No puedo decir que se trate de algo nuevo. Pero sí puedo darme cuenta de que se trata de algo masivo, silencioso y casi omnipresente. Pero es tan sutil que casi no se nota. Para efectos de esta columna le voy a llamar contenido sintético, aunque mi idea inicial era decirle contenido zombie, es decir, algo que está muerto pero que no se da cuenta y que sigue allí, pese a todo.
En este sentido, contenido sintético es cualquier objeto de información digital que nace como una copia razonable pero alterada de algo que fue creado por alguien, con el objetivo de dar a conocer una situación. En este caso, su objetivo es abrir un espacio que permita desplegar publicidad y ganar dinero a partir de los clics que aparezcan usando el algoritmo como catalizador de la llegada de la audiencia.
Vamos a las pruebas
La primera vez que me pasó esto, fue cuando en una búsqueda bien normal de información vi que en todas partes estaba casi lo mismo, aunque con leves cambios. Andaba detrás de una fórmula para hacer prompts (mi frase fue “Elementos clave de un prompt efectivo” en Google) cuando descubrí que el mismo texto estaba en varios sitios, aunque con leves diferencias entre ellos. Sospechoso.
Era como si alguien (o algo) hubiera copiado, pegado y alterado usando sinónimos, el texto que buscaba. En varias partes había algo similar escrito en dos párrafos, luego una tabla de contenidos y más abajo, en una página eterna de larga, bien organizada con subtítulos, descripciones detalladas y pormenorizadas, además de otros artefactos hechos para posicionar bien en SEO. Mucha repetición, muchas palabras, muchos elementos para asegurarle al buscador que todas las palabras que se requerían estaban allí.
Se notaba que era algo armado para que Google lo pusiera dentro de sus primeros lugares. Y dado que yo había llegado allí por ese motivo, lo estaba logrando.
404 me da el precio
Lo que me cambió la perspectiva fue un muy buen reportaje de 404 media (en la imagen, acceso con suscripción) publicado ayer, en el que dieron a conocer la manera en que se producen esos sitios.
Se trata de un mecanismo que mediante un par de plugins une ChatGPT (desarrollo de contenidos) con AdSense (publicidad en Google) y WordPress (publicación en web). En cuestión de horas, y tras pagar el precio acordado, es posible tener un sitio web completamente funcional que autopublica contenidos provenientes de diferentes sitios. Copia, modifica, pega y publica con asombrosa facilidad y sin que el dueño del sistema tenga que hacer mucho. De hecho, no requiere de intervención manual para obtener 50 artículos diarios de calidad aceptable.
¿Cuánto vale ese producto? Un pago único de 365 dólares para tenerlo funcionando. Más un problema ético, por supuesto, de tener algo que es una copia que proviene de todos lados.
El algoritmo lo apoya
Lo impresionante de todo esto es que como el contenido está hecho de manera impecable para cumplir con las reglas de SEO, es posible llegar lejos con la información gracias a que pronto se puede avanzar hacia las primeras páginas para los términos que se hayan optimizado.
Sospecho que lo mismo se puede hacer en redes sociales, usando el mecanismo de creación de contenido sintético. Eso parece explicar lo que le ha pasado a mi cuenta de X (ex Twitter) que de ser un lugar interesante gracias a un par de años de curatoría, se ha transformado en un listado de temas que no reconozco.
Debo decir que hay mucho para ver, para clickear. Mucho artefacto que llama la atención, mucha lista de lo más importante, de lo que hay que mirar, de lo que no me puedo perder. Pero nada que esté dentro de lo que me interesa. Comencé a filtrar, a silenciar, a sugerir temas al algoritmo, pero debo decir que no he logrado revertir aún la tendencia. El contenido irrelevante va ganando.
¿Será ese el futuro que nos espera? ¿Será que el contenido sintético ganará la partida? Por ahora, el algoritmo lo apoya y se está tomando el espacio que antes tenía la buena información proveniente de fuentes creíbles y formales.