He seguido de cerca la campaña que lleva adelante grupo de entidades ciudadanas y que tiene en su Comité Ejecutivo a Luis Ramírez (el autor de Audentes Fortuna Iuvat) para conseguir algo que, desde mi perspectiva, cambiará positivamente la educación en Chile: que cada escolar tenga un computador. Para este jueves, incluso, tiene una conferencia de prensa anunciada en la que tres parlamentarios le darán su apoyo. Bien por Patricio Walker (DC), Nicolas Monckeberg (RN) y Marco Enríquez-Ominami (PS).
¿Por qué me gusta la iniciativa? Principalmente porque creo que es el momento en que los usuarios de la tecnología sean los que impulsen la tarea de apoyar el trabajo de educar de una forma diferente. Me explico: hasta hoy vía los proyectos de la Red Enlaces, se capacitó a los profesores y desde ellos se intentó que las aulas cambiaran. Ese acercamiento al problema, ya no resultó. He visto y sabido de demasiados casos en que los profesores no llevan a los niños a las “salas de computación” porque pueden dañar los PCs. Hay otros en que ha resultado, pero aún allí hay al menos dos o tres niños por computador. Eso no funciona.
Si tenemos un computador por niño y si estos son los OLPC que se están anunciando, con características tecnológicas específicas para los niños -de seguridad, de actividad y de conectividad- lo más probable es que los niños van a guiar a los profesores. No sería raro que tuviera un éxito parecido al remezón que nos brindaron los pingüinos el año pasado.