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Redes sociales con signos de advertencia

Hace una semana en el Senado de EE.UU. hubo una audiencia pública sobre el efecto de las redes sociales, con los principales representantes de ellas en la sala. Asistieron familiares de personas víctimas de su actividad e, incluso, hubo públicas peticiones de disculpas (En el NYT hay videos de ese momento).

Se llegó a frases grandilocuentes, como cuando se le dijo a Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta, que tenía sus manos manchadas con sangre lo que fue seguido por aplausos en las tribunas. «Usted tiene un producto que está matando gente», le dijeron en su cara.

Pero después, no pasó nada.

Mark Zuckerberg aparece en las páginas del diario The New York Times.
Mark Zuckerberg aparece en las páginas del diario The New York Times.

La idea es que en ese país se apruebe la llamada «Kids Online Safety Act«, una ley que busca la protección de niños que usen redes sociales, aunque hay una discusión abierta de cómo afectaría la libertad de expresión. Al menos en la audiencia, a la que asistieron los ejecutivos de las empresas Meta, TikTok, Discord, Snap y X, los representantes de las dos últimas estuvieron de acuerdo en apoyar la ley. Si es que llega a promulgarse.

Denuncia

Hay que recordar que todo el movimiento en relación con el rol de las redes sociales en niños y adolescentes tiene gran parte de su fundamento en las propias investigaciones hechas al interior de las empresas que las desarrollan. De hecho, Frances Haugen consiguió recopilar esa información mientras trabajaba al interior de Facebook; su denuncia del 2018 aún está siendo investigada y llevó a una causa judicial impulsada por varios estados.

La evidencia está y, al parecer, queda tiempo para que se tomen decisiones. Sin embargo, pareciera ser que a futuro el consumo de este tipo de contenidos deberá hacerse bajo advertencia, como las del alcohol y el cigarrillo.

Consumir redes sociales puede ser peligroso para la salud. Lo más seguro es que la aparición de los sellos de advertencia sean un primer paso adecuado.

Llegó la ley, la nueva ley

No ha sido fácil ni simple pero, a 20 años del comienzo de la operación de las redes sociales más conocidas, se han comenzado a promulgar leyes para ponerle límites a lo que se puede hacer en estos espacios. Esto ha sido simultáneo con los hallazgos, cada vez más evidentes, de los efectos que están causando en la sociedad tanto a nivel personal, como grupal.

Por supuesto, no hablamos de Chile porque en nuestro caso aún estamos esperando que se actualice la legislación que data de 1999, es decir, es previa a la Internet que conocemos. Hay un proyecto en curso que lleva unos años de tramitación y del que se espera tener novedades luego, ya que está en el tercer trámite (lo que no necesariamente significa que esté por finalizar). Además, hay otros proyectos sobre el tema (como el de plataformas), pero que no han logrado avanzar.

Así que, mejor, miremos para afuera.

Los alcances de la legislación internacional van desde lo que se debe proteger en relación con la información de las personas hasta el cuidado que se debe tener con los contenidos que se expresan a través de entornos digitales.

En Estados Unidos el estado de Utah decidió que el acceso a las redes sociales sólo se puede hacer con una edad mínima. Entre las obligaciones que se ponen a las empresas y que regirán a partir de marzo del 2024, están las de no mostrar publicidad a menores de 18 años y otras similares.

En Canadá se aprobó en julio pasado la Online News Act, también conocida como la C18, que busca compensar a los medios de comunicación cuyos contenidos sean difundidos por redes sociales. Ahora en octubre se estaba haciendo la consulta a sus reglamentos y se espera que rija el próximo año. Sus primeros efectos no han sido los esperados: Meta bloqueó las noticias en sus plataformas y, como resultado, mucha gente ha dejado de tener información disponible en eventos catastróficos. Todo mal allí.

Esto ya se había legislado antes en Australia a través del “Código de Negociación de Medios de Noticias”, con un despliegue inicial similar al descrito en el párrafo anterior aunque sus resultados han sido bastante auspiciosos.

Por último, en Europa entró en vigencia la Ley de Servicios Digitales y de Mercados Digitales cuyo objetivo es crear un espacio “más seguro en el que se protejan los derechos fundamentales de los usuarios y establecer unas condiciones de competencia equitativas para las empresas”. Como antes lo hizo la GDPR que establecía la protección de los datos personales (cuyo efecto indirecto fue que a todos nos avisen acerca del uso de las cookies aunque no estemos en Europa), se espera que este nuevo conjunto de reglas impacte a todo el mundo.

¿Regular la IA?

Es muy probable que por el hecho de existir sin regulación por tanto tiempo y por el efecto que esto ha causado en la sociedad, que a poco de comenzar las aplicaciones más conocidas de inteligencia artificial (IA) ya haya una preocupación por regularlas.

Esta semana el presidente de EE.UU. Joe Biden usó un método particular para poner límites a lo que se puede hacer a través de la IA. Las notas de prensa, basadas en un resumen entregado por la Casa Blanca, indican que la normativa “aborda una amplia gama de cuestiones, imponiendo nuevas obligaciones de seguridad a los desarrolladores de IA y pidiendo a una serie de agencias federales que mitiguen los riesgos de la tecnología al tiempo que evalúan su propio uso de las herramientas”.

La preocupación es similar en otras áreas del mundo. De hecho, la semana pasada hubo un encuentro regional en Santiago para abordar el tema, organizado por la Unesco. Lo que se busca es la incorporación de una serie de recomendaciones que establecen límites éticos en torno a la IA.

Como vemos, hay regulación en camino en casi todas partes. Aunque a nivel local, da la idea de que vamos llegando tarde porque en IA si bien hay una política chilena en la materia y diferentes organismos del Estado la están empleando, aún no existe nada parecido a una norma que canalice su uso y alcances. 

Como en otros temas, el tiempo puede terminar pasando la cuenta.

¿Por qué estoy viendo esto?

Esta es una idea en proceso. Luego de escribir en un par de ocasiones acerca de cómo las redes sociales deciden qué se muestra a sus suscriptores, llegué a la conclusión de que sería muy interesante obtener acceso a la información que muestre qué tuvo en cuenta el algoritmo para decidir que un contenido aparece en mi pantalla.

Es decir, que cada post tuviera un acceso a los datos y metadatos que motivaron la decisión de por qué eso está a la vista para mi perfil. De hecho, por tratarse del resultado de la acción del sistema de recomendación, esa información ya está definida en cada caso y, por lo tanto, puede dejarse disponible y a disposición de quién se interese en entender la razón por la que llegó a mi pantalla. Sería muy parecida a la información nutricional que acompaña a cualquier alimento.

A modo de ejemplo, me imaginé algunos elementos que podrían medirse y luego utilizarse como parámetros en este sentido:

  • Cercanía del perfil: aquí se incluirían todas las publicaciones que se muestran porque las hacen personas con las que tengo una relación directa (muchos likes entrecruzados, a las que sigo y me siguen, etc.).
  • La historia de lo que he visto: perfiles que miro y con los que interactúo con insistencia y, por eso, es natural que aparezcan con mayor frecuencia, para no perderme nada de lo que hacen, dicen o publican. Aquí también pueden mostrarse publicaciones de los temas que me han interesado, aunque no se trate de personas que siga o conozca.
  • Relevancia: temas generales que debería saber aunque estén lejos de lo que veo o de quienes sigo con mayor frecuencia, es decir, es lo que tengo que saber porque es importante y no me lo puedo perder.
  • Volumen: temas menos relevantes, pero de los que todo el mundo está hablando y por eso mi red social me los destaca para que sepa que está ocurriendo. Es lo que TikTok, Twitter y Threads están haciendo por estos días.
  • Zona geográfica: lo que la gente que vive en mi área está mirando y, por lo mismo, yo debería saber que es algo relevante a tener a la vista.
  • Lo que me podría gustar (predicción): basado en todo lo que he hecho, visto o considerado, es una suerte de apuesta acerca de lo que me podría gustar.
  • Contenido disputado: aunque te lo mostramos, hay mucha gente debatiendo sobre la seriedad, credibilidad o veracidad de lo que se publica. Casi un fact-check instantáneo.
Cómo funcionan los algoritmos

Por supuesto que algunos de los parámetros anotados antes no salen de lo que me logro imaginar, sino que varios surgen tras examinar lo que han publicado las propias redes sociales acerca de la forma en que funcionan sus algoritmos.

En el caso de Instagram han informado (en junio de 2021 y mayo de este año) algunos detalles acerca de cómo lo hacen. Aunque ofrece miradas bien generales, no logra explicar por qué veo lo que me entrega.

En el caso de X (ex Twitter) hay más detalles pero aún así no queda claro por qué aparecen en la pantalla algunos elementos como los que estamos viendo en estos días en la línea de tiempo. En la imagen siguiente aparecen algunos elementos que toma en cuenta su algoritmo para decidir qué mostrar en la línea de tiempo de cada persona que usa la red social.

La imagen muestra la descripción del algoritmo de recomendación que usa X (ex Twitter) para decidir qué aparece en la línea de tiempo del usuario.

Lo que espero que me digan es por qué algo en particular está apareciendo. Por ejemplo, si es alto en Relevancia y alto en Zona geográfica, tendría claro que es algo que me debe importar según el lugar en que estoy. Pero si es bajo en Relevancia pero alto en Volumen, podría entender que me muestran un chisme del que todos están hablando, pero no es más que eso.

¿Se imaginan que todo eso se pudiera hacer con un esquema gráfico fácil de visualizar? De esa manera podría tener datos adicionales a lo que estoy viendo aparecer en la red social con una sola mirada, e incluso antes de ver de qué se trata la publicación. Sería una maravilla.

¿Y si lo hicieran los medios?

De hecho, esto podría ser útil en cualquier medio para entender la lógica que lleva a que uno esté viendo una noticia u otra en la portada. Por ejemplo, esto aparece porque es lo más relevante en este tema o bien, esto va en la portada para ganar clicks. (Aunque requeriría mucha transparencia hacer eso). 

Creo que dado como están las cosas estoy pidiendo mucho, pero como hablamos de comunicar y de hacerlo bien, no creo que sea un exceso. Es simplemente requerir que las redes sociales hagan su trabajo bien, que nos cuiden como usuarios.

¿Cuánto sabemos de las redes sociales?

Este año ha sido interesante en lo que se refiere a investigar las redes sociales porque han aparecido una serie de informes y estudios que permiten entender el efecto real que producen las redes sociales en las personas.

En este post haremos un recuento de algunos de ellos para ponerlos en perspectiva y dejarlos como material para entender hacia dónde mirar para entender lo que está pasando en este aspecto.

Comencemos con Frances Haugen, una ingeniero que en 2021 tomó la decisión de denunciar a Facebook por no tomar acciones reales pese a que la empresa tenía evidencia estaba generando daños a sus usuarias y usuarios. En particular a las adolescentes, a través de Instagram.

Aunque su denuncia sigue en proceso ante la SEC en Estados Unidos, fue inevitable recordar lo que allí se planteaba luego de dos advertencias que surgieron en mayo pasado en relación a redes sociales y jóvenes. 

Una fue la del Cirujano General, el principal vocero en asuntos de salud pública en el gobierno federal de los Estados Unidos, que estableció: “La pregunta más habitual que me hacen los padres es si las redes sociales son seguras para mis hijos. La respuesta es que no disponemos de pruebas suficientes para afirmar que sean seguras y, de hecho, cada vez hay más indicios de que el uso de las redes sociales está relacionado con el deterioro de la salud mental de los jóvenes”.

La segunda fue de la APA, Asociación Estadounidense de Psicología, que también en mayo planteó su punto de vista acerca del tema. En su comunicado establecieron varias prevenciones. Por ejemplo, que “en los primeros años de la adolescencia (normalmente entre los 10 y los 14 años), se recomienda que la mayoría de los jóvenes utilicen las redes sociales bajo la supervisión de un adulto (es decir, revisando, debatiendo y orientando sobre su contenido)” o que “los adolescentes deben limitar el uso de las redes sociales para la comparación social, en particular en torno a contenidos relacionados con la belleza o la apariencia”. Es decir, precaución y mesura.

¿Puede ser mejor?

Desde que vi The Social Dilemma, el documental sobre lo que pueden producir las redes sociales que se presentó en 2020, he estado investigando y leyendo en el tema, llevando esas preocupaciones a quienes trabajan con estos medios de comunicación masiva. Que pueden ser muy buenos, como todas las herramientas, pero pueden causar efectos negativos de los que hay que estar precavidos. De hecho, quienes participaron en ese documental crearon una fundación y se dedican a educar sobre este tipo de temas

El problema central detrás de las redes sociales es que la necesidad de generar la interacción de las personas, ha llevado a que toda la experiencia de usuario que se ofrece esté orientada a fomentar compartir contenidos para que más gente vea lo que publicas. Aunque sea falso o inexacto, como se ha descubierto.

Un par de profesores han planteado métodos para hacerlo diferente, pero las empresas que se dedican a este negocio no han actuado como se les sugiere. 

Lo que no significa que no hayan hecho nada; de hecho Facebook le puso el extraño nombre de “Coordinated inauthentic behavior” (que se puede traducir como Comportamiento coordinado no auténtico) para explicar la publicación de información que busca engañar a las personas. Y han actuado al respecto: tan cerca como ayer Meta anunció que se había sacado de circulación gran cantidad de información publicada en China, Rusia y Turquía en que se presentaban como verdaderas publicaciones que se dedicaban a atacar a Estados Unidos, entre otros temas.

¿Qué falta entonces? Que haya una acción más cercana al nivel de lo que se publica. Por ejemplo Whatsapp ya está marcando los mensajes virales. Explican que lo hacen porque “de esta manera, también se minimiza la divulgación de rumores, mensajes virales y noticias falsas”.

Es decir, podemos ver que se puede hacer. Falta que se quiera y que la experiencia de uso se modifique para bien. Hay quienes están siendo afectados por esto -en especial quienes tienen menos experiencia y requieren de más guía- y de allí lo relevante de este cambio.

Algo salió mal, intente de nuevo

La continua incapacidad de Twitter para funcionar como solía hacerlo, me ha llevado a pensar en cuáles son las características que debe cumplir una red social para que funcione adecuadamente.

La forma del error que muestra Twitter y que lleva a pedir que te suscribas a Twitter Blue

Y no me refiero sólo al intercambio de mensajes entre quienes participan, sino que también a la forma de hacer el negocio para que sea sostenible en el tiempo.

Lo primero a considerar es que los contenidos deben ser gratis o tener un costo que las personas estén dispuestos a enfrentar. Hasta ahora ese precio que pagaba cada usuario consistía en generar publicaciones y entregar y datos, como lo hace habitualmente el grupo de aplicaciones de la empresa Meta. Luego, esas plataformas tienen permiso para reutilizar lo que se publica de todas las maneras posibles, incluso llegar a venderlo, sin tener que pagarles a los autores originales.

De hecho Instagram lo plantea así en los Términos y Condiciones: “Cuando compartes, publicas o subes contenido protegido por derechos de propiedad intelectual o industrial (como fotos o vídeos) en nuestro Servicio o en relación con este, de conformidad con el presente acuerdo, nos concedes una licencia mundial, no exclusiva, transferible, sublicenciable y libre de regalías por derechos de autor para alojar, utilizar, distribuir, modificar, mantener, reproducir, traducir y mostrar o comunicar públicamente tu contenido, así como para crear obras derivadas (de acuerdo con tu configuración de privacidad y de la aplicación)”.

Cuando esta condición básica de precio no se cumple, ocurre que quienes producen el contenido pueden decidir no seguir participando y buscar alternativas más adecuadas para dar a conocer sus historias. En eso hemos estado en las últimas semanas y la explosiva aceptación de Threads parece confirmar esta idea.

Lo segundo a considerar es que debe tener una experiencia de uso que simplifique compartir la información, de manera que sea posible crear grupos de interés ya sea en torno a personas o de temas. En una red no basta con la presencia individual porque es como una fiesta en que la actividad es colectiva o, simplemente, no existe. Por lo mismo, gran parte de la magia que tuvo Twitter ocurrió gracias a los hashtags que vinculan conversaciones. 

En casos como en Threads donde eso no existe, ha costado que exista tracción sólo en torno a una línea de tiempo de gente hablando y esa puede ser la razón para que en esta semana la actividad haya disminuido a la mitad, luego de su rápida irrupción. 

Un tercer aspecto es la oferta de contenidos apropiados que viene dada por la actividad de las personas, pero que también es apoyada desde los algoritmos que detectan tendencias y sugieren información adecuada a quienes vienen llegando. Es lo que ha hecho que TikTok haya logrado su situación actual: no sabes a quién seguir cuando entras, pero muy pronto es posible que estés mirando publicaciones interesantes. Su capacidad de recomendación es su mayor activo y permite ofrecer una parrilla de contenidos interesante sin importar a cuánta gente sigas o conozcas en la red.

Por último, la red tiene que ser un buen negocio. Tiene que generar dinero para la empresa que la desarrolla y ofrecer oportunidades de negocio para quienes participan. En ese sentido hay diferentes modelos: desde OnlyFans que permitió crear espacios de trabajo cerrados y pagados orientados a creadores de contenidos para adultos, hasta Spotify, que hizo lo contrario: contenidos gratuitos a cambio de que escuches publicidad y luego un sistema en que depende de lo que pagues es lo que recibes.

Bueno, todo lo anterior es lo que se le olvidó a Twitter. Ojalá recupere la memoria luego.

Cómo usan la interacción las redes sociales

¿A quién no le ha pasado que luego de decir algo en voz alta cerca del celular, comienza a aparecer publicidad relacionada con lo dicho? Historias similares han llevado a que desde las redes sociales se desmienta que están escuchando y almacenando información sin permiso. 

Lo que sí se puede afirmar es que el negocio de las redes sociales se sustenta en la capacidad de conocer a sus usuarios en un nivel superlativo, es decir, casi mejor que ellos mismos. Más de una historia hay para demostrarlo.

¿Cómo lo hacen? Procesando lo que en la industria se conoce como “señales” que son los datos que se van guardando a partir del registro de la interacción de las personas con las aplicaciones. En este sentido, el diseño de la experiencia de las personas con las pantallas y la propuesta de contenidos activos es clave para lograr una reacción y, gracias a ello, hacer el registro y enriquecer el perfil respectivo.

Se podría decir que para una red social cada persona es una suma de datos y metadatos. Datos incluye quién eres, la información que entregas acerca de ti (por ejemplo, tu foto y la biografía) y lo que publicas. Metadatos abarca lo que se va anotando acerca de ti e incluye desde qué teléfono usas hasta el lugar y hora desde dónde publicas, pasando por todas las reacciones que tienes frente a lo que ves en la pantalla.

Pero aún hay más

Como en los programas de televisión, aún hay más. Porque cada red social informa -aunque no con la transparencia que uno espera- en qué se fija para ir capturando las interacciones de los usuarios.

Imagen del sitio web de Instagram en que explican su uso de las señales.

Por ejemplo, el máximo ejecutivo de Instagram, Adam Mosseri publicó en junio del año pasado que se fijaban no sólo en lo que hacías en la aplicación, si no también en cómo lo hacías. Es decir, era relevante cuánto tiempo estabas mirando cada publicación, si tocabas la foto de perfil o hasta dónde hacías scroll. La empresa actualizó la información en un nuevo post a fines de mayo de este año para detallar la manera en que funciona el algoritmo por tipo de actividad y negó, pese a la evidencia, que exista el shadowbanning (censurar el contenido de perfiles).

Las señales también son capturadas en Twitter. En un post de marzo pasado se dieron a la tarea de comentar cómo se establecen las recomendaciones que se hacen a las personas que utilizan esta red social. Aunque no es fácil decirlo en simple, declaran que el objetivo es ofrecer contenido relevante, mostrar publicidad adecuada y destacar autores cuyo contenido te pudiera interesar. 

Por último, para TikTok podemos revisar dos fuentes. Uno es un artículo del NYT del 2021 en el que se explica que lo que busca la aplicación es “que permanezcas en ella el mayor tiempo posible” y da alguna evidencia sobre cómo lo hace. Por otro lado, a través de un video de Lidia Infante, una conocida consultora de SEO, se da cuenta cómo y cuáles son las señales que se registran. Además de los contenidos (TikTok logra descifrar qué muestra el video), importan los textos que se incluyen y hasta los sonidos que se integran.

Más transparencia

No hay toda la transparencia que uno esperaría de cómo funciona cada parte relevante de sus algoritmos porque, de seguro, corresponde a esa esfera que se protege bajo el nombre de “secretos comerciales/industriales”. 

Por la relevancia que tienen y por el impacto que están causando en las personas (por ejemplo, lo que dice APA), es relevante que se precise la forma en que trabajan con las señales que capturan y que se informe con más frecuencia y detalle lo qué hacen y con qué datos lo ejecutan. 

Si no, cabe la posibilidad de que en el futuro deban tener sellos como todo producto que afecta a quien los consume. Hay evidencia de que funcionan.

Hablemos de alegría

La primera la podemos usar para los resultados de la encuesta del dueño de Twitter. Para usar otra expresión, esta vez española y muy antigua, fue por lana y volvió trasquilado.

La encuesta en Twitter sobre si Elon Musk debe seguir como CEO de la empresa.

Si existiera la segunda, la usaría hoy para hablar de los argentinos en general. Ayer y según el relato periodístico, varios millones salieron a las calles de Buenos Aires para esperar a su Selección de fútbol, que al mando de Lionel Messi, se tituló campeona del mundo en el Mundial de Qatar. Como dijo su entrenador, si Messi debía algo, ya quedó todo saldado. Tuve el privilegio de ver jugar (por TV) a Pelé en el Mundial del 70, a Maradona y ahora a Messi. Siento que todo lo que me dé el fútbol hacia adelante, será de yapa (palabra que en Chile y Perú significan algo añadido y por encima de lo que esperaba).

Lo que provoca TikTok

Siguiendo con esta misma idea, la mayor alegría es la inesperada y si me permiten seguir un hilo de ideas encadenadas, cuando llevamos ese concepto a los contenidos digitales (uno de los temas que me interesan), no hay nada mejor que descubrir gente interesante hablando de sus temas. Durante muchos años, desde el 2007 para ser preciso, he practicado eso a través de Twitter. Conocer ideas, tendencias, personas es el fuerte de la plataforma gracias a la tarea de curatoría que cada persona puede realizar. Es decir, elegir cuidadosamente entre muchas, aquellas voces que tienen algo para contar y que vale la pena escuchar. O, desde la perspectiva de este boletín, las huellas que es necesario seguir.

Sin embargo, leyendo un artículo de The New York Times que apareció ayer en la edición online y que saldrá recién el domingo en la impresa (así de «primero digital» actúan en ese diario), hay varias ideas acerca de TikTok, la red social de videos que está cambiando el panorama que parecía estar dominado sin contrapeso por las redes de Meta (Facebook e Instagram).

La portada del artículo sobre TikTok de The New York Times.

El foco de este reportaje es la historia de Zhang Yiming, fundador de ByteDance hace 10 años, la empresa china creadora de TikTok. Aunque mucho de lo que cuenta es acerca de temas políticos internos de Estados Unidos, me interesó el amplio reporteo acerca de cómo llegó a las soluciones que vertió en las plataformas que creó.

Desde su perspectiva, el usuario no quiere buscar datos y nuevos contenidos, quiere algo casi «mágico» (palabras mías) que le muestre lo que necesita ver en ese momento. ¿Cómo hacerlo? Vía inteligencia artificial preparada para recibir muchas consultas y entrenarse a partir de las elecciones de las personas. Más visitas, más datos, mejores sugerencias. Lo hizo primero con noticias a través de la app Jinri Toutiao y, con lo aprendido, puso el mismo esfuerzo detrás de TikTok.

Viendo lo que allí se cuenta, de nuevo aparece la inteligencia artificial como un factor de ventaja en el área de los contenidos digitales. Cada vez con más fuerza y como el elemento de cambio.

Para cerrar y a partir de los números que muestra TikTok, tengo la certeza de que la actitud predominante a futuro será confiar casi sin dudas en lo que una app pueda hacer por uno. Es decir, crecientemente dejaremos en manos de una plataforma el acceso a la alegría que esperamos recibir.

Hablar de alegría viene bien en esta semana que cierra en Navidad. Por eso me parece adecuado hacerlo compartiendo mi certeza de que no será una app la que nos reconforte cuando lo necesitemos. Como usuarios de las plataformas debemos tener claro que ese mecanismo, antiguo por cierto, de conversar y conectar frente a frente con las personas será más duradero y más interesante que lo que una pantalla pueda dar.

Pese a ello, aprovecho que conectamos a través de una pantalla para desearte una Feliz Navidad.

Entender el algoritmo es la clave

Aunque cada una de las redes sociales ofrece guías orientadas a los creadores, parece que mucho queda sin explicar, lo que lleva a diversas interpretaciones acerca de cómo funcionan. Y sorpresas a la hora de ver los resultados.

Entender lo que hace el algoritmo es clave para que tus contenidos surjan y se transmitan más allá de tu grupo de seguidores. De allí su importancia. Por eso una búsqueda rápida lleva a una amplia variedad de artículos que se desarrollan en torno a esta idea: cómo sacar provecho de las nuevas características del algoritmo. Es así como se pueden leer buenos artículos acerca de Instagram y TikTok, a partir de los efectos que se observan en las cuentas y lo que los creadores plantean.

Incluso esto es válido para Google. Recién esta semana varios autores destacaron la información que entrega su nueva guía acerca de los cambios que ha hecho en el último tiempo.

En resumen, queda dicho que entender el algoritmo en cada caso es la clave y por tanto habrá que dedicar más tiempo a esa tarea.

El evento más visto del mundo

Sin embargo, para dedicarle tiempo a lo anterior hay que dejar de hacer algo. Para quienes gustamos del fútbol, eso va a tomar un rato porque ya sabemos que comenzó el Mundial y han salido muchos datos sobre su impacto. Para este boletín uso el que muestra Statista a través de este gráfico, que me parece el más notable: estamos frente al espectáculo con más espectadores del mundo. Este deporte sí que es mundial.

A propósito de huellas

Me gusta mucho el nombre al que llegué con este boletín, el de huellas digitales. Pero como pueden suponer, no es tan original. De hecho, esta semana que pasó descubrí que la empresa de seguridad Kaspersky lo utiliza para anunciar que dejas una huella digital por donde pasas. Usaré ese concepto en las clases, porque me parece interesante darse cuenta de este hecho.

Borrar a propósito

Y cierro esta entrega con un tema al que llegué a raíz de una clase: ¿cuándo es adecuado borrar contenidos antiguos en un sitio web? Si tu respuesta es nunca o a veces (como era mi postura original), tengo un par de argumentos para que revises en este post.

Hasta aquí las huellas de este semana.

Gracias por seguirlas.

Redes sociales: así vamos

Siempre es interesante conocer los números actualizados de la actividad que hacen las personas en redes sociales en nuestros países de acá abajo (el sur del sur) en Latinoamérica. Y qué mejor que escucharlo de quienes están habitualmente midiendo el comportamiento de estas audiencias, como es Comscore, una empresa dedicada al tema.

Por ello que me gustó asistir a la charla que dictó Fernando Vega, Social Manager para América Latina de la empresa y que hizo un recorrido por lo que está pasando. Esta empresa que en 2019 ya había adquirido a Certifica, una empresa chilena de medición de audiencias en sitios web, y que a fines de 2021 compró Shareablee ya tiene a su haber las herramientas más completas para acceder a esa información.

¿Qué presentó? Que las redes sociales son los espacios de comunicación con mayor alcance (82,5% de la población); que hay un aumento sostenido del uso de esas plataformas (de 40 a 100 publicaciones anuales) y que Instagram aparece como el espacio con mayor audiencia, duplicando a Facebook en Argentina, Brasil y Chile. Lo otro interesante es el rol de los influencers, cuyas publicaciones representaron el 8.7% del total en América Latina pero son responsables del 49% de todas las interacciones en la región.

La imagen muestra un gráfico con datos de la interacción en redes sociales para cada país según Comscore.
Datos de la interacción en redes sociales para cada país según Comscore.

Recomiendo pedir su presentación (hay que dejar los datos a cambio) porque entrega una serie de recomendaciones para el uso de las diferentes plataformas de redes, que hay que tener en cuenta.

El fact-checking funciona para las personas, no para los medios

Un interesante estudio acerca de la práctica del fact-cheking y sus efectos fue presentado esta semana por sus autores, Ingrid Bachmann y Sebastián Valenzuela de la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica, permitiendo entender mucho mejor qué se puede esperar de esta interesante práctica.

Lo primero es decir que el fact-cheking o chequeo de hechos y datos, y que en este trabajo se quería ver qué efecto causaba su realización. ¿Aminoraba la desinformación? ¿Aumentaba la confianza en los medios? Los investigadores hicieron dos experimentos por cuestionario a población adulta en Chile para examinar la efectividad de la verificación y la corrección de (des)información, además del impacto del fact-checking en las actitudes de los usuarios de noticias en actitudes y comportamientos sobre el quehacer periodístico.

Ingrid Bachmann y Sebastián Valenzuela aparecen durante la presentación del estudio.
Ingrid Bachmann y Sebastián Valenzuela aparecen durante la presentación del estudio.

Comentan en el sitio web sobre el trabajo que un primer estudio examinó el impacto de ‘fact-checks’ en el contexto de la pandemia del COVID-19. Los resultados confirman que el ‘fact-checking’ funciona, ya que aumenta significativamente la precisión de las creencias de las personas. Sin embargo, ninguno de los fact-checks tuvo un efecto directo en las percepciones de confianza de los medios de comunicación.

Un segundo estudio examinó el impacto de ‘fact-checks’ en el contexto de la las elecciones presidenciales chilenas. Los resultados vuelven a confirmar la efectividad del ‘fact-checking’, que cumple su objetivo de reducir la desinformación. El efecto de este tipo de verificaciones es más fuerte para los fact-checks consistentes con las creencias propias, esto es, a favor del propio candidato y en contra de su oponente. También hay evidencia de la exposición a fact-checking tiene un impacto negativo moderado en la confianza en los medios, y puede alterar la percepción de medios hostiles en las personas.

Todo sobre este trabajo se puede ver en el sitio web preparado para su difusión: Efecto Fact Check