Pasó en Estados Unidos y varios medios que sigo lo trataron como noticia relevante: un día de acciones en favor de la neutralidad de la red. Puesto en simple y al estilo EE.UU. miles de personas enviando peticiones, haciendo demostraciones y otras acciones “físicas” y virtuales, para destacar la importancia de que se detenga una idea que ya se abre paso en un país donde el mercado tiene ideas y las lleva a cabo. Se trata de que si pagas más (un valor premium), puedes tener un ancho de banda más rápido. No es más ancho de banda, sino que tener “carreteras” más rápidas para tus datos y así quienes no pagan, van por el camino congestionado.
No suena mal, a primera vista. El problema es que para hacerlo, hay que segregar la red y darle preferencia unos datos (los que envían quienes pagan) por sobre los demás. Y por lo mismo, para hacer eso, quienes mueven los datos, tienen que saber qué envía quién, hacia y desde dónde. La neutralidad de la red plantea, por el contrario, que todos los datos son iguales y no se puede hacer ese tipo de discriminación.
En el caso chileno, la ley de 2010 consagra ese principio. E incluso, eso ha llevado a que la Subtel prohíba ciertas prácticas que parecen buenas, como que te ofrezcan redes sociales gratis en tu teléfono, porque para hacerlo, hay que mirar qué tipo de datos mueves en la red y hacer diferencias entre ellos.
Entonces, ¿nos conviene la neutralidad? La respuesta es por supuesto y hay naturalmente, aunque cueste, hay que cuidarla. ¿Y para qué queremos que Internet sea neutral? Pues, para que nadie tenga el derecho de mirar lo que miras y en algún momento decidir por ti si lo puedes seguir haciendo.
La semana pasada se realizó el seminario ISA16 en Santiago y qué gran semana fue para todos los interesados en los temas que se abordaron: arquitectura de información, diseño de experiencia de usuario, más muchos otros temas afines.
Fue una oportunidad tremenda para ver en acción a gente notable y, por si no estuviste, basta ver el blog de Torres Burriel para tener un excelente resumen.
Yo quería quedarme con la interesante experiencia que fue asistir a la charla final de Alan Cooper, el mismo autor de la metodología de Persona y Escenario, que usamos en clases, esta vez instalado allí al frente de todos nosotros para hablar de un tema que raramente tratamos: nuestra responsabilidad creando artefactos digitales.
Alan Cooper en el escenario de ISA16 en Santiago.
En su presentación contó que desde hace un tiempo está viviendo en un rancho, una hora al norte de San Francisco y comentó que allí ha aprendido varias lecciones que por su paralelo con la industria del software en la que él se ha desempeñado permanentemente, valía la pena transformarla en una lección interesante de compartir. Así su presentación estuvo llena de paisajes, personas y animales del Monkey Ranch, junto a los conceptos que le parecieron interesantes de traer a los asistentes.
Lo primero y más notable, fue que usó una parte importante de su tiempo mostrando su apego a la tierra y la producción de su rancho. Explicó por ejemplo, cómo la industrialización de la agricultura cambió la forma de producir alimentos en Estados Unidos, dejando a los productores locales incapaces de competir por muchos esfuerzos que hicieran. Eso ha llevado a que la agricultura industrial genere problemas en todos lo ámbitos, de los que no alcanza a hacerse cargo en su operación normal. Haciendo un paralelo con el software, señaló que la producción a gran escala genera problemas y que por lo mismo, hay que ser responsable con lo que se crea, con las innovaciones que se generan.
Deslizó una crítica hacia las innovaciones que no se hacen cargo de lo que están produciendo, como es el caso de sistemas como Uber que cambian la forma de producir pero no se preocupan de cómo los cambios que generan van afectando la forma de vivir de las personas y su entorno. Su frase en este sentido fue “el capitalismo necesita restricciones”.
Precisamente, en este sentido señaló que uno de los títulos que ha recibido fue el de alquimista, que él entiende como alguien capaz de cambiar el estado de las cosas. Y señaló que, por extensión, todos los que trabajamos en el mundo digital lo somos y por tanto tenemos que hacernos cargo del mundo que creamos. Siguiendo una frase conocida por todos los presentes, un gran poder trae una gran responsabilidad, En este sentido, llamó a cuidar responsablemente lo que hacemos, incluso planteando que hay que ver en qué trabajamos. Si la empresa en la que estamos sólo hace su tarea por hacer dinero, hay que pensar si queremos estar allí.
Incluso fue más allá y planteó que el objetivo que deberíamos poner en nuestra vida profesional es hacer buenas cosas. “Crea gran software. El dinero, es opcional” (mi traducción de la frase: Create great software, and money is a bonus).
Sólo me queda dar las gracias a los organizadores de ISA16, comenzando por Eduardo y Rodrigo, aunque el equipo de gestores fue mucho más grande, por la oportunidad de ver a un ídolo en acción.
Como parte de mi trabajo habitual, ando mirando formas interesantes de proponer interacción en espacios digitales. Hay tantas formas malas de hacerlo, que mejor mirar las buenas, ¿no?
Así que dejo anotadas aquí tres de ellas, todas memorables.
The Beatles en el NYT
Me gusta The New York Times más que otros medios en Estados Unidos, por lo que siempre estoy pendiente de lo que publican. Del último tiempo me interesó mucho lo que hicieron tras la muerte de George Martin, el productor de The Beatles, mostrando lo que hizo en las canciones emblemáticas del grupo.
Una parte de la pantalla, mostrando lo que se dice de cada canción.
Es una lista de canciones y de cada una se ofrecen, de manera gráfica y elegante, los elementos necesarios para entender el contenido, los integrantes, la explicación, la fecha y, por supuesto, el botón play para escucharla. Si te gusta el grupo, es un imperdible; si no, se transforma en una forma entretenida de ver la participación del personaje del artículo en la historia del grupo. Una forma rápida y efectiva de cumplir con la promesa del título de la nota.
La venta de calcetines
Muji es una tienda japonesa de diseño que como corresponde, debe ofrecer innovación para entregar sus productos y lograr cumplir con sus exigentes clientes. En el ejemplo que me interesó mostrar, está la venta de calcetines que tienen un ángulo de 90 grados.
La pantalla que va mostrando los calcetines de Muji.
Lo interesante es que despliegan toda una estrategia de contenidos para interesar en la historia, que se va narrando a medida que el usuario va siguien las propuestas de interacción visibles, que se van desplegando en la pantalla, a medida que se avanza. Simple y sobrio, dirige a quien va mirando hacia un destino normal y natural: la página de ventas.
Está pasando, pero no es noticia
El último ejemplo es Unfiltered News. Lo que sigo mirando con atención para ver cómo funciona, cómo se actualiza y finalmente, si logra cumplir con su promesa: mostrarte las cosas que son importantes en el mundo pero que en tu país no están siendo destacadas por los medios locales.
Suenta interesante y lo mejor es que ofrece una interfaz totalmente novedosa que incluye geografía, línea de tiempo y hasta traducción automática de los medios.
La pantalla inicial de Unfiltered News.
Como decía, nuevamente una promesa que es ambiciosa y que revela qué más se puede hacer cuando se trata de medios digitales. Si creíamos que ya estaba todo dicho, pues la verdad es que no: queda mucho por hacer.
Tuve el placer de protagonizar un papel en los inicios de la historia del periodismo digital chileno, que ya cumple un poco más de dos décadas. Me refiero a que en 1995 y los años siguientes, dirigí desde el Diario La Tercera a un grupo de gente que se atrevió a hacer muchas cosas que finalmente fueron “la primera vez” de algo en términos digitales.
Aunque me había comprometido a escribir esa historia hace mucho tiempo, fue la iniciativa del profesor Ramón Salaverría de la U. de Navarra en España, la que permitió hacerlo para cada uno de los países de America Latina. Lo más interesante es que el libro “Ciberperiodismo en Iberoamérica” ya está disponible desde hace una semana, y que es digital y gratuito, algo que para mí le da un valor mayor.
La portada del libro Ciberperiodismo en Iberoamerica del profesor Ramón Salaverría.
Su contenido lo explica el Profesor Salaverría:
Para muchos de esos países esta obra supone el primer estudio detallado sobre el ciberperiodismo en sus respectivos mercados nacionales. Pero el valor aumenta por otro motivo: los capítulos respetan una estructura común, lo que facilita el análisis comparativo. En efecto, los 22 capítulos nacionales se dividen en cuatro partes: 1) contexto tecnológico; 2) historia del ciberperiodismo en el país; 3) perfil profesional, formación y marco legal; y 4) futuro.
Para documentar sus capítulos, los autores han realizado un concienzudo trabajo de investigación. No solo han rastreado hemerotecas, chequeado bibliografías y analizado bases de datos. También han realizado entrevistas exclusivas y han recuperado materiales gráficos antiguos prácticamente perdidos. El resultado es un libro lleno de referencias inéditas que, en algunos casos, contradicen incluso afirmaciones extendidas.
Participé como fuente del libro en el capítulo chileno, aportando material a los autores, que fueron Eduardo Arriagada y José Agustín Muñiz, con quienes conversamos hace algún tiempo y les apoyé para llegar a más personas que protagonizaron los medios de entonces.
Quedo debiendo mi crónica personal, que ya llegará tal como se lo aseguré a Eduardo, quien confirmó su apoyo a la tarea:
@jccamus si @rsalaverria supo q cn @jose_muniz nos apoyamos en tu trabajo previo, desde la UC comprometo mi apoyo para q termines tu libro!
Con motivo de una charla que dicté a estudiantes de periodismo hace una semana, me puse a buscar cuáles eran los desafíos que debían enfrentar quienes deberán trabajar como profesionales y dar sus primeros pasos, en una carrera que estará cruzada por el impacto de las redes sociales, la existencia de muchos datos para revisar mediante análisis usando software, la necesidad de aprender a visualizar datos y otras mejoras del mismo tipo.
Cuando estaba preparando mi trabajo, me di cuenta que Google ya es semántico, de la manera que imaginábamos que sería: está entendiendo las preguntas y respondiéndolas. No es que ya no muestre documentos que tengan las palabras que buscamos como es lo habitual, sino que ahora puede responder las preguntas en forma directa. Por ejemplo, al preguntar cuánto mide un jugador de básquetbol o dónde juega uno de fútbol, entrega el dato exacto. Y más abajo, los enlaces a documentos de referencia.
¿Cómo reacciona un profesional que debe elaborar contenidos, si su competencia es el buscador con más recursos del mundo? ¿Cómo enfrenta la capacidad de una máquina que es mucho más rápida y que procesa más datos, con mejor memoria y que puede responder en varios idiomas?
Mi respuesta, que la di en la presentación y se infiere de las láminas que incluye, es “haciendo lo que la máquina aún no puede, siendo creativo y agregándole valor al usuario que viene a buscar la información, entregándole una experiencia interesante”.
Aprovecho de dejar por acá registrado el evento que llevó a cabo el pasado viernes 20 de febrero acá en Santiago, con motivo de la celebración del Día Mundial de la Arquitectura de información, que como ya saben, forma parte de las cosas que hacemos.
El tuit que muestra el evento, con Javier Velasco a la cabeza.
Se trató de un evento simple y rápido, desarrollado en las instalaciones de la Corfo, en el que hablamos por un rato de AI. En el primer track estuvo Javier Velasco (@mantruc), el organizador, con Gustavo Soto (@gusoto) conversando conmigo acerca de los desafíos de aprender esta disciplina, dónde hacerlo, dónde especializarse y finalmente, cómo lograr subir a los clientes al carro. Desde París, donde andaba de paseo gracias a que está en Londres estudiando, Gustavo planteó la importancia de estar al día y especializarse, aunque indicó que el punto de partida de todo debe ser siempre entender al usuario y adquirir destrezas para hacerlo. Mientras, en Santiago, Javier comentó las vicisitudes de doctorararse (él tiene un Phd) y destacó que si es por conseguir trabajo, es mejor hacer un par de maestrías en lugar de emprender el largo camino de la investigación pura.
Luego apareció en escena Marius Ursache (@MariusUrsache) quien habló de la importancia de que los diseñadores escriban y sepan expresar lo que quieren decir. Aunque partió de esa manera, su presentación se dirigió a expandir la mente y avanzar en áreas que uno normalmente no domina. Si diseñas, escribe; si escribes, comienza a hacer bocetos y así en adelante, fue su consejo. Marius, quien es médico de profesión y desarrollador de proyectos digitales por gusto, está en Chile por el programa Startup Chile y fue muy interesante conocerlo y escuchar sus palabras, que se agradecen.
La jornada terminó con Javier explicando un proyecto muy complejo que utiliza la AI para resolver problemas. Pero, para comentarlo, pidió que nadie hablara de su contenido, así que nos limitamos a comentar que estuvo bueno. Otra razón más para estar atentos y participar en eventos de este tipo, ya que esperamos que en el año haya varios.
Saludos a todos los que me leen, les deseo un buen año y comenzamos de nuevo a darle vida al Usando.info.
Esta pregunta la he respondido muchas veces desde hace un tiempo y habitualmente doy algunas charla para seguir contestándola, como en el caso de la presentación que se muestra en este post, que ofrecí a los integrantes del departamento de marketing de una empresa en estos días.
Como esta vez no eran especialistas, sino personas que trabajaban en el área comercial, la idea era ofrecer datos referidos a cómo una disciplina de este tipo podía ayudar a la efectividad en la transmisión de sus mensajes.
Por ello me enfoqué a mostrarles técnicas para verificar el uso de un espacio digital luego que éste ha sido presentado y luego, a explicar algunas técnicas para conseguirlo, incluyendo entre otras, pruebas con usuarios, diseño de experiencia y prototipado rápido de soluciones.
Aunque no tiene el audio, pueden hacerse alguna idea de lo que conversamos, viendo la presentación:
En realidad van a ser más de tres palabras, porque en la últimas semanas tuve la oportunidad de leer “Movimiento Social Media” (octubre 2013), el libro en que Nicolás Copano (aquí lo cuenta en video) se lanza a explicar el fenómeno de las redes sociales y, en particular, cómo éste ha afectado a los medios de comunicación tradicionales y, de paso, su propia vida.
El libro de Copano con mis anotaciones. Mucho para revisar.
Autorreferente a ratos, ya que toma su propia experiencia como ejemplo, en su libro Copano se dedica a hacer un análisis detallado de la manera en que los medios (y en particular la televisión) se fueron quedando atrás en la tarea de ser relevantes para las personas y cómo la propia audiencia se transformó y comenzó a buscar en otros lugares lo que no encontraba en las transmisiones y publicaciones habituales.
Y de lo que cuenta en sus páginas hay tres conceptos que me parecen muy interesantes de tener en cuenta:
Fugacidad relevante: aborda este concepto en la Página 132 para explicar aquellos contenidos que son muy importantes y seguidos por los usuarios (viralizados, explica), pero duran muy poco. A eso se une el hecho que como él plantea, el “contenido se vuelve líquido”, es decir, pasa de una plataforma a otra velozmente. “No es estático dentro de una plataforma. Parte desde la lógica del video, pero se vuelve texto en el chiste de un tuitero que alerta de la existencia de esa secuencia a sus seguidores. Es transmedia para todos”, explica. Esta fugacidad “está llena de histeria y velocidad”, resume.
No hay intermediarios: en la página 145 y siguientes desarrolla el concepto de que el cambio tecnológico permite que el acceso a la información de manera directa de la fuente, sin pasar por medios tradicionales. De esta manera, cada persona es un curador de contenidos, un filtro que selecciona lo que desea ver y de esa manera “todos somos canales”.
Medios alternativos consiguen audiencias: el tema es tratado en la página 193 y se explica muy bien con esta cita: “Las redes sociales recogen información de los medios alternativos y la ponen al mismo nivel que los medios hegemónicos. Los medios alternativos siempre tuvieron problemas de distribución en quioscos u otros canales tradicionales, De hecho, ese es su rasgo distintivo. Sin embargo, en el escenario actual, esta situación cambia radicalmente”. Esto gracias a la viralización y a que, en general, estamos frente a un cambio en las reglas del juego.
En síntesis, se trata de un libro rápido de leer, hecho especialmente para quienes deseen entrar rápido a entender acerca de redes sociales, que explica de manera sencilla el fenómeno que hay en ellas. Buen acercamiento y muy buen pronóstico sobre lo que está pasando y debería ocurrir gracias al uso de las tecnologías para comunicarse.
Raro el final, pero no les diré más para que no sea spoiler.
Como en estos días estoy justo en el cierre de un semestre y el comienzo de otro, estoy en la etapa del año en que tengo mucha fé en el futuro. Claro que no en el futuro en general -que de hecho, normalmente la tengo-, sino que en el referido al oficio de hacer sitios web, que es mi campo particular de trabajo.
Cuando comienzo el año de clases normalmente me enfrente a grupos de alumnos interesados en aprender cómo se hace un sitio web: metodologías, herramientas, formas de trabajo, experiencias y todo lo que les permita enfrentar proyectos de este tipo.
Quienes trabajamos, enseñamos y/o escribimos habitualmente acerca temas como arquitectura de información y experiencia de usuario, tenemos entonces la ardua tarea de explicar que un espacio digital se construye en torno a los requerimientos del cliente, pero atendiendo las necesidades del usuario. Por lo mismo, lo primero es entender el contexto, luego determinar quién es el usuario y finalmente elaborar el contenido que les haga sentido a ambos.
Por lo mismo, la peor solución es la que comienza con la discusión acerca del diseño, la elección de la tecnología (antes era ¿con Flash o no? y hoy es ¿con carrusel de fotos?) o la definición sobre el tamaño y colorido de las fotos. Todo eso es accesorio y viene al final. Lo primero siempre debe ser el usuario.
Como algunos de ustedes recordarán (a los demás se los cuento), yo escribí hace ya un par de años un libro acerca de gestión de contenidos digitales, en el que planteaba algo que sigue igual de válido: las personas que acceden a un sitio web no tienen paciencia. Quieren obtener lo que buscan en el menor tiempo posible y si no lo hacen, pues se devuelven por donde vinieron o escriben algo en la barra de direcciones y siguen su camino.
Entonces, como decía antes, en esta época en que terminan los cursos semestrales puedo ver cómo mis alumnos salen con un nuevo credo al mercado: salen a entender a los usuarios y a persuadir a los clientes que si se consigue eso, pues la mitad del trabajo está lista. Incluso antes de comenzarlo. La imagen, la tecnología y todo lo demás, siempre dependerá de esta definición inicial.
La receta
Entonces y sin ánimo de dictar una clase de un semestre en cinco líneas, dejo anotados los pasos para desarrollar sitios web. Todo esto basado en las metodologías aprendidas de Garrett y con la ayuda de Rosenfeld y Morville. Y un poco de Nielsen y Krug. Sin dejar de lado a Young y un par de otros autores que van perfilando las novedades de este campo de estudios.
¿Cuáles serían esos pasos? Acá van:
Entender para qué se construye el objeto digital, qué se quiere conseguir con él. Si se logra saber el objetivo (y estar en Internet o lucir tecnología no califican como objetivos), se habrá avanzado una enormidad.
Comprender quién es el usuario y qué necesita, con el objetivo de poner énfasis en eso. Hay que recordar que el sitio web es para esa audiencia y no para la compañía u organización que lo necesita. La foto del jefe puede incluirse, pero dejarla en la portada es un tributo a la empresa y le importa poco (o nada) a los clientes. La palabra es jerarquía: lo importante para el cliente final va primero y destacado.
Definir qué contenido se requiere y cómo será usado, es el paso siguiente ya que eso determina qué incluir y qué funcionalidades debe tener. Por ejemplo, si lo que vamos a ofrecer se usa en la calle y por un usuario apurado, hay que hacer una solución para móviles muy simple; si por el contrario es para el escritorio y con tiempo, la solución es diferente.
Organizar el contenido de manera simple y entendible, para que el usuario que llegue a él lo mire y logre entender no sólo lo que ve sino también lo que hay en el interior de las secciones y espacios que se ofrecen. Lo que es escribe debe ser para consumo rápido (nadie lee mucho en una pantalla de este tipo), dejando elementos para “llevar” vía descargables, redes sociales, etc.
El paso que viene es diseñar una experiencia interesante para el usuario, de tal manera que no sólo cumpla el objetivo que lo trajo a visitar el sitio web, sino que además sea efectivo y lo impulse a hablar del espacio digital con otros. Nada mejor que un cliente hablando bien de nuestros productos.
Finalmente llega el diseño visual, que permite hablar en el lenguaje del diseño gráfico y contar lo que se desee. Pero como se ve, es la consecuencia de los pasos anteriores y no se limita a una idea inicial, sino que ayuda a cumplir las metas que se van forjando gracias al uso de esta metodología.
Obviamente hay mucho más, pero creo que lo anterior es lo que hace la diferencia. Y los alumnos que pasan por estas clases, cambian la mirada y hacen que uno tenga fe en el futuro.
Bueno y además aprenden que una página web es individual y un sitio web es un conjunto de páginas. Saber usar ambos términos cuando corresponde, muestra la diferencia entre el que sabe y el que necesita aprender.
Periodismo y robots. Este fue el gran tema que está detrás de varias de las iniciativas que está desarrollando Matt Waite, un profesor del que había escuchado hablar por su sitio Politifact (ganador de un Pulitzer, nada menos) y que realmente está haciendo cosas interesantes.
Matt Waite durante su charla para Hack Hackers en Movistar Innova.
Aunque habló en varios escenarios esta semana, asistí a su charla en Movistar Innova gracias a una invitación de Hacks & Hackers, un grupo que busca reunir a periodistas e ingenieros. De allí que los robots, fueran un gran tema. Para ambas profesiones.
No defraudó. Llamó a tener miedo, especialmente a los periodistas, porque se vienen tiempos en los que un robot (para estos efectos, un software) será capaz de escribir tan bien y mucho más rápido que cualquier redactor en ciertas áreas. Por ahora, béisbol y ciertas notas económicas. En ambos casos, lo que se hace es basarse en datos estructurados, a los que se los enlaza con frases. En menos de un minuto, el robot escribe la nota y la publica.
Waite mostró el sitio de NarrativeScience, la empresa que inventó a Quill que es el software que hace esa tarea.
Llegan los drones
Sin embargo, planteó que cuando las máquinas escriben y lo hacen más rápido que los humanos, siguen siendo eso: máquinas. Por lo mismo, no son capaces de expresar emociones, ni darse cuenta de la trascendencia que tiene lo que están contando. Eso por ahora, sólo lo hacen las personas. Pero aún así, dijo que había que temer especialmente si uno tenía una profesión que podía ser reemplazada por un robot. Yo le creo.
Sin embargo, no se detuvo allí con el tema, ya que mostró lo que está haciendo con los robots voladores pequeños o drones en una de las clases que dicta en la U. de Nebraska-Lincoln.
Equipados con una cámara de video, los drones pueden acceder a más lugares y ofrecer una perspectiva única de las cosas que están ocurriendo en cualquier lugar donde la noticia se presente. Planteó que ya hay computadores pequeños y sensores que se pueden acoplar a ellos, que podrían ayudar a medir todo tipo de cosas, logrando ofrecer más información que sólo la oficial, respecto de cualquier situación de riesgo que requiera ser contada como noticia.
Vale decir, con esos medios, sería posible incluso ofrecer información que permita contrastar la que entregue un medio oficial. “Eso permitiría hacer una verificación independiente de lo que cualquier gobierno nos estuviera diciendo”, explicó.
Vale decir, un futuro diferente con nuevos medios para contar las historias. Claro que todo esto exige que los periodistas aprendan nuevas habilidades, tal como se desprende de lo que se puede hacer con estas herramientas en el siguiente video: