina.

Los autores presentan el libro vía YouTube.

Se trata de una compilación de producciones de integrantes de este grupo de trabajo que lleva 20 años de trabajo y abarca una mirada muy interesante al quehacer en periodismo digital al otro lado de la cordillera. Debo indicar que de ellos conozco personalmente a Alejandro Rost y Alvaro Liuzzi y he seguido su trabajo por años, siempre con aportes muy interesantes.

En la presentación del libro explican que «se trata de una producción que se enmarca en el convulsionado escenario en el que se desarrolla el periodismo actual, en un contexto de dificultades por hallar modelos de financiamiento sustentables, la creciente precarización laboral en el periodismo, el impacto del aislamiento que impuso la pandemia del Covid-19 y el constante y atractivo desarrollo de los sitios de noticias en la web, las innovaciones en el campo de las narrativas y las herramientas nacidas para contar historias».

Recomiendo revisarlo y quiero aprovechar la oportunidad de comentar el artículo «Experiencias periodísticas nacionales en Twitch y TikTok» que aborda lo más nuevo, que es el uso periodístico de las plataformas Twitch (streaming) y Tik Tok (red social de video), escrito por Ezequiel Apesteguía. En su caso se refiere a lo que se está haciendo en el país en ambas, ya que en el sur no hay exponentes.

Además de dar a conocer interesantes ejemplos, me interesan mucho sus conclusiones (p.128), donde indica que «de los 21 casos analizados en Twitch y TikTok, 11 trabajan con un enfoque multiplataforma (volcado o adaptación de la información), mientras que 10 utilizan alguna forma de producción nativa y en consecuencia aplican una perspectiva crossmedia o transmedia (expansión de la historia) a sus contenidos. El análisis de estos últimos muestra un momento de innovación alrededor de los relatos audiovisuales periodísticos, con ejemplos concretos que exploran nuevos formatos, lenguajes y relaciones con los usuarios que rompen los moldes tradicionales y amplían las posibilidades narrativas del periodismo en internet».

La imagen tiene un collage con algunos de los videos de TikTok del diario La Nación.
Algunos de los videos de TikTok del diario La Nación, destacados en el libro.

Lo que me parece interesante es que descubre que quienes usan esos espacio no llevan esas plataformas hacia los métodos habituales de cobertura medial, sino que adaptan al periodismo a lo que allí se puede hacer: «todos abrazan la cultura del remix: hacen uso de filtros, memes, stickers, emojis, recortes culturales y cualquier otro elemento visual que ayude a capturar la atención de los usuarios. En este sentido, las fronteras entre la ficción y la no ficción se siguen desdibujando».

Muy interesante, deja con ganas de seguir estudiando las nuevas plataformas.

El periodismo inmersivo cambia el rol del lector

Hace unos días se publicó un reporte escrito por Jenni Kangasniemi, una productora de contenidos en Finlandia, que pasó un año en la Universidad de Oxford estudiando temas relacionados con el periodismo inmersivo.

Ella lo define como un término que abarca las noticias que ofrecen experiencias en primera persona de los acontecimientos o situaciones que se desarrollan, mediante la presentación de un espacio digital en el que se anima al usuario a desempeñar un papel activo. Impulsado por los avances tecnológicos en Realidad Virtual (VR), Realidad Aumentada (AR) y vídeo de 360°, este tipo de historias impúñlsaron su desarrollo como ungénero del periodismo entre 2015 y 2016.

En su trabajo, Jenni explica que «La inmersión te deja al centro de todo, logrando que imagines cómo es y cómo suena una cueva amenazada de ser destruida por el turismo o estar encerrado como paciente en un manicomio. Una obra de inmersión de gran calidad permite al lector «perderse» dentro de una historia real».

Por lo mismo, explica que «la inmersión marca un cambio importante en el papel del lector» porque se convierte en un usuario activo, casi como un jugador de un videojuego. Asimismo, destaca que «cuando se pone al usuario en primer plano, se empieza a dar prioridad a su experiencia. La atención se centra ahora en el punto en el que interactúan la historia, el formato y el usuario. Aquí es donde entra en juego la agencia. ¿Cuál es el papel del usuario? ¿Tiene sentido darle un papel activo en esta historia concreta?».

Muchas preguntas y muchos ejemplos, que reciben respuestas en este reporte que hay que tener a la vista.

¿Cómo leen las personas?

A raíz de lo que he estado estudiando este año más un par de clases y lecturas en las que he estado, puedo contarles que en los últimos dos años se ha avanzado bastante en la comprensión de cómo leen las personas en pantallas. Puedo adelantar que lo resultados son preocupantes y tienen efectos importantes para nuestra vida en común.

Comencemos revisando la comparación entre lectura en papel y digital. A raíz de una charla que di el año pasado llegué a la Declaración de Stavanger (una ciudad en Noruega) dada a conocer a comienzos de 2019, en la que se juntaron académicos que investigaban temas relacionados con la lectura, publicación y alfabetismo en Europa. Entre varias otras cosas analizaron qué diferencia existía entre leer en papel y en una pantalla y de qué manera se podían aprovechar las ventajas de cada plataforma de entrega de información.

Entre los hallazgos descubrieron que «el papel sigue siendo el medio de lectura preferido para los textos individuales más largos, especialmente cuando se trata de leer para profundizar en la comprensión y la retención» puesto que facilita «una serie de logros cognitivos, como la concentración, el desarrollo del vocabulario y la memoria». De hecho, citan que en un estudio agregado con 170 mil estudiantes se llegó a la conclusión que en textos informativos había mayor comprensión en papel que en pantalla, pero en textos narrativos no aparecían diferencias. Mientras, destacan que «el texto digital ofrece excelentes oportunidades para adaptar la presentación del texto a las preferencias y necesidades del cada persona».

Por otra parte, en un artículo del diario inglés «The Guardian» (de agosto del 2018) se hace un resumen de varios hallazgos realizados en torno a la lectura en pantallas, citando también lo discutido en Stavanger.

Destacan el trabajo del profesor Ziming Liu, de la San Jose State University, ha llevado a cabo una serie de estudios que indican que la «nueva norma» en la lectura es el hojeo, mediante la localización de palabras y la revisión rápida del texto. «Muchos lectores utilizan ahora un patrón F o Z cuando leen, en el que toman una muestra de la primera línea y luego ojean el resto del texto», explica. Sin embargo, esta forma de acceso a la información reduce el tiempo dedicado a los procesos de lectura profunda y se pierde la posibilidad de «captar la complejidad, entender los sentimientos de los demás, percibir la belleza y crear pensamientos propios del lector».

De hecho, en un paper del propio profesor Ziming Liu se lee:

El estudio de Mangen indica que la lectura digital está dominada por formas superficiales de lectura (por ejemplo, escanear y hojear), y que el texto digital nos hace leer de forma más superficial y menos concentrada. Carr señala que, aunque no hay nada malo en hojear y escanear, «lo que es diferente, y preocupante, es que hojear se está convirtiendo en nuestro modo de lectura dominante». Cull subraya además que: «Los educadores universitarios los educadores universitarios son muy conscientes de la ilusión generalizada de conocimiento instantáneo que ofrece Internet. En un mundo influido por una poderosa cultura en línea, debemos seguir comprometidos a motivar a nuestros estudiantes para que dediquen el tiempo necesario a la lectura en profundidad. El aprendizaje independiente, que sigue basándose en la lectura en profundidad, siempre siempre requerirá de tiempo».

Pero, regresando al artículo del diario inglés, la autora Maryanne Wolf, quien es la Directora del Center for Dyslexia, Diverse Learners, and Social Justice en la Graduate School of Education and Information Studies de la UCLA, destaca que el efecto de perder la capacidad de leer de manera profunda va más allá de la comprensión, sino que afecta el análisis crítico de la realidad.

Así lo explica:

La sutil atrofia del análisis crítico y la empatía nos afecta a todos. Afecta a nuestra capacidad de navegar por un bombardeo constante de información. Incentiva un repliegue a los silos más familiares de información no contrastada, que requieren y no reciben ningún análisis, dejándonos susceptibles a la información falsa y a la demagogia.

Un fuerte recordatorio para los tiempos en que vivimos.

Todos los oficios del contenido para la web

IDA es una empresa a la que quiero y admiro, porque allí trabajan muchos de mis amigues que se han dado maña en sostener, a puro esfuerzo y ganas, un espacio de innovación y desarrollo ligado a la experiencia de usuario.

Tienen un blog en el que habitualmente entregan contenido de calidad y esta vez han hecho un trabajo muy interesante a través de la publicación de la «Guía de UX Content«, un e-book de 87 páginas, en la que se explica de manera detallada todos los oficios relacionados con el desarrollo de contenidos para espacios digitales.

La portada del libro recién publicado por IDA.

Además establece diferencias entre los diferentes términos que se han usado en los últimos años para describir lo que se hace con los textos en la web, separando entre estrategia de contenidos y UX Writing por ejemplo, y explicando de manera precisa los diferentes roles que aparecen como son Content Strategist, UX Writers, Content Designers, Narrative UX, UX Technical Writers, Content Lead y Content Manager. No cabe duda que el tema de los contenidos nace en un contexto de habla inglesa y que a raíz de eso todos estos títulos aún no tengan traducción local, pero, tiempo al tiempo, ya llegará un buen nombre en cada caso.

Los propios autores lo explican al comienzo del libro:

El UX Content es un abanico amplio de formatos y soportes. Es el llamado a la acción de un botón, un disclaimer, el asunto de un correo o la descripción de un producto o servicio. Es todo aquel contenido que nos ayuda a establecer una relación con los usuarios, al tiempo en que nosotros, con él, los ayudamos a resolver sus necesidades y cumplir sus objetivos.

Por supuesto que les invito a descargar y leer. Hay mucho que aprender en estas páginas.

Escribir para la web: más y nuevos formatos

Desde que me puse a explorar en nuevos formatos de redacción para espacios digitales, ha sido interesante notar cómo la aparición de nuevos elementos de trabajo ha aumentado la capacidad de los redactores para sacarles provecho para contar historias.

En esta ocasión, van tres ejemplos que vale la pena estar mirando.

Ensayo y error

El primero, es investigación (o ensayo y error, si se quiere) en estado puro. Viene del diario The Washington Post, que abre la puerta a nuevas formas de contar historias. Todos formatos cortos, con diferentes expresiones que van desde audio y poemas, hasta comics, incluyendo un juego.

La imagen muestra una de las historias, que muestra un cómic acerca de una cita a ciegas.
Una de las historias es un cómic acerca de una cita a ciegas.

Lo interesante tiene que ver con que, en cada caso, se logra contar muy bien una historia que se lee de inicio a fin y, quien la cuenta, consigue su objetivo: comunicar y llegar al usuario. Además de dar la sensación de que debe haber otras historias parecidas en el mismo medio, que sería bueno conocer, fomentando la relación más permanente.

Múltiples formatos

El segundo ejemplo viene del diario The New York Times, que se hace cargo de algo que ha venido contando hace ya mas de un año, que es la forma en que fue afectada la elección presidencial en Estados Unidos, a través de la redes sociales y la manipulación que se hizo de ellas desde rusia (aún falta descubrir partes de la trama).

Como es tanto lo que hay que contar, la historia usa herramientas especiales. Una línea de tiempo, un “glosario de caras” que permite saber quién es quién, y formatos abreviados para entender todos los hilos que se cruzan en la historia.

La imagen muestra una línea de tiempo que permite seguir lo que está ocurriendo en las diferentes partes de la trama relacionada con la interferencia en las elecciones de EE.UU.
Una línea de tiempo permite seguir lo que está ocurriendo en las diferentes partes de la trama relacionada con la interferencia en las elecciones de EE.UU.

La posibilidad de usar múltiples formas de narrar, da cuenta de lo interesante que debe ser el administrador de contenidos (CMS, por la sigla en inglés) que hay tras esa publicación. Lo habitual es que los periodistas y diseñadores cuenten con pocas herramientas automatizadas, por lo que cada vez que quieren hacer algo distinto, hay límites que lo impiden. No está mal recordar (y tratar de escapar) este dogma de los entornos digitales: haces aquello que tu CMS permite.

Abro hilo

El ejemplo final tiene que ver con un reportaje publicado hace unos días en El Periódico de España. El periodista Juan Fernández usa el concepto de los hilos de Twitter, para explicar qué son y para qué se usan, explicando de paso qué es la “twitteratura”.

Publicado como tal en la red social y en el diario impreso, muestra las ventajas de esta forma de trabajo que ayuda a una interacción rápida, multimedial y con feedback inmediato con el usuario.

Un consejo que viene en el reportaje y que se puede usar en cualquier medio: siempre escribir entendiendo la plataforma y adaptando los contenidos a lo que se puede hacer en ella.

La imagen muestra el reportaje de El Periódico acerca de la twitteratura, puede ser leído impreso o seguido como hilo en Twitter.
El reportaje de El Periódico acerca de la twitteratura, puede ser leído impreso o seguido como hilo en Twitter.

Cómo escribir para la web en tiempos en que no te leen

Hay que ser francos: estamos en un tiempo en que la lectura es breve. Hay que pelear por la atención del usuario. Por lo que capturar su tiempo es clave.

Sin embargo, he leído dos largos textos de The New York Times y gastado más de media hora en participar de lo que me ofrecen.

¿Seré yo? O, ¿será que lograron interesarme?

Interactivo y personal

En el artículo sobre los efectos del cambio climático, el artículo pide al lector entregar un par de datos personales antes de comenzar. Se titula algo así como ¿Cuánto más cálida es tu ciudad natal desde el tiempo en que naciste? y te pide ingresar la ciudad y el año de nacimiento. Tras hacer scroll, muestra cuántos días con más de 32 grados había entonces en tu ciudad; luego, avanza para mostrar cuántos hay ahora y, con un avance más, cuántos habrá más adelante (en mi caso, cuando cumpla 80 años).

Todo eso, ilustrado bellamente:

El gráfico muestra la situación de Santiago, con el año de mi nacimiento.
El gráfico muestra la situación de Santiago, con el año de mi nacimiento.

Más abajo, en la misma crónica, usa el dato de mi ciudad para entregar información personalizada a la localidad y sigue abundando en detalles referidos a la selección realizada. Es una crónica hecha a mi medida, combinada con datos generales.

Guiños al detalle

La otra crónica interesante y que leí más allá de lo que esperaba, fue una en la que varios autores explicaban por qué les gustaba un detalle de una obra en particular: una banda de sonido, escultura o un video, por citar algunos. ¿Por qué amo …? (los puntos suspensivos se rellenan con una imagen).

En la zona superior, se puede elegir la crónica que se quiera leer, entre los diferentes tipos de obras destacadas.
En la zona superior, se puede elegir la crónica que se quiera leer, entre los diferentes tipos de obras destacadas.

La gracia de este texto, está en lo que comienza en el título. Hay una relación muy directa entre la cantidad de texto y las imágenes, que se ofrecen como fotos, gif animados, pequeños videos con o sin audio y otros elementos gráficos que hacen guiños al espectador e impiden que se aburra o escape. No hay monotonía en el relato, sino que por el contrario, hay una permanente sorpresa, haciendo que uno vaya buscando la forma en que quien escribe va dirigiendo el relato hacia partes de la obra, hacia detalles cuya visión es apoyada por una imagen.

En la interacción está la clave

Qué simple forma de contar una historia, pero a la vez, qué compleja la producción que eso significa.

Probablemente, en la primera como en la segunda historia, lo que conquista al lector es que lo transforma en el operador de la historia. La persona que lee tiene que activar el relato y no sólo leer. Se consigue algo parecido a esos antiguos libros de cuentos, en que al abrir las páginas, se creaban dioramas que daban una sensación de introducción en la historia, que se desenvolvía frente a nuestros ojos, generando sorpresa e interés en el relato.

Por lo mismo, la clave está en la interacción que propone y en la forma simple de llevarla a cabo. No se trata de elementos complejos de activar para el usuario, lo que ayuda a que no haya barreras de uso y que conquisten el espacio y permitan que se mantenga la atención mucho más allá de lo que se espera.

Y que incluso terminen recomendando a otros pasar por la experiencia y relatando lo bien que lo pasaron al hacerlo (como yo ahora con ustedes). ¿A qué más podría aspirar un buen contador de historias?