Con la llegada de los íconos de las emociones a Facebook, pareciera ser que se completa algo que siempre se echó de menos: la posibilidad de que algo no me guste en esa red social. Ahora tenemos mucho más que eso, es decir, una serie de emociones para ser expresadas:
Me interesa esta evolución porque de alguna manera, a partir de estos estados intermedios entre lo que amo y odio, se pueden generar filtros interesantes para saber qué ofrecer a quien ha estado usándolos para determinar lo bueno y malo de lo que ve publicado en su muro. Es decir, con los votos que vaya haciendo irá ofreciendo datos valioso sobre qué más se le puede mostrar y gracias a eso, la red social tendrá más datos acerca de qué cosas le será de interés más adelante.
Toda una lección que quienes hacen contenidos digitales debería estar aprendiendo.