La ventaja de saber qué preguntar

Me interesa este tema propuesto por OpenAI porque creo que forma parte de hacia dónde espero que se mueva el uso de la inteligencia artificial en relación con los contenidos. 

Al respecto, el uso que debería ocurrir es que finalmente los medios de comunicación se transformen en máquinas conversadoras, a las que se les pueda preguntar cosas y que respondan con resúmenes, con explicaciones y con muestras de información basadas en lo que los periodistas y reporteros vayan produciendo (contenido confiable y creíble) para ir alimentando algoritmos propios.

De esa manera, tengo la sensación de que habrá dos salidas normales para las noticias.

Por un lado, estará el método actual (y tradicional) en que un editor determina lo que es relevante y lo presenta para que sea consumido de manera cronológica. Es decir, un listado de las noticias de las últimas horas ordenadas desde las más a las menos importantes.

Por otro lado, estará el método AI (que esperamos se desarrolle luego) en que un modelo de lenguaje hará resúmenes y responderá las dudas que tenga la persona que quiere conocer sobre el tema que le interese, a partir de una propuesta de qué debería interesarme del mundo hoy. Se caracterizará por ser una conversación larga basada en la información que ha sido reporteada por el medio, pero que no tendrá formato de noticia sino que de pregunta y respuesta. Es decir, acercamientos sucesivos hacia los hechos de interés.

Conocer las preguntas

Probablemente el gran tema que hay detrás de este segundo modelo es que tiene una dificultad de base. Si no se hacen buenas preguntas, es muy posible que no haya respuestas de calidad.

No puedo dejar de recordar la frase de Sócrates. “Sólo sé que nada sé” significa que lo primero es entender la propia ignorancia, porque cuando se logra eso se puede llegar a buscar la manera de repararla. Y, para efectos de lo que conversamos, debería ser necesario para lograr conseguir las piezas de información que faltan para entender alguna situación que está ocurriendo.

Pero lo interesante es que este tipo de sistemas sirven si uno sabe qué preguntar. No son buenos si no conoces lo que no sabes. Si es el caso, lo más probable es que no lo preguntes y, por lo mismo, no haya formas de atenderlo. 

Al respecto, es interesante revisar el esquema que se entrega en la última edición del libro del Oso Polar (es decir, el de Rosenfeld, Morville y Arango) y que muestra qué es lo que hace un buscador: acceder a lo que uno busca, pero también, dar ideas acerca de lo que se parece a lo que uno necesita y que se despliega gracias a la experiencia de investigar la respuesta.

Es decir, y para conectar con la oferta de OpenAI de ofrecer el buscador inteligente, al llegar en un solo paso a una respuesta nos perderíamos la experiencia de buscar y encontrar. Que, probablemente, sea lo más interesante del viaje hacia el conocimiento.