Mi señora me muestra un video que muestra cómo una persona se desliza en un flotador sobre una calle anegada por la lluvia: eso es en Talca, me cuenta. Le creo.
Lo interesante del caso es que la información no viene de un medio de comunicación que habla de la tormenta que en estos días afecta al país, sino que de la publicación de una persona en una red social. Sigo pensando en el flotador y en cuánta información irá a moverse por las pantallas en estas jornadas, declarando una u otra emergencia y quedará instalada en el recuerdo, aunque no haya ocurrido.
Fenómenos masivos de información como los que generan este tipo de eventos son momentos especiales para que se despliegue gran cantidad de noticias sin lograr que se pueda establecer si es real, falsa, adulterada, preparada para la ocasión o vaya uno a saber qué.
¿Cómo saber qué es cierto y qué no? Esta semana el profesor Ramón Salaverría destacó la publicación de una investigación sobre los efectos que tuvo en España un curso para personas mayores de 50 años, en el que se les enseñó cómo distinguir información verdadera a partir de publicaciones de Whatsapp.
El curso fue preparado por MediaWise del Poynter Institute de Estados Unidos y allí se explica que mientras “la información errónea es información falsa que se comparte aunque no se tenga la intención de engañar”, la desinformación “es información falsa creada o compartida deliberadamente con la intención de engañar”. O sea hay mala intención de por medio.
Sin embargo, hay más. Porque como explica Claire Wardle, que ha estudiado el tema, “hay siete tipos distintos de contenido problemático colocado en nuestro ecosistema de información. Se sientan en una escala, que mide con bastante flexibilidad la intención de engañar”. En la siguiente imagen está la tipología que desarrolló:
Ella explica además que las redes sociales se hacen parte del problema por su capacidad de difusión. “Una vez que sin darse cuenta se difunde un artículo, imagen, video o meme engañoso o fabricado, la siguiente persona que lo vea en sus redes sociales probablemente confíe en el afiche original y decida difundirlo. Esos “átomos” luego suben vertiginosamente a través del ecosistema de información a gran velocidad, impulsados por redes de par a par”.
Como las imágenes que de seguro pasarán por los celulares de los chilenos preocupados de lo que ocurre con las lluvias en el país.
¿Qué hacer entonces?
Estamos frente a una situación real. La información problemática seguirá fluyendo e inundando los espacios informativos de la gente interesada en saber qué pasa en su comunidad.
Quizás lo único que haya que hacer por ahora, en tanto no haya otra forma, es adoptar una actitud crítica con lo que se ve. A nivel personal y por cuenta propia. Tener una mirada crítica con lo que recibe y comenzar a evaluar: ¿procede de una fuente conocida? ¿Lo que muestra está en las noticias y es validado por algún medio que nos dé confianza? ¿Hay alguien chequeando esta información de manera independiente? De más está decir que en el país hay varios sitios haciendo este trabajo, como Mala Espina y Fast Check. por citar algunos de ellos
Lo otro, es tomar el curso online de MediaWise (está en español) que es el mismo que se usó en el estudio del profesor Salaverría. En ese reporte se concluyó que “se puede apreciar que haber realizado al menos 5 de las sesiones de curso tiene una incidencia positiva en la capacidad de los participantes de identificar si los titulares son verdaderos o no lo son”, así que podemos decir que funciona.
Para terminar, me remito a un breve párrafo del libro “El desafío digital” de María Laura García y que tuve el privilegio de presentar justo ayer en la UDP (y que recomiendo).
Ella escribe: “En las redes sociales, la información que nos hace sentir cómodos, aquella que viene a reforzar nuestras creencias, prejuicios y expectativas, nos es presentada casi en bandeja; mientras que a la información que nos incomoda y nos obliga a cuestionarnos nuestras ideas y convicciones hay que buscarla y esforzarse para encontrarla”.
Por eso nos pide: “Todos y cada uno de nosotros tenemos que crear y organizar nuestro menú informativo. La base de un buen menú informativo está en la variedad, en la capacidad de ampliar nuestra mirada, de sorprendernos y de poder cuestionar nuestra propia manera de ver las cosas. De esta forma, nos aseguramos de estar bien informados, nos tornamos más tolerantes e inclusivos, y reducimos la posibilidad de convertirnos en lectores o consumidores radicalizados”.
Vale la pena invertir en buscar mejor información porque eso garantiza construir una sociedad mejor.
Comentarios
Una respuesta a «Llueve información falsa»
[…] hemos hablado de este tema antes, por lo que vale la pena reiterar el punto a través de esta […]