Desde que comencé seriamente a considerar eliminar mi perfil de Facebook y me di cuenta que pese a la serie de argumentos que me daba, ni siquiera buscaba el botón “eliminar” desde su interfaz, decidí darle una vuelta un poco más profunda a mi relación con las redes sociales.
Finalmente creo haber llegado a algo y quiero dejarlo expuesto acá: los sitios que se dedican a las redes tienen tres niveles. Ellos son tres verbos: ser, estar y pertenecer.
- Ser: la aplicación permite que uno se identifique mediante los elementos demográficos típicos y que entregue parte de lo que uno es: datos, historia personal, información que he generado, etc. Vale decir, uno se describe y abre parte de su mundo. Asimismo, las redes se sustentan en mis relaciones, por lo tanto, ellas deben ser informadas y luego, confirmadas por quienes yo señale.
- Estar: la aplicación permite explicar el estado actual de mis asuntos, para que otros se enteren. Eso incluye desde el estado actual de proyectos hasta mi estado de ánimo. Mientras más activo mejor, ya que ello ayuda a demostrar mi uso de la aplicación y permite que otros vean que efectivamente estoy usándola y, por ello, valdrá la pena dejarme un mensaje porque efectivamente lo veré.
- Pertenecer: la aplicación permite dar a conocer mis afiliaciones; cuestión sumamente inútil en países como Chile donde la distancia entre la declaración y la acción es tan lejana, que casi ni importa lo que declaro ya que lo relevante está en lo que hago. Pero para efectos de este tema, sí puedo suscribirme a grupos, iniciativas o comités.
Los tres niveles son ascendentes ya que requiero el primero para ir al segundo y luego al tercero. Es decir, para que funcione, tengo que aportar mi parte que va desde ofrecer información hasta generar interacción. Por lo tanto, la aplicación debe considerar ambos aspectos.
Entonces, si la aplicación sólo funciona si yo le pongo horas/hombre a su desarrollo, ¿dónde está la utilidad de pertenecer a una red social?
He aquí algunas posibilidades:
- Permite generar “presencia” e identidad en la red, ofreciendo una posibilidad para muchos de estar en los resultados de las búsquedas, casi por primera vez. Google permitirá que me encuentren quienes han perdido mi pista.
- Ofrecer un espacio para “dejar recados” mientras no estoy, como si fuera un diario mural en que quienes pasan pudieran poner sus notas.
- Juntarme con los amigos de mis amigos (ya que se supone que a mis amigos los tengo cerca y en modo offline) y tener un espacio para aceptar o rechazar cómodamente a los desconocidos que la red me sugiere vía comprarar gustos y aficiones.
- A través de los contenidos relacionados, ver hacia dónde se mueven todos y decidir si participar o no; lo que antes escuchaba de oído o veía a través de los medios de comunicación tradicionales, hoy están ofreciéndose por esta vía. Incluso en muchos casos, están ocurriendo a través de ella.
Dado todo lo anterior, habrá que poner en la balanza todo lo dicho y así llegar a la pregunta final que, por ahora, seguirá siendo: ¿quiero estar en la red o no?