Cuando el mundo era simple, o sea, antes del cambio de milenio, un chico de 19 años que no tenía toda la música en formato mp3 que le gustaría tener, halló la solución para ingresar y copiar el contenido de las computadoras de sus compañeros de la Northeastern University, en Boston, Massachussets.
El nombre de la nueva tecnología era Napster y la fecha, comienzos de 1999.
No pasaron más de seis meses cuando toda la industria de grabaciones musicales de Estados Unidos, la más poderosa del mundo, se le vino encima. ¿La razón? Pues que a través de su sistema, mucha gente estaba copiando música, sin pagar los derechos de autor que les correspondían.
A dos años del comienzo de esa pelea judicial, las cosas están muy diferentes. Napster está demandado y gracias al pago de varios millones de dólares, podrá salir de nuevo a funcionar… ya que un fallo judicial le obligó a terminar el tipo de operaciones que estaba haciendo. Pero cuando lo haga, tendrá que pagar los derechos de autor por cada canción que se comparta mediante su sistema, lo que significa que ya no podrá ser gratis como antes.
Adicionalmente, quienes quisieron operar como Napster, compartiendo canciones digitales a través de Internet, también han sido demandados. Es el caso de MusicCity que tiene el sistema Morpheus en funcionamiento, FastTrack, con Kazaa, y Grokster.
Sin embargo, como ya se descubrió que existe un interés por contar con el servicio de entrega de música online, las propias empresas que graban y venden la música ya están preparando sus propios servicios. AOL Time Warner, EMI y Bertelsmann se juntaron con RealNetworks para crear MusicNet, mientras que Universal Music y Sony Music darán luz a Pressplay.
Ambos conglomerados, aunque tienen estrategias distintas, actualmente están haciendo lo mismo: licenciar su servicio a terceros para lanzar sistemas que entreguen música a cambio de un pago. Y todo a través de Internet, hacia fines de este año. Es decir, tal como lo hará Napster cuando vuelva a los negocios.
Y, para completar el cuadro, a principios de octubre se consiguió el último elemento para que este negocio comience: el acuerdo entre los autores y los productores de discos, para que cada vez que una canción se venda por Internet, se pague una cantidad por concepto de derechos de autor.
Así las cosas, está claro que el mundo que existía cuando surgió Napster ya no es el mismo y que un sistema como aquél, no ya puede prevalecer.
Otro signo más de que la Internet gratis en la cual crecimos, está cambiando para siempre.