Contenidos digitales: lo que una máquina no puede reemplazar

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Para la entrega de esta semana quiero unir a tres autores que he leído en el último tiempo y que comparten la tarea de trabajar con contenidos para entregarlos en formatos digitales. Mi mirada tiene que ver con el desafío permanente de entender qué es lo que lleva a un humano a ser mejor que una máquina a la hora de ofrecer información.

La primera persona de este grupo es Sara Winters, que en un ensayo titulado “What is content design?“ plantea la relevancia de entender qué necesita la persona que viene a un espacio a buscar algo para ver. Explica:

“Consiste en usar datos y evidencia para darle a la audiencia lo que necesita, en el momento en que lo requieren y de la manera en que lo esperan”.

¿Puede una máquina superar en esto a las personas? Es muy posible, en particular si dejamos que la tarea de producir lo que se va a publicar tenga que ver con buenos datos. Por el contrario, la respuesta es negativa si lo que buscamos es entender a una audiencia que está cambiando. Por ejemplo, luego de comprar un colchón, ¿qué sentido tiene seguir viendo publicidad de ese mismo producto? Como habrán comprobado la tecnología actual hace eso, con entusiasmo y sin titubear. Sin embargo, lo más probable es que lo que necesita ahora quien haya comprado ese producto, en realidad son elementos para complementar la experiencia del buen dormir: almohadas, sábanas e incluso, lámparas o algo para hacer sobre ese nuevo espacio.

¿Sabes lo que quieres?

El segundo autor que quiero emplear en esta tarea es Eduardo Díaz, autor de La naturaleza del software, quien hace unos días se refería al rol de la inteligencia artificial (IA) en el desarrollo de programas computacionales. De su explicación quiero utilizar, aunque fuera de ese contexto, algo que detalló muy bien:

“Lo que cambia con IA, es que la velocidad de ejecución parece que ya no es el cuello de botella. El cuello de botella es la claridad de pensamiento. Qué tan bien puedes especificar lo que quieres”.

Creo que aquí está la tarea central de quien necesita producir contenidos: comprender lo que se necesita provocar en quien recibe el mensaje que publica. Desarrollar el prompt adecuado para llegar a lo que se busca se ha transformado en un arte, similar al de los buenos codificadores de software. De su calidad depende el resultado que se va a obtener. No hay nada automático en ese proceso. Por lo mismo, la habilidad de la persona que emplea una IA se va a relacionar directamente con la calidad de lo que consiga. La relación de garbage in – garbage out me parece que está garantizada.

El efecto wow

Lo último a considerar es el real aporte que debe ofrecer lo que se está publicado. Es lo que MrBeast, uno de los youtubers más conocidos, llama el efecto wow (How to succeed in MrBeast production). Se trata de algo que él mismo no logra describir más allá de explicar que se trata de un parámetro de análisis subjetivo. Sin embargo, se puede entender como lo que transforma lo que estás viendo en un contenido que no vas a olvidar fácilmente.

¿Puede una máquina hacerlo? Seguro, hará algo por el estilo aunque lo vas a olvidar, como ya lo hemos hecho con todo lo que vimos esta semana en el imparable scroll que los algoritmos nos ofrecieron para mirar en las redes sociales.

Por el contrario, ¿qué recordamos de todo lo que hemos recibido como mensaje en los últimos días? Lo más seguro que sea algo que alguien nos pasó y que conecta lo que somos, lo que queremos y lo que soñamos (o tememos) Es decir, aquello que nos habla a nosotros.

Allí está la clave de lo que hay que producir. Y, según yo lo veo, es lo más difícil de crear.

En resumen, crear contenidos que conecten es una tarea en la que los humanos seguimos teniendo una capacidad relevante que hay que seguir puliendo cada día.

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