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Redes sociales: así vamos

Siempre es interesante conocer los números actualizados de la actividad que hacen las personas en redes sociales en nuestros países de acá abajo (el sur del sur) en Latinoamérica. Y qué mejor que escucharlo de quienes están habitualmente midiendo el comportamiento de estas audiencias, como es Comscore, una empresa dedicada al tema.

Por ello que me gustó asistir a la charla que dictó Fernando Vega, Social Manager para América Latina de la empresa y que hizo un recorrido por lo que está pasando. Esta empresa que en 2019 ya había adquirido a Certifica, una empresa chilena de medición de audiencias en sitios web, y que a fines de 2021 compró Shareablee ya tiene a su haber las herramientas más completas para acceder a esa información.

¿Qué presentó? Que las redes sociales son los espacios de comunicación con mayor alcance (82,5% de la población); que hay un aumento sostenido del uso de esas plataformas (de 40 a 100 publicaciones anuales) y que Instagram aparece como el espacio con mayor audiencia, duplicando a Facebook en Argentina, Brasil y Chile. Lo otro interesante es el rol de los influencers, cuyas publicaciones representaron el 8.7% del total en América Latina pero son responsables del 49% de todas las interacciones en la región.

La imagen muestra un gráfico con datos de la interacción en redes sociales para cada país según Comscore.
Datos de la interacción en redes sociales para cada país según Comscore.

Recomiendo pedir su presentación (hay que dejar los datos a cambio) porque entrega una serie de recomendaciones para el uso de las diferentes plataformas de redes, que hay que tener en cuenta.

El fact-checking funciona para las personas, no para los medios

Un interesante estudio acerca de la práctica del fact-cheking y sus efectos fue presentado esta semana por sus autores, Ingrid Bachmann y Sebastián Valenzuela de la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica, permitiendo entender mucho mejor qué se puede esperar de esta interesante práctica.

Lo primero es decir que el fact-cheking o chequeo de hechos y datos, y que en este trabajo se quería ver qué efecto causaba su realización. ¿Aminoraba la desinformación? ¿Aumentaba la confianza en los medios? Los investigadores hicieron dos experimentos por cuestionario a población adulta en Chile para examinar la efectividad de la verificación y la corrección de (des)información, además del impacto del fact-checking en las actitudes de los usuarios de noticias en actitudes y comportamientos sobre el quehacer periodístico.

Ingrid Bachmann y Sebastián Valenzuela aparecen durante la presentación del estudio.
Ingrid Bachmann y Sebastián Valenzuela aparecen durante la presentación del estudio.

Comentan en el sitio web sobre el trabajo que un primer estudio examinó el impacto de ‘fact-checks’ en el contexto de la pandemia del COVID-19. Los resultados confirman que el ‘fact-checking’ funciona, ya que aumenta significativamente la precisión de las creencias de las personas. Sin embargo, ninguno de los fact-checks tuvo un efecto directo en las percepciones de confianza de los medios de comunicación.

Un segundo estudio examinó el impacto de ‘fact-checks’ en el contexto de la las elecciones presidenciales chilenas. Los resultados vuelven a confirmar la efectividad del ‘fact-checking’, que cumple su objetivo de reducir la desinformación. El efecto de este tipo de verificaciones es más fuerte para los fact-checks consistentes con las creencias propias, esto es, a favor del propio candidato y en contra de su oponente. También hay evidencia de la exposición a fact-checking tiene un impacto negativo moderado en la confianza en los medios, y puede alterar la percepción de medios hostiles en las personas.

Todo sobre este trabajo se puede ver en el sitio web preparado para su difusión: Efecto Fact Check

Los bots proliferan en las elecciones (y no se van a ir)

La utilización de las redes sociales ha traído un importante aporte a las investigaciones en comunicaciones gracias a la capacidad de acceder a grandes volúmenes de datos que se producen por estos medios, que luego pueden ser analizados mediante sistemas automatizados.

Es el caso del trabajo presentado hoy por los investigador del Instituto Milenio Fundamentos de los Datos (IMFD), Marcelo Mendoza, Marcelo Santos y Sebastián Valenzuela acerca de la participación de bots (cuentas automatizadas en Twitter) en la campaña presidencial que culmina en las elecciones de este fin de semana.

Ellos acaban de publicar una revisión al comportamiento de las interacciones entre las cuentas de los candidados J. A. Kast y Gabriel Boric a través de un análisis computacional hecho con una herramienta llamada Botcheckcl. Al respecto explican que esta herramienta «usa técnicas de inteligencia artificial para detectar patrones en los perfiles, contenidos y timelines de cuentas de Twitter. Con una precisión del 95% en datos del benchmark, Botcheckcl entrega un puntaje de confianza de la predicción, que varía entre 0 y 1. Confianzas cercanas a 1 indican con alta probabilidad la detección de una cuenta bot. Calibramos el método, para alcanzar una confianza acumulada superior al 95%».

¿Qué hallaron? Lo sintetizan al inicio del artículo publicado a través del sitio web Tercera dosis: «Un análisis computacional a las cuentas bots que siguen a cada candidato en Twitter muestra que la proporción de bots de izquierda que siguen a Kast es mucho menor (4%) que los bots de derecha que siguen a Boric (30%). Estos datos son consistentes con el tipo de campaña planteada desde cada comando, “con tendencia a polarizar la conversación, más que promover la deliberación”, concluyen los autores».

Luego en las conclusiones ofrecen más datos:

  • Se puede inferir que los bots identificados ideológicamente con la derecha evocan emociones significativamente más negativas con su vocabulario comparados con los bots identificados con la izquierda.
  • Aunque hay bots que se presentan como tales, hay otros que ocultan ser un bot, engañan a los usuarios respecto de quiénes son y cuál es su propósito, y tienen por función contaminar las redes sociales con ataques, desinformación u otro tipo de contenido malicioso.
  • Nuestro análisis presenta indicios que refuerzan la hipótesis de comportamiento inauténtico coordinado por parte de la campaña de Kast, con bots que lo siguen y que presentan tintes ideológicos y emocionales afines a su candidatura. En otras palabras, el estudio revela que el uso de lenguaje negativo en el caso de los bots de derecha se correlaciona con el tipo de campaña desplegada por el comando de Kast.

Por lo visto y como seguiremos en varias jornadas políticas en el año que viene, se puede sospechar que los bots serán una presencia permanente y que será muy adecuada la existencia de herramientas que los revelen. Bueno sería, además, que quienes informan y quienes distribuyen material en redes se dieran cuenta si lo que ofrecen viene de alguien que siente y cree lo que dice, o solo están siendo manipulados por algo.

The facebook papers: sabían pero no hicieron nada

Un nuevo escándalo remece a Facebook. Esta vez y usando sus propios documentos, la empresa ha sido acusada de que pese a que sabía acerca de los múltiples problemas que estaba ocasionando su plataforma en diversos países debido a sus propias investigaciones internas, no hizo nada para remediarlos.

La imagen muestra la noticia en The Guardian, con la foto de Frances Haugen hablando en 60 minutes.

La acusación fue hecha formalmente por Frances Haugen, una científica de datos que trabaja en Facebook hasta mayo pasado y que, al ver esta situación, decidió hacer copias de todos los reportes y hacer una presentación formal ante un organismo fiscalizador en Estados Unidos: la Securities Exchange Comission (SEC), que es el regulador de todas las compañías abiertas. Su acusación presentada inicialmente por un estudio de abogados y sin dar su nombre, sostenía que «nuestro cliente anónimo está revelando pruebas originales que demuestran que Facebook … ha violado, durante años pasados y en curso, las leyes de valores de Estados Unidos al hacer tergiversaciones y omisiones materiales en las declaraciones a los inversores y posibles inversores» y las realizadas ante la SEC, testimonios ante el Congreso, declaraciones en línea e historias de los medios de comunicación.

La historia completa fue entregada a través del diario The Wall Street Journal que desarrolló un reportaje en varias entregas y luego, la propia Frances dio a conocer su identidad en una entrevista en el programa 60 Minutos que se transmite a nivel nacional. Entre los temas que la empresa sabía pero ante los que no hizo algo significativo se refiere al uso de la plataforma para fomentar discursos de odio (controla solo el 3-5% del total); no se preocupa de los efectos de la salud mental (en especial en adolescentes que usan Instagram); no tiene control sobre publicaciones que ayudan al tráfico de personas o la promoción de la violencia étnica y, pór último, que se les da un tratamiento especial para celebridades, a las que no se les controla nada de lo que dicen o muestran.

En su presentación explica que «durante años, Facebook ha falseado las métricas principales a los inversores y anunciantes, incluyendo la cantidad de contenido producido en sus plataformas y el crecimiento de los usuarios individuales».

La publicación ha tenido el trato habitual de parte de la empresa, que ha informado que estará lista para responder ante el regulador.

Las nuevas herramientas del periodismo digital

Hace algunos días hicieron el lanzamiento en YouTube y recién pusieron a disposición para descarga el PDF, el libro «Nuevas Narrativas en Periodismo» producido por el equipo de investigación en periodismo digital de la Universidad Nacional del Comahue, en la Patagonia Argentina.

Los autores presentan el libro vía YouTube.

Se trata de una compilación de producciones de integrantes de este grupo de trabajo que lleva 20 años de trabajo y abarca una mirada muy interesante al quehacer en periodismo digital al otro lado de la cordillera. Debo indicar que de ellos conozco personalmente a Alejandro Rost y Alvaro Liuzzi y he seguido su trabajo por años, siempre con aportes muy interesantes.

En la presentación del libro explican que «se trata de una producción que se enmarca en el convulsionado escenario en el que se desarrolla el periodismo actual, en un contexto de dificultades por hallar modelos de financiamiento sustentables, la creciente precarización laboral en el periodismo, el impacto del aislamiento que impuso la pandemia del Covid-19 y el constante y atractivo desarrollo de los sitios de noticias en la web, las innovaciones en el campo de las narrativas y las herramientas nacidas para contar historias».

Recomiendo revisarlo y quiero aprovechar la oportunidad de comentar el artículo «Experiencias periodísticas nacionales en Twitch y TikTok» que aborda lo más nuevo, que es el uso periodístico de las plataformas Twitch (streaming) y Tik Tok (red social de video), escrito por Ezequiel Apesteguía. En su caso se refiere a lo que se está haciendo en el país en ambas, ya que en el sur no hay exponentes.

Además de dar a conocer interesantes ejemplos, me interesan mucho sus conclusiones (p.128), donde indica que «de los 21 casos analizados en Twitch y TikTok, 11 trabajan con un enfoque multiplataforma (volcado o adaptación de la información), mientras que 10 utilizan alguna forma de producción nativa y en consecuencia aplican una perspectiva crossmedia o transmedia (expansión de la historia) a sus contenidos. El análisis de estos últimos muestra un momento de innovación alrededor de los relatos audiovisuales periodísticos, con ejemplos concretos que exploran nuevos formatos, lenguajes y relaciones con los usuarios que rompen los moldes tradicionales y amplían las posibilidades narrativas del periodismo en internet».

La imagen tiene un collage con algunos de los videos de TikTok del diario La Nación.
Algunos de los videos de TikTok del diario La Nación, destacados en el libro.

Lo que me parece interesante es que descubre que quienes usan esos espacio no llevan esas plataformas hacia los métodos habituales de cobertura medial, sino que adaptan al periodismo a lo que allí se puede hacer: «todos abrazan la cultura del remix: hacen uso de filtros, memes, stickers, emojis, recortes culturales y cualquier otro elemento visual que ayude a capturar la atención de los usuarios. En este sentido, las fronteras entre la ficción y la no ficción se siguen desdibujando».

Muy interesante, deja con ganas de seguir estudiando las nuevas plataformas.

Qué hacer (y no hacer) en redes sociales

Aunque el sentido común debería tener mucho que decir en este aspecto, la BBC (una entidad pública británica de comunicaciones) acaba de emitir una guía que deben seguir sus empleados cuando empleen redes sociales tanto profesionales como personales. Indican que lo que buscan no es evita el uso de las redes sociales, sino garantizar que lo hagan teniendo en cuenta los valores de la organización.

Para ello dan cuatro líneas a seguir que son:

  1. Comportarse siempre de forma profesional, tratando a los demás con respeto y cortesía en todo momento: seguir los valores de la BBC.
  2. No desprestigies a la BBC.
  3. Si tu trabajo requiere que mantengas tu imparcialidad, no expreses una opinión personal sobre asuntos de política pública, política o «temas controvertidos» (son los temas políticos o industriales sobre las que debaten los políticos, la industria y/o los medios de comunicación).
  4. No critiques a tus colegas en público. Respeta la privacidad del lugar de trabajo y la confidencialidad de los comunicados internos.

Adicionalmente entregan algunos consejos específicos tales como que se debe asumir que lo que se diga será recibido críticamente; que no habrá diferencia entre lo que se diga en una cuenta personal y una oficial porque las explicaciones que se den no ofrecerán protección ante las críticas; si se comete un error se debe corregir rápido y abiertamente y, ante todo, hay que evitar el conflicto.

Spotify, ¿puedes agrandar el botón?

Gracias a un regalo de mi bella hija, desde hace un tiempo tengo Spotify en mi celular. ¡Qué cosa más interesante! Me he propuesto no quedarme en la música de siempre e investigar y leer acerca de lo que escucho y abrir los oídos y la mente a lo que llega de manera inesperada a mi pantalla.

Por ejemplo, leí un cuento del Señor Murakami y me enteré (y escuché) que en los primeros dos discos de The Beatles, la mitad de los temas eran covers. O que Elis Regina y Antonio Carlos Jobim grabaron juntos en un momento complejo para ambos, quienes no necesariamente querían estar juntos, pero terminaron creando la mejor versión de Aguas de Março. Y así.

La interfaz de Spotify con sus botones mínimos
La interfaz de Spotify con sus botones mínimos.

Mi único problema es la interfaz de la aplicación en mi celular, que no tiene una pantalla chica (Samsung J6 de hace dos años), debido a que sin importar lo que esté escuchando, insiste en dejar la zona interactiva en un espacio mínimo y guardar el mayor espacio para mostrarme lo que ya sé, es decir, la carátula y el nombre del disco. En términos reales, alrededor de 10% lo ocupa la zona de interacción y 90% lo ocupa la zona de información.

¿Qué espero en esta circunstancia? Simple: un botón más grande, que ofrezca la operación más usada de acuerdo a la situación en que estés. Aunque creo firmemente en que la interfaz de una aplicación debe ser consistente a lo largo de su uso, creo que vale la pena aplicar una regla que modifica este concepto: la interfaz debería cambiar cada vez que exista la oportunidad de cumplir con el objetivo de apoyar la acción del usuario.

Lo dejo anotado.

El enemigo conoce el sistema

Terminé el año pasado leyendo ” El enemigo conoce el sistema” el libro de Marta Peirano.

Nada fue lo mismo después. Me convenció e hizo consciente de algo que sabía: si participas en una red social, das permiso para que te manipulen. ¿Quién? Pues, la red te manipula para que reacciones ya que cualquier red se mantiene y extiende gracias de las interacciones entre los participantes.

He hecho varios experimentos. El más interesante consiste en revisar cuáles son los mensajes que encabezan tu muro en la red social al comienzo de la jornada, cuando la abres para ver lo que pasó en la noche. Me ha ocurrido con gran frecuencia que casi todos los mensajes que aparecen me “obligan” a responder porque son muy polémicos o muy interesantes. Luego, tras esos, vienen mensajes normales que no generan mayor interés.

Es como si la red se hubiera preparado para hacerme actuar. El libro de Marta anota esto (Pág.48):

“La indignación es la heroína de las redes sociales. Es más viral que los gatitos, más potente que el chocolate, más veloz que el olor a galletas, más intoxicante que el alcohol. Genera más dopamina que ninguna otra cosa porque nos convence que somos nbuenas personas y, encima, de que tenemos razón. (…) Es un sentimiento que nos define como personas buenas y que demanda justicia, venganza y mucha atención. Queremos compartir la llama con todas las persoas del mundo para que sus sentimientos validen los nuestros con comentarios, likes y retuits”.

El libro tiene la gracias de que va analizando lo que las redes sociales van provocando en sus usuarios y la manera en que las empresas que están detrás van usando la información que les entregamos para hacernos cada vez más dependientes de ellas. A puro golpe de dopamina. Y lo bueno es que en ninguna parte hace un llamado a no participar, sino que por el contrario y siguiendo el título, invita a conocer el sistema y entenderlo para usarlo adecuadamente.

Creo que es un libro que hay que leer antes de que comience de verdad este año agitado, porque es una ayuda concreta para analizar la información que aparecerá en redes sociales en los meses que vienen.

¿Pueden los medios competir con las redes sociales?

Escribo esta nota a propósito de muchas cosas que he leído en los meses pasado en torno al concepto de posverdad y a la necesidad de imaginar el papel que deben jugar los medios tras casi ser reemplazados íntegramente por las redes sociales. Para efecto de lo sigue, agruparemos bajo ese nombre a cualquier aplicación que permita a los participantes publicar algo, relacionarse con gente (amigos y extraños) y tener retroalimentación sobre lo que digan.

Partamos por algo que, quienes me conocen, me han escuchado decir antes: las redes reemplazaron a los medios porque ocuparon el tiempo que las personas tenían para consumir contenidos. Antes de las redes, la gente se informaba en los medios que eran sus filtros de la realidad; ahora sienten que lo hacen participando en su red social preferida.

Luego hay que entender que las redes lograron redefinir lo que es importante y que se puede resumir en una palabra: “volumen“. Vale decir, si algo es popular y tiene una gran cantidad interacciones, se asume importante para el grupo de interés preocupado de ese tema.

Esto nos lleva a mirar hay algo bien sensible: el tamaño de la audiencia. Ya no importa que todo el mundo sepa algo, sino que las personas relevantes de un grupo (es decir, los nodos con más seguidores) realicen acciones sobre algún contenido, para que toda la audiencia sepa que eso existe.

Otro hecho interesante se refiere a los contenidos: a las redes no les interesa informar como sí les interesa a los medios. El negocio de las redes es conectar gente en torno a intereses comunes, cualquiera sean ellos. Lo relevante es que esa conexión se dé, que haya la posibilidad de conectar con quienes no conocemos pero que se interesen en los temas que tengamos en común y que -lo importante para la red- haya la posibilidad de explotar dicha conexión como negocio. De allí que para las redes, lo que importa es que puedan “atrapar el tiempo” de las personas, ya que mientras más tiempo pasen, más posibilidades de mostrarles y hacerles ofertas relevantes.

Luego tenemos que ver que para lograr lo anterior, hay una capa de software bien pensada y desarrollada, apoyada por un buen conocimiento del usuario, que facilita la participación. No hay usuarios pasivos, sino que hay miembros activos que generan contenidos mediante pequeños aportes que por sí mismos, constituyen lo que los demás vienen a buscar. Se construye información gracias a la acumulación progresiva hecha por quienes están presentes y se deja el espacio para que, quienes no están, sean notificados y puedan venir a entregar su parte de contenido.

Esto nos lleva a mirar el siguiente elemento que es la capacidad técnica de las redes. Todas ellas están construidas con un grupo notable de personas ingeniosas (desde la ingeniería, diseño, interacción, contenidos, por nombrar las partes relevantes) que se aseguran de poner en marcha interfaces en las que pasan cosas que vale la pena mirar. Ellos facilitan el uso y hacen evolucionar la red de acuerdo a las necesidades tanto del negocio -que siempre irá primero- y de los usuarios, de los que se aprenderá gradualmente a medida que usen lo que se les propone. Las redes invierten en tecnología porque de ella depende su existencia y, por tanto, allí radica la habilidad de su negocio.

Mirando todo lo anterior, podemos concluir que cualquier medio de comunicación puede competir con las redes sociales, que ya le quitaron su publico y su negocio, si logra avanzar en aquello que está marcado con negritas en los párrafos anteriores. Si no se esmera en hacerlo, podemos apostar a que tendrá sus días contados. Podrán ser muchos o pocos días, pero estarán contados.

Las reglas de la red social para periodistas

¿Deben seguir reglas los periodistas al hablar en sus redes sociales? Por ejemplo, ¿no reclamar contra empresas o tener un color político determinado?

Las preguntas son diversas y surgen en todas partes luego de que el diario The New York Times diera conocer de manera pública, las reglas que espera que sus periodistas sigan en sus perfiles particulares de redes sociales, detallando entre otras, las dos que se indican en el párrafo anterior.

Hay mucho para decir y muchos opinando. Por lo mismo, recomiendo esta conversación entre periodistas muy reconocidos en el video que publica PuroPeriodismo, el sitio de la Escuela de Periodismo de la U. Alberto Hurtado.

Algunas conclusiones:

  • Cuando uno trabaja para un medio, debe preocuparse de representarlo;
  • No existe esa idea de que las opiniones de un periodista no representa a su medio;
  • Finalmente, si un periodista quiere hablar con independencia, pues, no puede trabajar en un medio.

Por último, ¿esto es censura? Mi postura es que no, es sólo asumir la responsabilidad del que comunica desde un medio.