El raro arte de esconder la información

En las últimas semanas me ha tocado revisar en clases los conceptos de estrategia y diseño de contenidos, que son tan centrales para quienes trabajan en las tareas de generar información para espacios digitales. Gracias a las enseñanzas de Halvorson y Winters, se busca vincular lo que se muestra y entrega en la web y redes sociales, con los objetivos que tiene el negocio del que habla la información.

Con tanta evidencia y enseñanza a la vista, cuesta creer cuando se ve esta tendencia (que amenaza con ser algo permanente) consistente en esconder la información mediante un mensaje críptico que da la idea de que hay algo importante para ver. Luego, sólo si la persona interesada cumple con una serie de condiciones puede acceder: tiene que ver un mensaje en una red social, seguir un enlace, despejar la serie de publicidades y ofertas de suscripción a las alertas hasta, por fin, llegar a la zona con la información en que se responde a la inquietud inicial. Muchas veces sólo para descubrir que tanto esfuerzo no valió la pena.

Todo lo anterior ha llevado a una suerte de trabajo doble por parte de quienes crean contenidos: no sólo tienen que ser interesantes, sino que deben perfeccionar el arte de esconder la información para tentar a quienes pudieran estar interesados. Es decir, se gasta más tiempo en producir el engaño que en la misión central: ayudar a la audiencia a llegar a su destino y posicionarnos como quienes les proporcionaron ese apoyo.

¿Cuál es la tarea?

Hay un desafío al informar porque se produce un acuerdo entre personas. Por un lado hay quien tiene información y es considerado como una fuente adecuada por alguien, que decide obtener de sus manos lo que necesita saber. Ambos se juntan y llegan a un pacto tácito: me das un dato y te pago con atención. Si el dato es más valioso, es posible que pueda dar algo más, como mis datos personales. Ambas partes entienden que hay un valor en lo que entregan.

Sin embargo, si ocurre lo de esconder la información que mencionaba antes, parte del acuerdo deja de funcionar. Si me ofreces algo que no tienes, a través de un título que sugiere algo que no se cumple, puede que caiga la primera vez. Si lo repites, pongo en duda la credibilidad que tenía hacia ti. Y, al estilo de Pedrito y el lobo (a propósito, esta versión es de lujo), te dejo de creer y decido no visitar lo que me ofrezcas, porque para qué perder el tiempo contigo.

Estamos en momentos en que el tiempo de las personas es clave, por lo que hay que evitar ofrecerles una experiencia que sea una pérdida en ese sentido. 

Manu Chatlani, un especialista en contenido digital lo dice fuerte y claro: “lo que vende es un buen contenido, y para hacer un buen contenido hay que saber contar una buena historia“. La forma de hacerlo depende de muchos factores que van desde tipos de plataforma hasta métodos de redacción. Para no ir más lejos dos aportes para lograrlo: lo que TikTok entiende por estrategia de contenidos y la mirada que ofrece Axios acerca de cómo escribir mejor.

Como se aprecia, esconder contenidos no es el camino. Contar buenas historias, sí. Esa es la tarea: construir confianza a través de contenidos útiles y usables.


Comentarios

Una respuesta a «El raro arte de esconder la información»

  1. […] embargo, viendo cómo se está publicado en la actualidad y en particular, la forma en que se esconde la información para aumentar el tiempo de permanencia en las páginas que la contienen, es claro que hay otros […]