Esto me pasó en a calle en Santiago y aunque no tuvo repercusión alguna, sigo pensando en lo mal que actué.
Fue así: estaba a pasos de cruzar la calle con el semáfoto peatonal recién cambiado a verde, cuando una persona ciega que iba en mi misma dirección, preguntó al aire, a quien fuera pasando (en este caso, yo): “¿Se puede?”.
Mi respuesta rápida fue: Sí, está en verde. El y yo avanzamos y cruzamos la calle, fin de la historia.
Salvo que seguí pensando hasta hoy, varias semanas después, qué mala fue la respuesta.
Si lo miramos en el contexto, la respuesta resolvió la situación, ya que infundió la confianza adecuada para que la acción de cruzar se ejecutara. Pero el código utilizado (la referencia a una luz de color) me dejó pensando en qué pudo haber significado para esa persona.
Lección para la siguiente oportunidad: la respuesta tiene que ofrecerse en un código que sea claro para quien recibe la información, no sólo para quien la entrega.
Quería dejar anotados aquí dos ejemplos interesantes de divulgación de información, que ayudan a dar contexto al lector / usuario de un contenido y le permiten aumentar su confianza en la información que está recibiendo. Ambos ejemplos vienen del NYT, dado que es el diario que más frecuentemente leo (me suscribí hace algún tiempo).
Notas al margen
El primer ejemplo, es el uso de notas al margen del texto que sirven como apoyo para quien va escribiendo y para quien va leyendo, ya que contribuyen a dar más información acerca de lo que se está tratando, sin quitarle el ritmo al texto que se presenta. No había visto este tipo de intervenciones, hasta esto que encontré en la revista NYT Mag:
Notas al margen durante una entrevista, apoyan y entregan contexto.
Revelar una relación
El segundo ejemplo tiene que ver con entregar información que no está relacionada con el texto en forma directa, pero muestra que sí hay algo que el usuario / lector debe saber para entender por qué se dice una cosa de una forma y no de otra. O por qué alguien es entrevistado.
Entre paréntesis se explica que un entrevistado está relacionado con el medio de una manera directa.
Con soluciones de ambos tipos, gana la experiencia del usuario y aumenta la credibilidad del medio. Ambos son puntos a favor en la relación entre el diario y sus lectores.
Algo que hago habitualmente en clases de Periodismo Digital es preguntarle a las/los alumnos qué estaban haciendo en 1995. Eso lo hago cuando me estoy presentando y sirve para contarles algo de mi experiencia y para que se den cuenta cómo ha evolucionado la tecnología y para que se imagen cómo lo hará en el futuro.
La respuesta habitual que obtengo es “no había nacido en esa fecha, profe“. Son personas nacidas en el 98, 99 y más adelante.
En estos días, La Tercera me ayudó a recordar una de las historias digitales que recuerdo con más ganas por el vértigo, el compromiso y la novedad que generó. Fue en junio de 1997, cuando nos saltamos una prohibición judicial de informar en Chile creando un sitio web en Estados Unidos. Fue la primera vez que se hacía y tuve la oportunidad de aprovechar todas las capacidades del periodismo digital de la época para hacerlo.
Con este aviso en el diario de papel, La Tercera publicitó la edición en Internet en Estados Unidos.
Uno de los temas que me han motivado en torno a los contenidos digitales, es como pasar desde la información hacia la acción. Es decir, es decir, que lo que se lee o ve en un espacio, permita “hacer” algo.
Cada vez que encuentro algo en este estilo, lo dejo anotado, como ejemplo. Así que va esta nota con algo que vi en el NYT. Se trata de una lista de libros de memorias, luego que sus críticos literarios eligieran las 50 mejores obras de este tipo desde el año 1969 en adelante.
El contenido es simple: una sola página en que los libros aparecen ordenados de 1 a 50 con título, foto y reseña.
Pero le agregan dos capacidades inetractivas. Una, son botones para comprar en librerías locales o en sitios online. La otra, la posibilidad de hacer una lista propia que se va agregando durante la lectura, para que uno vaya creando su propia lista que luego se envía por mail. Simple, rápido y efectivo.
Paso 1: primero se marca cada libro presionando el asterisco.Paso 2: al final es posible ver la lista de los libros ya seleccionados y enviarla por mail.
Hay que ser francos: estamos en un tiempo en que la lectura es breve. Hay que pelear por la atención del usuario. Por lo que capturar su tiempo es clave.
Sin embargo, he leído dos largos textos de The New York Times y gastado más de media hora en participar de lo que me ofrecen.
¿Seré yo? O, ¿será que lograron interesarme?
Interactivo y personal
En el artículo sobre los efectos del cambio climático, el artículo pide al lector entregar un par de datos personales antes de comenzar. Se titula algo así como ¿Cuánto más cálida es tu ciudad natal desde el tiempo en que naciste? y te pide ingresar la ciudad y el año de nacimiento. Tras hacer scroll, muestra cuántos días con más de 32 grados había entonces en tu ciudad; luego, avanza para mostrar cuántos hay ahora y, con un avance más, cuántos habrá más adelante (en mi caso, cuando cumpla 80 años).
Todo eso, ilustrado bellamente:
El gráfico muestra la situación de Santiago, con el año de mi nacimiento.
Más abajo, en la misma crónica, usa el dato de mi ciudad para entregar información personalizada a la localidad y sigue abundando en detalles referidos a la selección realizada. Es una crónica hecha a mi medida, combinada con datos generales.
Guiños al detalle
La otra crónica interesante y que leí más allá de lo que esperaba, fue una en la que varios autores explicaban por qué les gustaba un detalle de una obra en particular: una banda de sonido, escultura o un video, por citar algunos. ¿Por qué amo …? (los puntos suspensivos se rellenan con una imagen).
En la zona superior, se puede elegir la crónica que se quiera leer, entre los diferentes tipos de obras destacadas.
La gracia de este texto, está en lo que comienza en el título. Hay una relación muy directa entre la cantidad de texto y las imágenes, que se ofrecen como fotos, gif animados, pequeños videos con o sin audio y otros elementos gráficos que hacen guiños al espectador e impiden que se aburra o escape. No hay monotonía en el relato, sino que por el contrario, hay una permanente sorpresa, haciendo que uno vaya buscando la forma en que quien escribe va dirigiendo el relato hacia partes de la obra, hacia detalles cuya visión es apoyada por una imagen.
En la interacción está la clave
Qué simple forma de contar una historia, pero a la vez, qué compleja la producción que eso significa.
Probablemente, en la primera como en la segunda historia, lo que conquista al lector es que lo transforma en el operador de la historia. La persona que lee tiene que activar el relato y no sólo leer. Se consigue algo parecido a esos antiguos libros de cuentos, en que al abrir las páginas, se creaban dioramas que daban una sensación de introducción en la historia, que se desenvolvía frente a nuestros ojos, generando sorpresa e interés en el relato.
Por lo mismo, la clave está en la interacción que propone y en la forma simple de llevarla a cabo. No se trata de elementos complejos de activar para el usuario, lo que ayuda a que no haya barreras de uso y que conquisten el espacio y permitan que se mantenga la atención mucho más allá de lo que se espera.
Y que incluso terminen recomendando a otros pasar por la experiencia y relatando lo bien que lo pasaron al hacerlo (como yo ahora con ustedes). ¿A qué más podría aspirar un buen contador de historias?
En las dos semanas anteriores he estado escribiendo acerca de los temas en los que me ha tocado trabajar en las últimas semanas, vale decir, cómo conseguir que los usuarios puedan sacar mas provecho del contenido que se ofrece, a través de la entrega de contenidos que sean lo más cercano a lo que está viendo. Esto se logra primero mediante la generación de un espacio fácil de usar y luego, con la oferta de actividades a partir de lo que se está mirando.
Lo que sigue, por lo tanto, es comenzar a generar el contenido, plantearse estrategias en relación con lo que se espera que hagan los usuarios, medir los resultados y esperar que todo resulte como uno se lo plantea. En el siguiente gráfico, tomado de Google Analytics, se puede ver cómo fluyen los visitantes dentro de un sitio (en este caso en el sitio de mi primer libro) para entender si el comportamiento es el esperado.
El flujo de las visitas muestra cómo van pasando entre páginas y ayuda a comprobar si ocurre lo que uno espera.
En el caso de este diagrama, lo que es espera es que un usuario que llegue a la portada, acceda a la sección “Libro” y dentro de ella le haga click al enlace de descarga del libro (gratuito, por cierto). Los números a la vista indican que la conversión está un poco más arriba del 10% de las visitas (1.3K terminan en 176 descargas). Para tener una comparación, la tasa de conversión en comercio electronico en Chile, alcanza al orden del 2%.
Hace muchos años que no voy de pesca, pero creo que es lo más parecido a ese deporte/pasatiempo. Ir a un lugar, ofrecer una recompensa, ver si hay interesados y capturarlos. Si ocurre como uno espera, se devuelve el ejemplar al río y se vuelve a intentar. Lo interesante es cuando eso no ocurre, ya que allí hay que ponerse a trabajar y mejorar en todo, desde la técnica hasta la hora en que se intenta.
Sólo queda seguir el ciclo del software, es decir, crear-probar-mejorar hasta llegar al mejor resultado posible. Aunque suene complejo, con el contenido se debe hacer lo mismo.
Terminé el post anterior anotando que para que la experiencia de informarse sea completa, hay que avanzar más allá de que una historia nos dé a conocer ¿qué pasó? y ¿quiénes participaron?
Por lo mismo, aparece como un elemento importante para la experiencia de informarse, la capacidad que ofrezca la interfaz en la que se muestre el contenido a fin de integrar en el mismo espacio algunos elementos que permitan responder a más preguntas y ofrecer un apoyo que ayude a entender la relevancia de lo que se lee.
Entonces, el desafío es cómo hacer todo esto en el espacio limitado de la información, las imágenes, la publicidad y otros elementos que hacen de la distracción, una de las partes fuertes de la experiencia. ¿Es posible guiar al usuario en el camino de la información?
La respuesta que entrega la Arquitectura de Información (desde Richard S. Wurman en adelante) es que sí, efectivamente se puede hacer. Hay que crear mapas de la información para que quienes vengan después, puedan guiarse y avanzar por los nuevos espacios que se va abriendo con la oferta de los nuevos contenidos. Asimismo, siguiendo los conceptos de la experiencia de usuario, se debe avanzar en la capacidad de entender las necesidades de los usuarios y crear acciones que ayuden en esa tarea.
Entonces, basado en lo que se plantea desde la teoría, la tarea que sigue es cómo encontrar la forma de ofrecer a los visitantes de los contenidos, los elementos necesarios para que continúen navegando una vez que hayan revisado lo que se les ofrece en la página que miran. Si pensamos en el recorrido que nace de una noticia actualmente, la oferta habitual es “más de lo mismo”. Es decir, mostrarles más elementos de la misma sección asumiendo que la persona que ve un dato está interesada en la “familia” del dato, más que en el contenido del mismo.
La semana pasada anotaba que las preguntas que nacen tras ver alguna información tienen que ver con temas tales como ¿por qué pasó esto?, ¿qué puede pasar ahora?, ¿tengo algo que hacer o decir al respecto? y ¿quiero saber qué dijo alguien al respecto? Es decir, profundizar y ganar en contexto.
Yendo al ejemplo más básico, si la noticia es el resultado de un partido de fútbol, lo que me interesa saber luego de entender los pormenores, es ver la Tabla de Posiciones, saber con quién juega el equipo en la semana que sigue, cómo están los lesionados o suspendidos. En algún momento llamé a esto el “click trigger“, definido como la habilidad que tiene un sitio web para ofrecerle enlaces en cada página al visitante, a partir de los cuales pueda participar de manera más concreta en los contenidos del sitio web.
Probablemente quien lo está haciendo mejor en este aspecto hoy, es la Wikipedia. ¿Ya vieron su forma de mostrar nuevos contenidos al expendir los enlaces en a navegación de escritorio? Creo que hay que seguir explorando ese camino.
La imagen de Wikipedia muestra la manera en que se expande el contenido de un enlace, dando razones al usuario para visitar la página y el contenido que ofrece.
The New York Times está llevando adelante un rediseño que forma parte de su trabajo por ofrecer una mejor forma de contar lo que está pasando en todo el mundo.
Antes hemos hablado de este tema y lo que vemos ahora forma parte de lo que hace para potenciar las características que le han permitido aumentar el número de sus suscriptores a un nivel tal, que esos ingresos ya han superado a los que recibe por publicidad, que es su fuente original de ingresos.
El diario ha ido comunicando estos cambios a sus suscriptores, quienes además, ya pueden verlos al ingresar al diario mediante un enlace especial. Los sustenta en tres características:
Experiencia similar, que se explica en que sin importar el dispositivo que se use, la interfaz funciona de la misma manera aunque se muestre de forma diferente. Para ello usan el concepto de “seamless experience” que de acuerdo a lo que plantea NNGroup, es lo que se debe conseguir cuando se trabaja en múltiples canales (lo que se conoce como omnicanalidad).
Facilidad de uso, que se refiere a que los editores tendrán más capacidades de agrupar temas similares, para ayudar a entregar contexto en tópicos que sean relevantes para cada persona.
Ayuda para tus intereses: recomendaciones, cada vez mejores de acuerdo a los intereses de quien visita el diario.
La diferencia en la diagramación del medio se pueden ver en las imágenes que se muestran en este post, los que se caracterizan, visualmente hablando, por contar con mayor espacio para las noticias (ocupando toda la pantalla disponible); más zonas vacías que generan descanso y resaltan la relevancia de ciertos contenidos y por último, mayor despliegue de elementos de apoyo al contenido que se revisa.
Esta es la portada del diario antes del cambio.Así queda la portada luego del cambio.
Lo que falta
Aunque lo que se está mostrando es un avance muy interesante y esperado, queda la sensación de que es la primera parte de los cambio que se deben hacer a la experiencia de informarse.
Sigo creyendo que para que ésta sea completa, más allá de que nos cuenten una historia que se refiera a ¿qué pasó? y ¿quiénes participaron?, hay espacios para hacer más y responder a más preguntas. Por citar algunas, ¿por qué pasó esto?, ¿qué puede pasar ahora?, ¿tengo algo que hacer o decir al respecto? y ¿quiero saber qué dijo alguien al respecto?
Creo que las respuestas a estas preguntas comenzarán a ser secciones de las interfaces de noticias en los próximos tiempos.
Este post tiene que ver con algo que leí hace un rato, pero que vuelvo a revisar cada cierto tiempo. Se trata de las reflexiones que hizo la periodista española María Ramírez, a la que sigo en Twitter y que ha hecho cosas muy entretenidas (como Politibot), una vez que terminó un año de estudios en Harvard en junio pasado.
Llegó con una beca de la Fundación Nieman y tras permanecer un año, siguió con su carrera y actividades. Pero al partir, tras estudiar herramientas que ayudan a recobrar la confianza en los medios, dejó también en Medium un listado de cosas que aprendió.
Son 43 cosas. Algunas interesantes, como que China tiene una sola zona horaria (pese a su tamaño) y que no hay que tratar de imitar a The New York Times. Pero lo que me cautivó, es ver puesto como consejo lo relevante que es la interacción con otras personas, otros conocimientos y la posibilidad de simplemente seguir aprendiendo a partir de escuchar a los demás.
Aprender siempre
Sin querer, la lista me llevó a recordar mi propia experiencia queriendo ser un becado para un postgrado fuera de Chile. Lo intenté en Navarra en el 84 pero no quedé. Luego, tuve que trabajar, pagar la Universidad, me casé y llegaron mis lindos hijos y, todo eso quedó fuera del alcance. Han pasado un par de años, ¿no? Ya el año que viene mis hijos salen de la U y volveré a estudiar (eso espero).
Porque como dice el último consejo de María al terminar su año en Harvard, si quieres tener éxito en tu carrera, sigue aprendiendo. Tomando las palabras de un profesor, anota: “Pregúntate, cada cierto tiempo, qué estoy aprendiendo, de quién estoy aprendiendo y cuánto estoy aprendiendo. Si la respuesta es ‘no mucho’, entonces muévete de alli“.
En breve partiré como profesor con un nuevo curso en la U, cambiando lo que he estado haciendo en los últimos seis años. De nuevo sigo aprendiendo, para seguir enseñando y buscando nuevas preguntas. Eso es lo que hace entretenida la vida.
En simple, el derecho al olvido es la posibilidad de que algo que está publicado en algún lugar de acceso abierto a todo el mundo, sea borrado porque existen razones (normalmente, a partir de una sentencia judicial) para ello.
En Chile aún no existe como ley, pero de tanto en tanto, se dan situaciones para que el tema sea debatido y pueda ser fallado a favor o en contra, dependiendo de las situaciones que los tribunales hayan tenido a la vista.
Este derecho existe en otras legislaciones como la de España, donde la Agencia Española de Protección de Datos lo define de la siguiente manera:
Es la manifestación del derecho de supresión aplicado a los buscadores de internet. El derecho de supresión (‘derecho al olvido’) hace referencia al derecho a impedir la difusión de información personal a través de internet cuando su publicación no cumple los requisitos de adecuación y pertinencia previstos en la normativa. En concreto, incluye el derecho a limitar la difusión universal e indiscriminada de datos personales en los buscadores generales cuando la información es obsoleta o ya no tiene relevancia ni interés público, aunque la publicación original sea legítima (en el caso de boletines oficiales o informaciones amparadas por las libertades de expresión o de información).
Este tema seguirá siendo relevante en Chile, en la medida que vayamos haciendo que lo digital tenga más presencia y que haya cada vez más situaciones en que la información sea controversial.
El último caso
Un ejemplo en este sentido es un fallo dado a conocer ayer en el sitio del Poder Judicial, en el que se decidió que ciertos medios de comunicación deberán publicar la información completa acerca de un fallo, ya que sólo se estaba divulgando la acusación inicial (en el año 2012) pero no se había dado cuenta cómo fue resuelto en la Corte (en el año 2018).
En la situación que la Corte revisó, una persona fue afectada por un hecho y debido a que finalmente se dictó su sobreseimiento, el afectado aprovechó de pedir que se borrara la noticia inicial, invocando el derecho al olvido:
… luego de un año de investigación por el Ministerio Público, se acordó una salida alternativa de suspensión condicional del procedimiento, agregando que nunca fue condenado por delito alguno, no se estableció responsabilidad penal y que es completamente inocente de los cargos que inicialmente se le imputaron, en tal sentido, habiendo ya trascurrido más de cinco años de los hechos, solicita la eliminación de todas las publicaciones teniendo como fundamento para ello el derecho al olvido.
La Corte explicó en el fallo que tal derecho no existe, sino que se resuelve teniendo en vista otros que pudieran verse afectados (como libertad de información, derecho a la honra, derecho a la vida privada), como también otros temas, como que lo publicado fue verídico y calificado de delito e investigado en su momento.
Por lo tanto, la Corte decidió que los medios contra los que la persona recurrió, están obligados a publicar el fallo completo, para que la persona que reclama pueda lograr que su situación personal actual sea conocida.
Para leer
Algo interesante, al examinar el fallo, es que los jueces referencian un artículo del profesor Hernán Corral (@hcorralt en Twitter) del año 2017 en la Revista Jurídica Digital UANDES, que vale la pena leer con detalle, porque explica de manera clara en qué estamos y cómo podría evolucionar este tema.
Por lo tanto, les recomiendo leerlo y empezar desde ya a pensar que el olvido puede ser parte de la ecuación del mundo digital al que avanzamos.