En un comentario a un post anterior, mi amigo Herbert plantea una pregunta sobre mi selección de blogs leídos a través de RSS. Dice:
¿será que el valor estratégico de la información que accede un periodista será su pool de feeds (un archivo OPML)? ¿estarán los periodistas, o la gente en general, dispuestos a compartir estos archivos, es decir, a compartir sus estrategias más privadas de filtración y elección de información? ¿hasta dónde la buena onda? 🙂
Creo que lo que Herbert plantea tiene la importancia de llegar al meollo del asunto: si revelo cómo me informo (la selección de las fuentes de las que obtengo material), muestro de dónde consigo los datos que uso de sustento para mis planteamientos. Como periodista, por así decirlo, revelo mis fuentes.
Mi punto de vista es que no hay tal revelación, debido a que sólo con mi experiencia -y la de cualquiera- se completa el circuito que termina por transformar los datos -la información que ofrecen las fuentes- en información. Y sólo esta última es valiosa, ya que a través mío (es decir de quien consume los datos) se da el proceso que lleva a enriquecer y transformar lo que se recibe en algo que aporte valor. Ese valor, puede o no ser percibido por otros, pero no importa, porque quien procesa sí siente esa transformación, que lo deja en mejor pie para recibir los siguientes datos y realizar nuevamente el proceso.
Por lo mismo, dar a conocer las fuentes de dónde salen los datos, es casi equivalente a mostrarle a alguien el edificio de la Biblioteca Nacional y dentro de éste, el computador con el catálogo abierto en el buscador de enciclopedias. Allí están las fuentes. La gracia está en qué haces con ellas.
Así que finalmente, podemos decir que la apertura que ofrece entregar la información de mis blogs, e incluso la que significa mostrar cuáles son mis sitios favoritos en del.icio.us no es tal, porque cada uno de nosotros que ha agrupado esa información, tiene la clave para entenderla. Para los demás (casi siempre), sólo son datos.