¿A quién no le ha pasado que luego de decir algo en voz alta cerca del celular, comienza a aparecer publicidad relacionada con lo dicho? Historias similares han llevado a que desde las redes sociales se desmienta que están escuchando y almacenando información sin permiso.
Lo que sí se puede afirmar es que el negocio de las redes sociales se sustenta en la capacidad de conocer a sus usuarios en un nivel superlativo, es decir, casi mejor que ellos mismos. Más de una historia hay para demostrarlo.
¿Cómo lo hacen? Procesando lo que en la industria se conoce como “señales” que son los datos que se van guardando a partir del registro de la interacción de las personas con las aplicaciones. En este sentido, el diseño de la experiencia de las personas con las pantallas y la propuesta de contenidos activos es clave para lograr una reacción y, gracias a ello, hacer el registro y enriquecer el perfil respectivo.
Se podría decir que para una red social cada persona es una suma de datos y metadatos. Datos incluye quién eres, la información que entregas acerca de ti (por ejemplo, tu foto y la biografía) y lo que publicas. Metadatos abarca lo que se va anotando acerca de ti e incluye desde qué teléfono usas hasta el lugar y hora desde dónde publicas, pasando por todas las reacciones que tienes frente a lo que ves en la pantalla.
Pero aún hay más
Como en los programas de televisión, aún hay más. Porque cada red social informa -aunque no con la transparencia que uno espera- en qué se fija para ir capturando las interacciones de los usuarios.
Por ejemplo, el máximo ejecutivo de Instagram, Adam Mosseri publicó en junio del año pasado que se fijaban no sólo en lo que hacías en la aplicación, si no también en cómo lo hacías. Es decir, era relevante cuánto tiempo estabas mirando cada publicación, si tocabas la foto de perfil o hasta dónde hacías scroll. La empresa actualizó la información en un nuevo post a fines de mayo de este año para detallar la manera en que funciona el algoritmo por tipo de actividad y negó, pese a la evidencia, que exista el shadowbanning (censurar el contenido de perfiles).
Las señales también son capturadas en Twitter. En un post de marzo pasado se dieron a la tarea de comentar cómo se establecen las recomendaciones que se hacen a las personas que utilizan esta red social. Aunque no es fácil decirlo en simple, declaran que el objetivo es ofrecer contenido relevante, mostrar publicidad adecuada y destacar autores cuyo contenido te pudiera interesar.
Por último, para TikTok podemos revisar dos fuentes. Uno es un artículo del NYT del 2021 en el que se explica que lo que busca la aplicación es “que permanezcas en ella el mayor tiempo posible” y da alguna evidencia sobre cómo lo hace. Por otro lado, a través de un video de Lidia Infante, una conocida consultora de SEO, se da cuenta cómo y cuáles son las señales que se registran. Además de los contenidos (TikTok logra descifrar qué muestra el video), importan los textos que se incluyen y hasta los sonidos que se integran.
Más transparencia
No hay toda la transparencia que uno esperaría de cómo funciona cada parte relevante de sus algoritmos porque, de seguro, corresponde a esa esfera que se protege bajo el nombre de “secretos comerciales/industriales”.
Por la relevancia que tienen y por el impacto que están causando en las personas (por ejemplo, lo que dice APA), es relevante que se precise la forma en que trabajan con las señales que capturan y que se informe con más frecuencia y detalle lo qué hacen y con qué datos lo ejecutan.
Si no, cabe la posibilidad de que en el futuro deban tener sellos como todo producto que afecta a quien los consume. Hay evidencia de que funcionan.